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Reconstrucción de la tumba número IV del yacimiento Neandertal de Shanidar, en Irak.

Las ideas concebidas en torno a la muerte representan sin duda el misterio de los misterios en la evolución de la mente de los homininos. La existencia de rituales funerarios y de símbolos asociados a la muerte puede parecer consustancial con Homo sapiens. Sin embargo, no es así. Es bien conocido que los neandertales enterraban a sus muertos.

También es bien sabido que el linaje de los neandertales y el de nuestra especie comparten un antecesor común que, de acuerdo con los datos aportados por la paleogenética y la paleontología, pudo vivir hace entre un millón de años y 400.000 años. No importa que esa horquilla sea tan amplia; poco a poco los datos científicos la irán reduciendo. Lo realmente interesante es que durante miles de años los dos linajes estuvieron separados y evolucionaron en territorios distintos. Los neandertales tuvieron un enorme éxito evolutivo en Eurasia, mientras que Homo sapiens surgió en África después de la escisión de la población que dio lugar a las dos genealogías. Es muy posible que la en la mente de esa población común se hubieran desarrollado complejos procesos mentales relacionados con el hecho de la muerte. De ser así, neandertales y sapiens habríamos heredado tales ideas de nuestro antepasado común. La hipótesis alternativa propone que los rituales del enterramiento aparecieron de manera independiente en dos homininos (especies) diferentes. Un hecho que, de ser cierto, se me antoja realmente enigmático.

Sea como fuere, los neandertales no solo enterraban a sus muertos, sino que el proceso venía acompañado por un determinado ritual de carácter simbólico. Este hecho implica una construcción mental muy compleja. Así, en la tumba del individuo número IV del yacimiento neandertal de Shanidar, en Irak, se encontró un gran cantidad de polen, que solo puede ser explicado mediante la posibilidad de una ofrenda de flores al difunto. Por cierto, y como curiosidad digan de reflexión, la mayoría de las flores pertenecían a especies con propiedades medicinales. Algunos discuten que el esqueleto número IV de Shanidar fuera homenajeado con flores. Pero nadie puede negar que los neandertales enterraban a sus difuntos en posición fetal y con una determinada orientación. Este tipo de comportamiento implica un cierto nivel de desarrollo de la capacidad para crear y comprender símbolos. Sin ningún género de dudas, los neandertales habían desarrollado un nivel de autoconsciencia similar al de los sapiens que evolucionaban al otro lado del Mediterráneo.

Como todos sabemos, en las poblaciones recientes de Homo sapiens la diversidad y complejidad de rituales relacionados con la muerte es espectacular. Cada cultura tiene su propio comportamiento ante el hecho de la muerte y una particular parafernalia de rituales funerarios, cuya descripción ha dado lugar a una amplísima literatura en el ámbito de la etnología. El simbolismo que acompaña al comportamiento funerario está guiado por las tres construcciones mentales de mayor complejidad creadas hasta el momento por los seres humanos. Estas ideas son comunes a todas las culturas y con alta probabilidad también estuvieron presentes en la mente de los neandertales. En primer lugar, hemos desarrollado la idea de otra vida, a la que solo podemos acceder tras el hecho físico de la muerte. La reencarnación es una variante aún más compleja de esta idea primigenia. En segundo lugar, hemos desarrollado la idea de la existencia de un lugar diferente, donde habremos de disfrutar de esa otra vida, caso de cumplirse determinadas condiciones. De no ser así, también hemos concebido otros lugares no tan plácidos. Por último, nuestra mente ha desarrollado la idea de la existencia de entes de jerarquía superior o muy superior, que actúan de jueces implacables de nuestro comportamiento en la vida que conocemos. Las imágenes que acompañan a estas ideas son comunes a cada cultura en particular, aunque cada individuo puede tener su propia imagen mental de acuerdo con la fuerza de su imaginación. Los símbolos diseñados para representar la síntesis de cada variante de las tres ideas suelen tener una fuerza incontenible. Todo ello es digno de una profunda reflexión.