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El título de este post fue la consigna más conocida de uno de los movimientos sociales más importantes del siglo XX. El fenómeno “hippie” proponía el amor libre, un comportamiento muy similar a la realidad de la biología social de los chimpancés de la especie Pan paniscus (los conocidos bonobos).

Esta especie es hermana de Pan troglodytes, el llamado chimpancé común. La separación filogenética de las dos especies debió de ocurrir en tiempos relativamente recientes. Aunque Pan paniscus y Pan troglodytes comparten la mayor parte de su genoma, cada una de ellas ha derivado hacia un comportamiento social diferente. Es complicado saber cual de las dos especies está más próxima a nuestro antecesor común con la genealogía de estos primates. Los bonobos fueron descubiertos en 1928 en las intrincadas selvas centro-africanas de la actual República Democrática del Congo y reconocidos unos años más tarde como una nueva especie por el famoso primatólogo Ernst Schwarz. Los bonobos son matriarcales, de manera que las hembras llevan el peso de la responsabilidad de los grupos. La jerarquía de éstas es determinante en el comportamiento de estos primates. Los expertos nos hablan de su altruismo, empatía, amabilidad, paciencia, sensibilidad y hasta de su compasión hacia los miembros del grupo. Esto nos suena muy humano, y solo por ello se ha llegado a plantear una mayor proximidad filogenética de nuestra genealogía con los bonobos que con el chimpancé común. En realidad, compartimos con las dos especies un porcentaje muy elevado de nuestro genoma. Desde ese punto de vista, estamos tan cerca y tan lejos de los unos como de los otros. Es más, la mayoría de los especialistas apuntan a nuestra relación más próxima con Pan troglodytes. Los bonobos podrían ser una rama lateral de la genealogía de los chimpancés.

Pero lo que más llama la atención de los primatólogos es la peculiar capacidad de Pan paniscus para resolver sus conflictos internos y vivir de manera pacífica. Para ello, los bonobos recurren a la práctica del sexo en todo momento y lugar, cuando la ocasión lo requiere. Los humanos presumimos de practicar el sexo fuera de la época de la reproducción. Pues los bonobos hacen lo mismo, pero sin prejuicios y con naturalidad. Podemos decir que estos primates son los auténticos precursores del movimiento “hippie”. El resultado es fantástico. Las hembras evitan problemas de jerarquía y establecen lazos sociales mediante el sexo genital. El saludo entre diferentes miembros del grupo suele ser un contacto sexual, tanto oral como genital. Los conflictos entre hembras, entre machos y entre machos y hembras también se resuelven mediante el correspondiente acto sexual, que conduce a la reconciliación. El hallazgo de comida abundante no supone una avalancha incontrolada hacia los alimentos. En primer lugar se practica el sexo y a continuación se reparte la comida de manera equitativa. El único tabú en esta especie parece ser la práctica de sexo entre las madres y sus hijos. Los bonobos viven felices. No han inventado la moralidad relacionada con el sexo, un rasgo que parece exclusivo de nuestra especie y que nos conduce a un sinfín de conflictos y problemas ideológicos.

La “estrategia evolutiva” de estos primates es un claro ejemplo del fascinante proceso de la selección natural. Sería extraordinario que pudiéramos resolver nuestros conflictos con la misma facilidad. Nuestros políticos arreglarían sus diferencias (esas que no nos interesan a los ciudadanos de a pie) de manera pacífica. A nivel internacional, la Organización de las Naciones Unidas tendría una influencia increíble en la pacificación de todo el planeta. Claro, que se acabarían muchos grandes negocios y casi no tendríamos noticias para los informativos. Pero soñar con un mundo diferente no cuesta nada.