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Una de las mayores preocupaciones de los expertos y de las personas interesadas en evolución humana es el lenguaje ¿Somos los únicos hablantes de la genealogía humana? Algunos piensan que si. Ninguna otra especie anterior a la nuestra habría sido capaz de articular sonidos enlazados en frases con un cierto sentido y con capacidad para comunicar mensajes cifrados más o menos complejos. ¿Se trata quizá de un pensamiento propio de la soberbia de nos caracteriza?, ¿o tal vez existen datos científicos en contra de un lenguaje articulado en otras especies de homininos?

A decir verdad, el estudio del lenguaje ha resultado siempre un asunto muy complicado. Ninguna de las líneas de trabajo basadas en investigaciones anatómicas ha ofrecido pruebas ni a favor ni en contra. Nadie sabe como pudo funcionar el cerebro de Homo habilis o de Homo erectus. Apenas nos quedan sus cráneos huecos, que solo permiten conocer la forma que tuvo el cerebro. Pero poco más. Aunque pudiésemos demostrar que esos cerebros tuvieron áreas de Broca y Wernicke bien desarrolladas y conectadas, nunca será posible averiguar si funcionaban igual que en Homo sapiens. Recordemos que el tracto vocal y cualquier otra estructura anatómica relacionada con el habla no son sino meros instrumentos del cerebro para comunicarnos mediante el lenguaje. El trabajo de construir el lenguaje, de transmitirlo y entenderlo es cosa del cerebro y su sede principal está en estas áreas, descritas por Paul Pierre Broca y Karl Wernicke en los años sesenta del siglo XIX.

En otra ocasión he escrito sobre los trabajos de mi compañero en el proyecto Atapuerca, Ignacio Martínez Mendizábal. Ignacio se cansó de trabajar infructuosamente con las estructuras anatómicas relacionadas con el habla conservadas en los cráneos de Atapuerca y decidió centrar su atención en el oído. Junto a expertos en ingeniería acústica Ignacio Martínez pudo demostrar que los humanos de las Sima de los Huesos (450.000 años de antigüedad) tenían un sistema auditivo exactamente igual al nuestro. La audiometría virtual de aquellos humanos se superpone a la nuestra y se aleja claramente de la que tienen los chimpancés. Su “banda ancha” les habría permitido escuchar y discernir frases complejas. Ignacio no demostró que aquellos humanos hablasen, pero sentenció que estaban preparados para escucharnos a nosotros ¿Por qué no admitir que sus adaptaciones auditivas estaban diseñadas para entenderse entre ellos con su propio lenguaje?

Uno de los “argumentos anatómicos” utilizados de manera clásica ha sido el hueso hioides. Este hueso impar, medio, simétrico y con forma de herradura está situado en la parte anterior del cuello, por debajo de la lengua y por encima del cartílago tiroides. El hueso hioides es uno de los instrumentos que utiliza el cerebro para poder articular las palabras, puesto que permite los movimientos de la lengua mediante músculos apropiados. La hipótesis de partida es: si la forma de este hueso es similar a la nuestra en alguna especie del pasado entonces es posible que esa especie pudiese hablar. En mi opinión, la hipótesis no es muy robusta puesto que se trata tan solo de un elemento más del conjunto anatómico que posibilita el lenguaje. Pero no es poca cosa disponer de ese dato.

Hace años se especuló con la posibilidad de que los neandertales pudiesen hablar y tuvieran un lenguaje propio. El hueso hioides encontrado en 1989 junto a parte del esqueleto de un neandertal en el yacimiento de Kebara (Israel) fue utilizado como evidencia para demostrar que los neandertales hablaban. El estudio anatómico de este hueso, de 60.000 años de antigüedad, demostró sus similitudes con el de Homo sapiens. Pero los datos no convencieron a todos. Un estudio reciente mediante técnicas más complejas de imagen 3D, conducido por un equipo de la Universidad de Nueva Inglaterra, concluye que el hueso hioides de Kebara es indistinguible del nuestro.

Pienso que este nuevo estudio seguirá sin convencer a los escépticos, porque el habla suele asociarse a una mente capaz de elaborar ideas complejas o de practicar el arte. Pero no se discute si los neandertales o los humanos de la Sima de los Huesos de Atapuerca podían ir a la Universidad y realizar una tesis doctoral. La cuestión es mucho más simple. Se trata de averiguar si aquellos humanos eran capaces de transmitir por medio de un lenguaje diferente del nuestro ideas sencillas de su vida cotidiana. Esas ideas estaría relacionadas con la localización de su comida, el peligro de los predadores o de posibles grupos enemigos, la proximidad de una tormenta, etc. Nada que no se pudiera expresar mediante construcciones sencillas transmitidas por razonamientos de la mente. Si los chimpancés son capaces de aprender el lenguaje de los sordomudos para comunicarse con nosotros ¿qué podemos esperar de especies tan cercanas a nosotros como los neandertales?

En mi humilde opinión, aquellos humanos pudieron hablar y antes que ellos lo hicieron otras especies de la genealogía humana. Estoy convencido de que si tuviésemos la oportunidad de hacer un viaje en el tiempo mantendríamos una conversación con los neandertales después de aprender su lengua. Como nos explican las investigaciones en paleogenética, Homo sapiens hibridó con Homo neanderthalensis. Cierto es que para mantener relaciones sexuales hacen falta pocas palabras. Pero a buen seguro no se trató solo de sexo. Seguro que también hubo un cierto romanticismo y para ello se requiere algo de conversación. La teoría de que somos únicos en aspectos como el lenguaje tiene un componente ideológico muy poco relacionado con la verdadera ciencia.