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Dientes superiores de un parántropo. C: canino; P3 y P4: primer y segundo premolares; M1: primer molar. El segundo molar es claramente mayor que el primero, mientras que el tercer molar (muela del juicio) tiene un tamaño parecido al segundo molar y una superficie de masticación tremendamente rugosa y complicada.

Con cierta frecuencia escucho la idea de una próxima desaparición de la muela del juicio (tercer molar). Cierto es que la prevalencia de la falta de formación de este diente (agenesia) es tan elevada en algunas poblaciones, como la española, que alcanza cifras cercanas al 40 por ciento. Pero, como veremos enseguida, eso no implica la pérdida definitiva de la muela del juicio en poco tiempo.

Parece increíble, pero la influencia de ideas tan antiguas en el tiempo, como las propuestas por Jean Baptiste Lamarck (1744-1829), siguen vigentes en la cultura popular. A Lamarck debemos la primera teoría de la evolución, que seguramente supuso un caldo de cultivo para los trabajos de Charles Darwin y Alfred Rusell Wallace, así como la elevación de la biología a la categoría de ciencia. Lamarck fue un gran naturalista y no debió de ser nada sencillo para él proponer muchos de sus principios en la sociedad de aquellos tiempos, aunque a la postre todos ellos fueran superados por el progreso de la biología moderna. Entre otros principios y leyes, Lamarck propuso que los órganos de los seres vivos ganarían en fortaleza con su uso continuado, mientras que el desuso de ciertos órganos terminaría por debilitarlos y eliminarlos. Esta ley tiene tanta lógica que resulta difícil de erradicar de la cultura popular, aún 200 años después de su propuesta.

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En la actualidad el tercer molar inferior puede formarse en la rama mandibular y emerger tumbado, con su cara superior (oclusal) empujando al segundo molar. La cara oclusal de la muela del juicio superior mira hacia atrás y no es funcional.

En las primeras etapas de la evolución humana, cuando los ardipitecos, los australopitcecos o los parántropos ocupaban buena parte del continente africano, los tres molares mostraban casi siempre un patrón de tamaño creciente. El primer molar era más pequeño que el segundo y éste más pequeño que el tercero. La muela del juicio era pues la “reina” de todos los dientes en lo que al tamaño se refiere. Aún con la aparición del género Homo, hace más de dos millones de años, el patrón de los molares siguió con el mismo esquema: molares de tamaño creciente. Sin embargo, la muela del juicio comenzó pronto a perder intensidad en su desarrollo. El tercer molar cedió protagonismo hace mucho tiempo y su disminución de tamaño puede verse en todas las poblaciones del género Homo, incluidas las del yacimiento de Dmanisi, hace 1,8 millones de años.

Las mandíbulas y maxilares de especies humanas del Pleistoceno tenían un tamaño mayor que en la actualidad. A pesar de ello, en muchos individuos la reducción del tercer molar es muy evidente, dejando espacio libre en el hueso alveolar casi para un cuarto molar. Es obvio que no ha existido una co-evolución en el tamaño del hueso y el tamaño de los dientes. Esta aseveración queda patente en muchos de nosotros, puesto que los terceros molares terminan por emerger en la propia rama mandibular. Esta circunstancia    produce no pocos trastornos a los pacientes que la sufren. En estos casos, la corona de muela del juicio empuja de manera lateral contra la corona del segundo molar y suele provocar la aparición de caries y otros problemas graves. Su extirpación es necesaria para evitar males mayores. En el maxilar, el tercer molar suele emerger con su cara superior (oclusal) mirando hacia atrás, sin posibilidad de realizar su función masticadora.

A pesar de la reducción y agenesia del tercer molar, no es infrecuente encontrar personas con una muela del juicio de tamaño respetable. Entonces, ¿no está este diente en vías de rápida desaparición por falta de uso? Si la presencia de este diente tuviera una repercusión negativa para la reproducción su pérdida de las poblaciones humanas sería muy rápida. En otras palabras, a pesar de los muchos problemas que llega a producir la muela del juicio en ciertas poblaciones (no en todas), muchos hombres y mujeres pueden tener descendencia y seguir transmitiendo a sus hijos e hijas la posibilidad de tener muela del juicio. Y si este diente nos causa problemas, acudimos a un especialista y eliminamos la posibilidad de una deterioro de la salud. La muela del juicio seguirá con nosotros por mucho tiempo.