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En 2010 se inauguró el Museo de la Evolución Humana (MEH) de Burgos, inspirado en los yacimientos de la sierra de Atapuerca desde el punto de vista arquitectónico (Juan Navarro Baldeweg), pero con vocación universal. La sala de la Evolución Humana narra de manera sintética los principales eventos de la historia de la geneaología humana y su principal atractivo son las esculturas de algunas de las especies de homininos. La artista Elizabeth Daynès proporcionó las recreaciones de Australopithecus africanus, Paranthropus boisei, Homo habilis y Homo neanderthalensis, entre otros. Sin embargo, faltaba la reconstrucción de Homo antecessor.

Elizabeth Daynès siempre tuvo muchas reticencias al encargo de realizar una escultura de esta especie, hallada y definida por el equipo investigador de Atapuerca. Los restos encontrados en el nivel TD6 del yacimiento de la cueva de la Gran Dolina están muy fragmentados, debido al brutal proceso de canibalismo que sufrieron los humanos de esta especie. Gracias a este suceso, fue posible la acumulación de restos óseos en este nivel hace unos 850.000 años. Pero los caracteres esqueléticos identificados y estudiados están repartidos en unos 160 restos fósiles de un mínimo de once individuos diferentes. Para Elizabeth Daynès es más sencillo trabajar con especímenes completos, por lo que durante mucho tiempo eludió el encargo de realizar una escultura del llamado “chico de la Gran Dolina”. Este individuo, cuyo sexo por cierto desconocemos, está representado por un cara parcial y un fragmento del hueso frontal. Si añadimos una mandíbula de un segundo individuo (casi con seguridad del sexo femenino), hallada en 2003, nos podemos hacer una idea razonable del aspecto del cráneo de un chico o chica de unos diez años de la especie Homo antecessor.

El dibujante Mauricio Antón, que en 1998 ya realizó un primer dibujo del chico de la Gran Dolina, puso en marcha su sabiduría sobre anatomía humana y su desbordante imaginación y preparó una nueva imagen de este adolescente del Pleistoceno Inferior. La mandíbula de 2003 ayudó a Mauricio Antón en la reconstrucción en dos dimensiones del chico de la Gran Dolina. Además de la habilidad del artista era necesario un gran conocimiento de la evolución humana para llevar a cabo este trabajo. Por otro lado, nuestro equipo pudo averiguar la estatura de los adultos de Homo antecessor, que era prácticamente idéntica a la nuestra, así como las proporciones corporales. Todas las especies humanas de hace un millón de años tenían un cuerpo más ancho que el nuestro, pero la proporciones de los miembros eran similares a las de Homo sapiens.

Con toda esta información, Elizabeth Daynès aceptó por fin realizar una escultura del chico de la Gran Dolina. Se podía haber pensado en una chica, pero, ya no era momento de cambiar de idea después de las dificultades para conseguir el encargo. Además, con la excepción de los atributos sexuales, la cara del individuo representado no habría sido demasiado distinta caso de que los restos hubieran pertenecido a una chica, habida cuenta de su edad de muerte.

El autor de estas líneas, como asesor científico del MEH, dedicó bastante tiempo a enviar datos a la artista francesa. Con una buena dosis de paciencia y un sinfín de intercambios por email, el primer resultado llegó el 28 de julio de este año a la sala de la Evolución Humana de Burgos. El acuerdo del Museo con la artista excluía la necesidad de poner pelo en la recreación del chico de la Gran Dolina. Esta licencia contrasta fuertemente con las demás esculturas de la sala y llama la atención. No obstante, el resultado es aceptable. Al menos, los fósiles originales que han servido de base a este trabajo se pueden contemplar en el piso inferior del museo, que no es poco. Es importante recordar que el MEH de Burgos es la única institución del mundo en la que se pueden contemplar originales de fósiles humanos.

Sabemos que esta es solo una primera aproximación. Quedan muchos metros cuadrados por excavar en los diferentes subniveles de TD6, donde aún pueden aparecer varios centenares de restos humanos. Estoy convencido de que algún día se encontrarán cráneos más completos, posiblemente de adultos, que permitirán reconstrucciones muy fiables. A la espera de que llegue ese momento, Homo antecessor tiene por fin su hueco en la sala de la Evolución Humana del MEH