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Reconstrucción digitalizada de Sahelanthropus tchadensis, en la que se ha eliminado la distorsión producida por la presión de los sedimentos. Nótese la posición inferior del foramen magno, que sugiere una posición erguida para este hominino.

En 2002, Michel Brunet y un importante elenco de investigadores publicaron en la revista Nature la posible evidencia del hominino más antiguo conocido hasta esa fecha, con una antigüedad de entre seis y siete millones de años. La impresionante portada de la revista nos mostraba un fotomontaje del cráneo sobre las actuales arenas del desierto del Djurab. La publicación tenía dos alicientes: el lugar del hallazgo y la posibilidad de retrasar el tiempo estimado por los genetistas para la separación de la genealogía humana y la de los chimpancés. El eco de esta noticia científica no sería precisamente muy favorable para Brunet y sus colegas.

El hallazgo consistía en un cráneo, un par de fragmentos de mandíbula y varios dientes. Los fósiles se encontraron en la localidad de Toros-Menalla (TM), una cantera situada al oeste del desierto de Djurab, en el norte del Chad y a una distancia de 2.500 kilómetros al oeste del Gran Valle del Rift. Es evidente que el clima del Chad, en plena región desértica del Sahel, fue muy diferente a finales del Mioceno. Así lo delatan los fósiles de las especies de mamíferos encontrados en Toros-Menalla, que sugieren un clima húmedo y cálido, cubierto de abundante vegetación. Hasta ese momento todos los primitivos ancestros de nuestra genealogía se habían encontrado en el este de África, donde se presume vivió nuestro antepasado común con los chimpancés. Teniendo en cuenta el lugar del hallazgo, la antigüedad de los fósiles y la combinación peculiar de caracteres, Brunet y sus colaboradores tomaron la decisión de nombrar un nuevo género y especie, Sahelanthropus tchadensis, recordando que el  descubrimiento se había realizado en la región del Sahel y en la República del Chad. De manera coloquial se conoce a este fósil como “Toumai”, que en el idioma kanuri de la región significa “esperanza de vivir” y se utiliza para describir a los niños que nacen en la estación seca.

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Desierto de la región del Sahel en la actualidad.

El cráneo presenta un cierto aplastamiento producido por el peso de lo sedimentos que lo albergaron durante más de seis millones de años, pero sus descubridores pudieron identificar sin problemas rasgos muy relevantes para caracterizar este espécimen. El cráneo muestra un torus supraorbitario de notables dimensiones y continuo. Este rasgo sugiere que podría tratarse de un macho. Sin embargo, los caninos son relativamente pequeños y, a juzgar por el tipo de desgaste, su oclusión es trituradora y de tipo muy moderno. En homininos posteriores, como los miembros del género Ardipithecus, los caninos siempre son grandes, tienen una morfología que recuerda a la de los simios y ocluyen en cizalla para desgarrar el alimento (post del 21 de octubre). De este modo, Sahelanthropus se diferencia claramente de otros homininos de finales del Mioceno e inicios del Plioceno.

Por otro lado, el cráneo de Sahelanthropus alojó un cerebro de un tamaño muy similar al de los chimpancés. La capacidad craneal se pudo estimar entre 320 y 380 centímetros cúbicos, sin mayor precisión debido a la distorsión del ejemplar. La parte media de la cara está fuertemente proyectada, pero el maxilar y el pre-maxilar no presentan el prognatismo característico de los simios antropoideos. Por último, y no menos importante, cabe señalar la presencia de un foramen magno más largo que ancho, cuya morfología y situación en la base del cráneo es similar a la de los homininos del Plioceno y a la del género Homo. Esta posición sugiere una posición erguida y bipedestación en Sahelanthropus. Para Brunet y sus colaboradores no cabe duda de que nos encontramos ante un ancestro de la genealogía humana. Pero los detractores de este hallazgo han sido muchos. En particular las críticas llegaron de aquellos que trabajan en las regiones del Valle del Rift, donde puede seguirse la supuesta genealogía humana. Los más críticos piensan que el cráneo de Sahelanthropus representa a un homínido relacionado con algún linaje desconocido de los simios antropoideos. La frustración de Brunet por estas críticas siempre ha quedado patentes en los congresos en los que he tenido oportunidad de coincidir con él.

No obstante, la morfología del cráneo del Sahelanthropus, y en particular la posición basal del foramen magno, sugiere que nos encontramos con un pariente de nuestro linaje, directo o indirecto. Su cronología permite pedir a los genetistas que trabajen para conseguir una mayor precisión en sus predicciones sobre el momento de la separación de la genealogía de los chimpancés y la genealogía humana, que podría estar más allá de la barrera de los seis millones de años.