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En 1758 el gran naturalista sueco Carlos Linneo (Carl Nilsson Linaeus, 1707-1778) acuñó el nombre de Primates, para incluirlo en su clasificación taxonómica de los seres vivos. Linneo fue incapaz de encontrar diferencias orgánicas particulares entre nosotros y las demás especies de mamíferos. En aquella época la sociedad hubiera celebrado con alborozo que los seres humanos hubieran podido clasificarse en un grupo propio y, por descontado, muy superior al de los demás seres vivos. Pero Carlos Linneo tuvo la honradez de reconocer las similitudes entre nosotros y ciertas especies de mamíferos y fue así como quedamos incluidos en el orden de los Primates. Esta denominación, que en latín significa “los primeros”, obedecía precisamente a esta circunstancia. Los demás mamíferos eran Secundates y todos lo demás animales podían clasificarse como Tertiates. Todavía faltaba un siglo para que Charles Darwin y Alfred Russel Wallace formularan la teoría de la evolución, por lo que Linneo no podía ser consciente de la relación entre Homo sapiens y los demás primates.

Filogenia de los primates. Fuente: revista Nature, volumen 498, número 7452, Junio 2013.

Desde que la teoría evolutiva fue aceptada y los expertos fueron capaces de establecer fechas concretas para los diferentes períodos geológicos, se ha buscado con gran interés el origen de los primates. El registro fósil cuenta con un número importante de especímenes asignados al orden Primates, que han permitido realizar aproximaciones tanto a la antigüedad de este grupo como a sus relaciones filogenéticas. La clasificación ha ido variando a medida que se conocían más datos y se establecían similitudes entre las especies extinguidas y las especies vivas. Los análisis moleculares han llegado en ayuda de los especialistas, aunque todavía no han logrado afinar lo suficiente como para tener una filogenia de consenso. Algunos análisis establecen un rango temporal de entre 63 y 77 millones de años para el inicio del grupo zoológico al que pertenecemos, mientras que otros llegan hasta los 85 millones de años. Si esta última cifra fuera la correcta, aún faltaban 20 millones de años para que un gran meteorito se estrellara contra la península de Yucatán y diera lugar a una de las mayores extinciones de la biosfera, incluyendo la de los grandes dinosaurios.

Reconstrucción de especímenes del género Plesiadapis.

Reconstrucción de especímenes del género Plesiadapis.

Esta gran extinción, ocurrida en el límite entre el Cretácico y el Cenozoico, resultó una oportunidad para las especies supervivientes. Es quizá la razón de la explosión de la diversidad de muchos grupos, incluidos los primates, que aprovecharon los nichos ecológicos vacíos en todos los ecosistemas de la Tierra. Durante mucho tiempo se consideró que los restos fósiles del género Plesiadapis representaban al primate más antiguo conocido, con fechas que oscilan entre 58 y 55 millones de años en el límite entre el Paleoceno y el Eoceno. Con independencia de que esta primera asignación fuera o no correcta, los primates primigenios seguramente tuvieron un aspecto similar al de Plesiadapis. Las quince especies fósiles catalogadas de este género no pesaban más de dos kilogramos, tenían la apariencia de una ardilla de patas largas y cabeza pequeña y sus ojos se situaban a ambos lados de la cabeza. Los campos de visión todavía no se solapaban y no era posible estimar distancias con precisión, un rasgo característico de todos los primates actuales.

Los paleontólogos han debatido y seguirán debatiendo sobre los fósiles presumiblemente asignados al orden Primates. En general, los restos conservados corresponden a dientes, mandíbulas y restos de cráneo. El esqueleto postcraneal no está bien representado y este hecho supone un hándicap importante para los expertos. Géneros fósiles como Teilhardina, encontrados en yacimientos de Europa, América del Norte y Asia, Altanius (Mongolia) o Archicebus (China), todos ellos datados de comienzos del Eoceno (56-55 millones de años) rivalizan por ser los primeros representantes conocidos del orden Primates. Las especies de estos géneros, antecesoras de los grupos actuales, tienen en común su reducido tamaño y su peso, que se estima en poco más de 30 gramos. La cantidad y diversidad de eventos geológicos y climáticos del planeta acontecidos en los últimos 65 millones de años nos llevan a reflexionar con la posibilidad de que hoy en día no estuviéramos aquí preguntándonos sobre nuestros orígenes. La enorme diversidad de especies de primates permitió que nuestro grupo pudiera superar todas las pruebas. Muchas especies han llegado hasta la actualidad. De nuestro grupo particular, los hominini, solo quedamos las dos especies de chimpancé y nosotros. Y todos en riesgo de extinción.