La cueva de Sterkfontein está situada en la provincia sudafricana de Guateg, cerca de Johannesburgo. Esta cueva y otras próximas, como Swartkrans y Kromdraii, fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1999. Su valor para el estudio de las primeras etapas de nuestra evolución es impresionante. Tan solo podemos poner un pequeño “pero” a estos yacimientos y es la dificultad para obtener dataciones fiables. Por lo demás, el registro de fósiles humanos y de otros mamíferos, así como el registro arqueológico, tienen un valor incalculable.
La dificultad para obtener buenas fechas con las que construir un marco cronológico adecuado para estos yacimientos es mucho más común de lo que podemos imaginar. Pero las investigaciones sobre nuevos métodos para estimar la edad geológica de las rocas avanza a pasos agigantados. En pocos años tendremos un escenario mucho más fiable que el actual. Tanto en Sterkfontein como en las demás cuevas de la región con rellenos sedimentarios se había utilizado hasta el momento el paleomagnetismo y el método de los isótopos del uranio. La fiabilidad sobre el momento de la deposición de los homininos hallados en estas cuevas siempre ha sido baja, porque se movía en un rango muy amplio de hasta dos millones de años. Este ha sido siempre un hándicap importante para los yacimientos y para establecer un escenario creíble y coherente.
En las cavidades sudafricanas se han encontrado restos fósiles de varios homininos. Tras su descubrimiento en la primera mitad del siglo XX, los restos fósiles recibieron nombres específicos distintos. Un ejemplo es el de Australopithecus prometheus, que se ha difundido por varios medios de comunicación a raíz de esta investigación. Sin embargo, poco a poco se llegó a un consenso sobre la identidad de las especies de las cuevas sudafricanas. Los ejemplares más gráciles y delicados fueron asignados a la especie Australopithecus africanus y los más robustos a Paranthropus robustus.
El hallazgo de Lucy y un conjunto extraordinario de fósiles en Hadar (Etiopía) y Laetoli (Tanzania) durante los años 1970s restó protagonismo a los fósiles de Sudáfrica. Australopithecus afarensis pasó a ser considerada como la especie origen de todos los demás homininos, incluidos los sudafricanos. Con una cronología bien estimada mediante los isótopos del potasio y el argón entre 3,8 y 3,2 millones años, esta especie vivió una época dorada durante un par de décadas. Pero en cierto momento, los expertos decidieron que Australopithecus afarensis podía ser el origen de los parántropos, un linaje desaparecido hace un millón de años. En otras palabras, había que seguir buscando el origen de las especies del género Homo y, por tanto, de nuestro linaje directo. Esta búsqueda no ha terminado. Se han postulado para este “honor” Australopithecus garhi (Etiopía, 2,5 millones de años) y Australopithecus africanus de Sudáfrica. Sin embargo, sigue sin haber acuerdo. Hace pocos meses se ha propuesto la presencia del género Homo en 2,7 millones de años (Ledi Geraru, Etiopía), pero las evidencias son demasiado escasas para estar seguros de ello.
El nuevo método basado en los isótopos del aluminio y del berilio contenidos en granos de cuarzo está revolucionando el mundo de la geocronología. Recordemos que este método sirvió para datar el yacimiento de la cueva de la Sima del Elefante, en Atapuerca, donde se pudo estimar la cronología de uno de los fósiles más antiguos de Europa. Ahora, este método ha sido por fin utilizado en las cuevas de Sudáfrica con resultados muy interesantes. Las primeras estimaciones ofrecieron fechas de hasta cuatro millones de años, que no convencieron a nadie. Darryl Granger ha conseguido refinar el método y acaba de publicar en la revista Nature (1 de abril de 2015) una fecha de 3,67 millones de años para el nivel donde en 1994 se encontró unos de los esqueletos mejor conservados de Australopithecus, STW 573, apodado como “Little Foot”. Este fósil, y muy probablemente otros homininos de las cuevas sudafricanas, tiene una edad similar a la de Australopithecus afarensis. Y esta vez Granger ha convencido a los editores de la revista y a los revisores de su trabajo.
Con este dato, resulta muy tentador dar un protagonismo a los australopitecinos del Sudáfrica, en detrimento de los encontrados en el este de África. Estos últimos aparecen muy derivados hacia los parántropos, mientras que los hallados en el sur del continente parecen mejores candidatos para ser antepasados del género Homo. No obstante, y como ha venido sucediendo en el ámbito de la evolución humana desde siempre, me parece prematuro cantar victoria antes de tiempo. Queda mucho por descubrir y un gran margen para la mejora de los métodos de datación. Esta mejora ayudará a comprender mejor el período entre tres y dos millones de años. En mi opinión, el origen del género Homo está todavía por determinar. Una buena datación en Sterkfontein, lo mismo que el hallazgo de la mandíbula de Ledi Geraru en Etiopía, representan solo pequeños pasos en la buena dirección.
Comentarios recientes