Seleccionar página

Es frecuente que las redes de los pescadores recojan no solo peces y otros animales marinos, sino infinidad de artefactos que tiramos al mar. La red recuperada en 2008 por varios pescadores cerca de la costa de la isla de Taiwan contenía uno de los objetos más extraños jamás encontrados de ese modo: una mandíbula fósil humana. La mandíbula fue “pescada” a unas 15 millas de la costa de Taiwan, a poca profundidad y depositada junto a otros restos fósiles en un canal submarino denominado Penghu. Es por ello que la mandíbula ha sido bautizada como Penghu-1 por Chang Chun-Hsiang (Museo Nacional de Ciencias Naturales de Taiwan) y Yousuke Kaifu (Museo Nacional de Ciencias Naturales de Japón). Estos científicos, líderes de sendos equipos, han estudiado y publicado este notable ejemplar en 2015 en la revista “Nature Communications”.

Diferentes aspectos de la mandíbula Penghu-1. Fuente: Nature Communications.

La datación de un fósil pescado de las aguas no es nada sencillo, a pesar de los esfuerzos de Rainer Grün. Este investigador, que ha colaborado con Chang y Kaifu, es quizá el geocronólogo con mayores reconocimientos en su ámbito científico. Los restos fósiles de otros mamíferos localizados en el canal de Penghu pueden apuntar hacia una cronología no superior a 450.000 años, que no desentona con el aspecto tan primitivo de la mandíbula. No obstante, otros datos son más prudentes y no llegan a los 200.000 años de antigüedad. Este resto humano aún podría ser mucho más reciente. Habrá que esperar a que las investigaciones del yacimiento submarino nos den más información.
La profundidad entre la costa oeste de la isla de Taiwan y el continente es muy somera, por lo que todo apunta a un yacimiento formado durante los fuertes descensos del nivel del mar ocurridos en las épocas glaciares del Pleistoceno. Cuando esto sucedía las islas de Indonesia y otras islas (incluida Taiwan) quedaban unidas al continente eurasiático. Seguramente muchos yacimientos desaparecieron bajo las aguas en las épocas interglaciares, como la que vivimos en la actualidad.
Si la mandíbula Penghu-1 es mucho más reciente de lo que se puede sospechar por su aspecto, tendríamos un nuevo caso de persistencia de poblaciones primitivas en Asia, junto a los Denisovanos y a los humanos de la isla de Flores. La colonización del planeta por nuestra especie desde hace unos 100.000 años quizá no fue tan completa como podemos imaginar, y muchos grupos arcaicos persistieron hasta hace relativamente poco tiempo en islas y refugios continentales.

Los investigadores de Japón y Taiwan fueron muy prudentes en su valoración de la mandíbula, indicando sus rasgos arcaicos, pero sin pronunciarse sobre la asignación taxonómica de este ejemplar. Llama la atención la robustez y forma de la sínfisis, sin mentón y con una fuerte inclinación de su parte interna. El primer premolar es muy asimétrico y tiene dos raíces (rasgos primitivos del género Homo). También destaca la agenesia del tercer molar, muy frecuente en las poblaciones recientes y anecdótico en las del Pleistoceno.

Print

La profundidad del mar entre la isla de Taiwan y el continente no supera los 120 metros, por lo que muchos yacimientos pudieron quedar sumergidos por el ascenso del nivel del mar durante los períodos más cálidos del Pleistoceno. Fuente: Nature Communications.

Algunos paleontólogos consideran que esta mandíbula tendría que ser incluida en una nueva especie del género Homo. Sin embargo, sus propuestas han sido presentadas sin el rigor que exige la ciencia en estos casos. No obstante, de este caso tan peculiar se derivan conclusiones muy interesantes, que venimos planteando desde que comenzamos a trabajar con los fósiles de China. La ciencia occidental no ha tenido ocasión de trabajar de manera sistemática con el registro fósil humano de este país. Aunque en las últimas décadas varios científicos han destacado las diferencias entre los fósiles del Pleistoceno de Asia, todos han sido incluidos en la especie Homo erectus. Las diferencias que claramente se observan entre los fósiles de Indonesia y los de China e, incluso, dentro del propio territorio de este último país, han sido atribuidas a variaciones geográficas. La falta de buenas dataciones ha sido un hándicap importante, como sucede en otras regiones del planeta.

Sin embargo, los científicos de China o de Indonesia, por ejemplo, ya están presentando el registro fósil de Asia siguiendo métodos empleados por la ciencia occidental y reforzando sus planteamientos mediante colaboraciones con investigadores de otros países. El resultado nos va alejando poco a poco de la tradicional homogeneidad de la poblaciones del Pleistoceno de Asia, para presentarnos un modelo muy complejo, más acorde con el enorme territorio explorado. El tiempo de duración del Pleistoceno ha sido suficientemente amplio como para considerar que la colonización de Asia pudo ser tan compleja como la Europea, sino más, con sucesivas oleadas migratorias. Como sucede en todo el hemisferio norte, las barreras geográficas y las fuertes oscilaciones climáticas del ultimo millón de años generaron una diversidad en las poblaciones de Asia, que tendremos que ir reconociendo poco a poco. Tendremos que dejar atrás planteamientos evolutivos lineales e incluir en nuestros modelos factores climáticos y biogeográficos. Solo así podremos entender porque existen tantas diferencias entre los denisovanos, los homininos de Zhoukoudian o los de Xujiayao, por poner solo algunos ejemplos. La mandíbula recién estudiada en Taiwan viene a sumarse a tantos y tantos interrogantes. Algún día hablaré de la enorme diversidad que siempre se ha considerado en los yacimientos de la isla de Java y que se suma a la complejidad del registro fósil humano de Asia.