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Como expliqué en varios posts publicados hace unos meses, nuestro grupo de investigación está llevando a cabo estudios con un equipo de la Academia de Ciencias de Pekín. Nosotros hemos viajado varias veces a la capital de China y hemos visitado varios yacimientos del país. El resultado de la cooperación no ha podido ser mejor. Pero quedaba un tema pendiente: la visita de nuestros colegas a los yacimientos de Atapuerca. Y este asunto ha quedado resuelto por fin en la campaña de 2015.

María Martinón y el autor de estas líneas con nuestros colegas de China (de izquierda a derecha) Yameng Zhang, Wu Xijue y Liu Wu, en el nivel TD4 de Gran Dolina.

China tiene un potencial impresionante para el estudio de la evolución humana. Los yacimientos de todas las épocas se cuentan por centenares. Sin embargo, la capacidad logística y de recursos humanos destinados a las excavaciones no está todavía a la altura de ese potencial. Los jóvenes investigadores tienen muchas oportunidades, gracias al crecimiento económico de China. Su formación se realiza en diferentes países (entre ellos España) y muy pronto veremos los resultados. Los que hemos tenido oportunidad de conocer el registro fósil de los homínidos y varios yacimientos sabemos que la visión homogénea de las poblaciones del Pleistoceno de China se modificará de manera radical. Tan solo es necesario que cambie la mentalidad con la que se ha leído ese registro. Las nuevas hipótesis sobre la evolución humana están penetrando poco a poco en una sociedad, que estuvo cerrada durante muchos años y anclada en viejas teorías.

Los investigadores más jóvenes regresan a su país con otra forma de pensar, de percibir la realidad y con ganas de cambiar las cosas. Durante años, los homínidos del Pleistoceno de China se han estudiado bajo la perspectiva de un poblamiento muy temprano (quizá hace dos millones de años) y una evolución in-situ de la especie Homo erectus, que poco a poco dio lugar a nuestra especie en aquellas tierras. Sin embargo, la diversidad que podemos observar en el registro humano es considerable y muy interesante. Ya no es posible certificar una evolución continuada de una misma especie, porque algunos fósiles de aspecto muy arcaico son más recientes que otros de aspecto más progresivo. El registro de los homínidos tiene que estudiarse añadiendo un contexto biogeográfico y bioclimático, en el que no pueden descartarse varias ocupaciones de China en diferentes momentos del Pleistoceno, así como la existencia de grupos aislados durante milenios.

Solo cabe recordar a los llamados “denisovanos”, encontrados a una distancia relativamente corta de la frontera con China. El diente encontrado en el yacimiento de la cueva de Denisova tiene un aspecto muy primitivo, mientras que su cronología es relativamente reciente. No cabe duda de que esta cueva se encontraba en un valle perdido de Siberia. Lo mismo pudo suceder con otros fósiles chinos, como los de los yacimientos de Hexian y de Yiyuan no lejos de Pekín, que en apariencia parecen más primitivos que los de Zhoukoudian. Los humanos de este yacimiento se han considerado como característicos de la especie Homo erectus. Sin embargo, el aspecto de estos fósiles es notablemente más moderno que los Homo erectus de la isla de Java: ¿diversidad dentro de la misma especie: subespecies?, ¿especies diferentes?, ¿colonizaciones de Asia en momentos distintos? Todas estas preguntas tienen que responderse con hipótesis, que contengan mucho más que estudios de la morfología de los propios fósiles. El día 24 de julio tuvimos ocasión de hablar de todo ello en un encuentro científico con nuestros colegas de China, después de visitar con toda tranquilidad las excavaciones de la sierra de Atapuerca y el Museo de la Evolución Humana de Burgos.