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Acaba de publicarse en la revista “Nature” nuestro trabajo sobre la descripción de los representantes más antiguos de Homo sapiens hallados hasta la fecha fuera del continente africano. Este hallazgo y sus consecuencias para la historia evolutiva de nuestra especie son sumamente importantes. Por todo ello, pienso que el relato del desarrollo de este trabajo merece más de un post. Trataré de resumir una pequeña parte de los muchos entresijos que ha conllevado esta investigación. Los medios de comunicación han contado la noticia y tal vez alguna de sus posibles consecuencias. Pero cuando leemos sobre el resultado de una investigación de alcance, publicada en un buena revista científica, no podemos ni imaginar todo lo que ha podido suceder durante el largo proceso que conlleva este trabajo.

Miembros de la expedición a la cueva de Fuyan. A la izquierda de la imagen aparece el profesor Liu Wu. A su lado está la Dra. María Martinón, mientras que con jersey rojo está la directora de la excavación, la Dra. Wu Xiu-jie.

Para empezar, mi colega la Dra. María Martinón Torres (artífice de una parte muy importante de la investigación) y un servidor viajamos hace casi un año por cuarta vez a Pekín desde Madrid, con la idea de proseguir nuestra colaboración con el equipo del Instituto de Paleontología de Vertebrados y Paleoantropología de la Academia de Ciencias de China. Esa colaboración está dando resultados muy importantes, como el caso que nos ocupa. En este viaje, el Profesor Liu Wu (primer firmante del artículo de “Nature”) puso encima de la mesa 47 dientes humanos y nos contó que procedían de una excavación del sur de China, dirigida por su colega la Dra. Wu Xiu-jie. El objetivo de este viaje consistía en estudiar los dientes y trasladarnos más tarde al yacimiento, localizado 2.000 kilómetros al sur de Pekín. Nuestra experiencia de campo durante más de 30 años en la sierra de Atapuerca y otros yacimientos podía ser muy útil para comprobar que todo se estaba realizando en la cueva de Fuyan era correcto. Todo un honor y a la vez una gran responsabilidad.

Antes de sacar los fósiles de un cajón de su despacho, Liu Wu nos contó con toda naturalidad que aquellos dientes podían tener una antigüedad de entre 80.000 y 120.000 años. Así que antes de ver los fósiles se nos pasó por la mente la idea preconcebida de que estudiaríamos dientes de aspecto arcaico. Incluso, podía tratarse de fósiles pertenecientes a las últimas poblaciones de Homo erectus o de cualquier otra forma primitiva de hominino desconocida hasta entonces en China. Cuando abrimos las primeras cajas de plástico nuestra impresión fue de sorpresa mayúscula. Los dientes tenían un aspecto totalmente moderno. Por supuesto, su pátina nos decía que habían sido recuperados en un yacimiento antiguo, pero las revelaciones sobre su posible cronología se nos antojaron equivocadas. Si ciertamente aquellos dientes tenían más de 80.000 años estaríamos antes los restos humanos de nuestra especie más antiguos conocidos fuera de África. Es natural que durante los días que duró el estudio tuviéramos momentos de un cierto escepticismo.

La colina donde se ubica la cueva de Fuyan. Para llegar a la entrada de la cueva hemos de pasar por varios edificios antiguos, al final de los cuales se encuentran varios animales estabulados.

La colina donde se ubica la cueva de Fuyan. Para llegar a la entrada de la cueva hemos de pasar por varios edificios antiguos, al final de los cuales se encuentran varios animales estabulados.

A pesar de nuestras dudas iniciales, realizamos un estudio meticuloso y muy profesional de los dientes, apuntando todas y cada una de sus características, dimensiones, observaciones pertinentes y hasta estimamos el número mínimo de individuos representado en aquella muestra. Nos llamó la atención el hecho de que varios dientes tuvieran las raíces roídas, seguramente por algún animal, y que no se hubieran recuperado restos óseos ni de humanos ni de otras especies de mamíferos. En la cueva de Fuyan solo se habían encontrado dientes humanos y de varias especies mamíferos del Pleistoceno, algunas ya extinguidas. Leyendo la literatura pertinente llegamos a la conclusión de que los posibles causantes de aquel sesgo paleontológico podían haber sido los puercospines, animales muy comunes en el sur de China desde hace miles de años. María Martinón consiguió averiguar que aquellos animales podían roer todo menos el duro esmalte de los dientes.

Nuestro viaje a la China más profunda y entrañable fue increíble. María tomó buena nota de todo lo que vimos y sentimos en aquellos parajes y ha prometido escribir sobre ello. Con todo seguridad, su relato no tendrá desperdicio. Tan solo un detalle: algunas de las personas que conocimos en la aldea de Daoxian jamás habían visto un occidental. La acogida de los aldeanos fue excepcional y jamás la olvidaremos. Rivalizaron entre ellos por decidir quién nos invitaría a comer en su casa. Tampoco podremos olvidar la visita a la cueva de Fuyan. Allí pudimos comprobar que el hallazgo iba muy en serio. Vimos con nuestros propios ojos la estratigrafía de la cueva. Los diferentes niveles se podían seguir a través de toda la cavidad sin ningún tipo de problema. Un espeleotema (costra de carbonato cálcico) cubría toda la secuencia estratigráfica de principio a fin de la cueva como una gigantesca lápida. Resultaba imposible pensar que ningún sedimento más moderno y, por supuesto, ningún resto orgánico moderno hubiese podido penetrar a través de la capa de carbonato y distribuirse de manera homogénea por todo el yacimiento. En un lugar de la cueva pudimos ver una pequeña estalagmita, que había crecido encima del espeleotema. Esa estalagmita había sido datada en 80.000 años antes del presente. En otras palabras, tanto el espeleotema (capa 1), como los sedimentos donde se habían encontrado los dientes de humanos y de otros mamíferos (capa 2) eran aún más antiguos que esa fecha. Las dataciones realizadas por nuestros colegas de China y de Estados Unidos tanto de la estalagmita como de otras partes del yacimiento no tenían porque ponerse en duda. Así que todo estaba en orden.

Imagen de paisanos de la aldea donde se encuentra la cueva de Fuyan.

Imagen de paisanos de la aldea donde se encuentra la cueva de Fuyan.

Dejamos la aldea de Daoxian convencidos de que aquel hallazgo era mucho más importante de lo que pudimos imaginar en Pekín una semana atrás. Los dientes eran totalmente modernos y mucho más derivados que otros “sapiens” hallados en el Corredor Levantino con una antigüedad similar. Los yacimientos de Es Skhül y Jabel Qafzeh, en el actual estado de Israel, han proporcionado restos humanos de nuestra especie también datados entre 120.000 y 80.000 años. Su aspecto todavía muestra un cierto aspecto arcaico en el cráneo o en los dientes, pero no cabe duda que pertenecieron a Homo sapiens ¿Era posible encontrar miembros de nuestra especie en el sur de China con la misma antigüedad, pero con aspecto aún más moderno? Y si era así, ¿cómo habían llegado desde África hasta ese lugar tan remoto de China?

Los días que siguieron en China y nuestro largo viaje de regreso (12 horas de vuelo) desde Pekín a Madrid sirvieron para debatir sobre lo que habíamos visto y escuchado. Sabíamos que estábamos ante un gran hallazgo y repasamos las principales publicaciones sobre el éxodo de nuestra especie en la conquista del planeta. Fue como una verdadera “tormenta de ideas” a 12.000 metros de altitud sobre las regiones de Siberia. Las evidencias encontradas en los últimos años jugaban a favor de una colonización temprana del sur de Asia. La cueva de Fuyan era prueba de ello, pero los datos superaban todo lo que se sabía hasta entonces. Las implicaciones eran tan importantes, que merecía pensar en una gran publicación. Y María Martinón se puso a trabajar en ello nada más llegar a Burgos.