Como sucede desde 2011, viajaremos de nuevo a Pekín durante este mes de abril para estudiar fósiles humanos de China junto a nuestros colegas del Instituto de Paleontología de Vertebrados y Paleoantropología (IVPP). La doctora María Martinón (que ahora trabaja en el “University College” de Londres) y un servidor tendremos ocasión de continuar nuestra colaboración con los doctores Liu Wu y Wu Xiujie. En esta ocasión retomaremos el estudio de fósiles del yacimiento de Hexian, cuyos dientes fósiles ya fueron analizados por el equipo chino-español en 2013.
El yacimiento de Hexian se localiza en la ribera del río Yangtze, uno de los más caudalosos de China, a unos 300 kilómetros de su desembocadura en el océano Pacífico. El yacimiento se ubica en el interior de la cueva de Longtan (Longtandong), en el condado de Hexian de la provincia de Anhui. Para que nos hagamos una idea más nítida de la situación del yacimiento de Hexian aclararé que su latitud es similar a la del norte de la India o el sur de Irak y Marruecos. Teniendo en cuenta su localización, las condiciones climáticas de la región donde se encuentra el yacimiento de Hexian pudieron ser más que aceptables durante todo el Pleistoceno, aún durante las fases glaciales del hemisferio norte.
En los años 1980 y 1981 se obtuvieron en esta cueva varios restos humanos, entre los que destaca un neurocráneo muy completo (sin cara ni mandíbula), pequeños trozos de parietal (quizá de dos individuos distintos), un fragmento de mandíbula y varios dientes. También se encontraron restos de animales, pero ninguna herramienta de piedra. Aunque se llevaron a cabo varios intentos para datar los fósiles, quizá el más completo y fiable corresponde al realizado por el equipo del prestigioso especialista Rainer Grün. Sus dataciones, publicadas en 1998, fueron realizadas mediante el método combinado del ESR y de las series del uranio en dos dientes no humanos. Los análisis dieron una antigüedad de 412.000 ± 25.000 años. Esta antigüedad es compatible con la presencia de especies de mamíferos del Pleistoceno Medio. La fauna fósil encontrada en la cueva muestra una combinación de especies propias del norte de China con especies de origen subtropical. Esta combinación sugiere que la alternancia de cambios climáticos durante el Pleistoceno produjo migraciones entre el norte y el sur, que terminaron por constituir un ecosistema mixto de especies de procedencia diversa.
En el neurocráneo de Hexian cabía un cerebro de unos 1.000 centímetros cúbicos. El cráneo es alargado según el plano sagital. El hueso frontal está claramente inclinado hacia atrás y provisto de un torus supraorbitario muy desarrollado, que forma una auténtica visera encima de los ojos. El hueso occipital se curva con un ángulo muy pronunciando, que también es típico de los cráneos bajos y alargados. En definitiva, la forma del cráneo de Hexian recuerda al repertorio de fósiles atribuidos a la especie Homo erectus. Dada la cronología de los fósiles de Hexian, es evidente que aquellos humanos de China coexistieron con diferentes linajes de la geneaología de los Neandertales en regiones muy distantes de gran continente eurasiático.
El último estudio de la forma del neurocráneo de Hexian mediante un método desarrollado en los últimos veinte años (morfometría geométrica) y que es totalmente independiente del tamaño, ha mostrado las variaciones que existieron entre los cráneos asignados a Homo erectus en China y en el sudeste asiático. Los autores de este trabajo (Cui Yaming y Wu Xinzhi) concluyen que existió un gradiente morfológico entre el norte y el sur, de manera que los habitantes de Hexian fueron intermedios en su morfología entre los homininos de la isla de Java y los de las cuevas de Zhoukoudian.
No cabe duda de que todos estos homininos están relacionados por un ancestro común, pero las diferencias no responden necesariamente a una variación continua, sino a un aislamiento prolongado entre ellos. El mapa de Eurasia se puede ver en un solo golpe de vista, pero no olvidemos que la distancia entre Pekín y la isla de Java es superior a 5.000 kilómetros. El aislamiento geográfico de cientos de poblaciones durante el Pleistoceno dio lugar a una diversidad espectacular entre los humanos de aquellos tiempos. Cada ejemplar encontrado tiene sus peculiaridades. Por supuesto, esta diversidad no implica necesariamente la existencia de especie distintas. Todos estos humanos pudieron hibridar entre ellos y tener descendencia fértil. Por ese motivo, lo más interesante es investigar sobre las causas de la distribución y aislamientos de estos grupos humanos, sus posibles migraciones y su diversidad.
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