Seleccionar página

Se acerca el final de la excavación del nivel TD10 del yacimiento de la enorme cueva de la Gran Dolina. La intervención en este nivel dura ya la friolera de 22 veranos. En ese tiempo se han recuperado decenas de miles de restos fósiles de diferentes especies de vertebrados. Los fósiles de grandes mamíferos presentan claras evidencias de su consumo en el portalón de la entrada de la cueva. Junto a los fósiles se han encontrado miles de herramientas de sílex, cuarcita o arenisca, muchas de ellas fabricadas allí mismo. Este nivel, que alcanza un espesor de dos metros y medio, representa un lapso de tiempo de unos 200.000 años. Apenas quedan por excavar unos 40 centímetros de TD10 (quizá menos de 30 cm cuando se publique este post), pero este nivel se empeña en seguir ofreciendo datos para nuestras investigaciones. Si las dataciones son acertadas, en esta campaña de 2016 se están recuperando los fósiles y las herramientas (achelenses) de los humanos que vivieron en la sierra de Atapuerca hace unos 400.000 años. Es muy posible que algunas de las especies de herbívoros encontrados en TD10 fuera capturadas por los humanos relacionados con los que se han obtenido en la Sima de los Huesos de la Cueva Mayor.

El estadio isotópico 11 corresponde a una fase cálida (interglaciar), que se extiende entre hace unos 370.000 y algo menos de 430.000 años. Este es el rango temporal obtenido tanto en el yacimiento de la Sima de los Huesos, como en la parte más baja del nivel TD10 y en la parte media-inferior del yacimiento de Galería (TG). La coincidencia de fechas no nos sorprende, sino que refuerza la idea de una presencia continuada de los humanos en la sierra de Atapuerca durante esa larga fase cálida de 60.000 años. Las condiciones climáticas eran muy favorables y el ecosistema ofrecía grandes oportunidades para la vida de nuestros ancestros.

En alguna ocasión escribí en este mismo blog sobre la especialización de algunos de los homininos del Pleistoceno de Atapuerca en la caza del bisonte. La abundancia de restos fósiles del género Bison en la zona media del nivel TD10 (subnivel TD10.2) contrasta con la diversidad de especies capturadas en épocas anteriores (subnivel TD10.1). Este cambio no parece responder a una modificación de la estructura del ecosistema, sino a la sustitución de los grupos humanos que habitaron la sierra de Atapuerca y su entorno. Esta hipótesis no significa que los humanos que ocuparon la región en momentos diferentes del Pleistoceno pertenecieran a especies distintas, sino que sus respectivas culturas eran algo distintas. Es más, la materia prima para fabricar herramientas encontrada en TD10.1 era mucho más diversa (sílex, cuarcita, cuarzo y arenisca) que la recuperada en TD10.2, donde la mayoría de herramientas están fabricadas de sílex.

Metápodo de Equus localizado en la campaña de 2016 en la sección inferior del nivel TD10 de Gran Dolina.

Durante el estadio isotópico 11 los humanos de la sierra de Atapuerca parecían estar especializados en la caza de caballos. Al menos esto es lo que desprende de la excavación del último tramo del nivel TD10 y de la excavación del vecino yacimiento de Galería. La imágenes que acompañan a este post nos muestran un metápodo de caballo hallado en el tramo inferior del nivel TD10 y la mitad del hueso coxal de la misma especie recuperado a finales del mes de junio en el vecino yacimiento de Galería.

Reflex.293-2

Hueso coxal de Equus localizado en el yacimiento de Galería en la campaña de 2016.

Algunos de los especímenes encontrados en este período del Pleistoceno de la sierra de Atapuerca todavía eran jóvenes potrillos. Su caza no habría ofrecido demasiadas dificultades para los humanos de entonces, cuya estatura, proporciones corporales, fuerza y velocidad en carrera en tramos cortos los convertía en temibles depredadores. Las lanzas encontradas hace algo menos de dos décadas en los sedimentos de lignito del yacimiento alemán de Schöningen (estadio isotópico 11) demuestran la capacidad de los antecesores de los neandertales para la caza a media distancia. Los caballos necesitan buenos pastos y zonas abiertas, libres de bosques cerrados, como los que tuvo que haber entonces en la región donde se ubica la sierra de Atapuerca. En esas condiciones se nos antoja una proeza ser capaces de abatir a los adultos, que superaban con facilidad los 40-50 kilómetros/hora en carrera sostenida.

José María Bermúdez de Castro