El pasado 6 de marzo conté en este mismo blog la publicación aparecida en la revista Science sobre la descripción e interpretación de dos cráneos incompletos recuperados en el yacimiento de Xuchang (provincia de Henan, centro de China) entre 2007 y 2014. La profesora Xiujie Wu, una de las autoras del estudio, prometió enseñarnos los fósiles durante nuestra visita a Pekín en la primera semana de abril. En este post quería mostrar una de las fotografías que tomamos en el despacho de Xiujie Wu, mientras nuestra colega nos mostraba los restos originales de los cráneos y las reconstrucciones realizadas a partir de réplicas.
Tenemos una inmensa suerte de ir conociendo los tesoros paleoantropólogicos que poco a poco se van encontrando en China. Este inmenso país ha conseguido un desarrollo espectacular en pocos años y su apuesta por la Ciencia es envidiable. La riqueza en yacimientos arqueológicos y paleontológicos es impresionante. Los jóvenes científicos están adquiriendo una formación de enorme calidad tanto en su propio país como en otros lugares del mundo. La suma de recursos humanos y patrimoniales hará de China la primera potencia mundial en los ámbitos de la arqueología y la evolución humana. Lo veremos en pocos años.
Tengo que admitir que nos quedamos muy impresionados al comprobar con nuestros propios ojos la morfología y el enorme tamaño de los cráneos de Xuchang. Su antigüedad, no mayor de 120.000 años, es similar o tal vez algo superior a la de los primeros Homo sapiens recuperados en yacimientos del sur de China (Daoxian y Zhiren). Pero resulta evidente que los cráneos de Xuchang no pertenecieron a nuestra especie. Su morfología es claramente primitiva y podrían incluirse en el taxón Homo erectus, que más que una especie paleontológica se está transformando en un concepto en el que caben formas muy diferentes. Los autores de la investigación de los cráneos de Xuchang destacaron su semejanza en algunos caracteres con los neandertales, un aspecto que merece reflexión en la construcción de los modelos que tratan de explicar el transcurso de la evolución humana en Eurasia en los dos últimos dos millones de años.
Quizá el aspecto más llamativo de los cráneos de Xuchang es su gran tamaño. Cuando leímos el artículo publicado en la revista Science nos parecía que el volumen estimado para el interior del Cráneo 1 de Xuchang, 1.800 centímetros cúbicos, podía ser una exageración. Ahora podemos decir que no es así. Aquellos “humanos “de finales del Pleistoceno Medio tenían un cerebro que superaba en unos 400 centímetros cúbicos el promedio de nuestra especie. Comprobamos una vez más que el aumento del tamaño del cerebro ha sido favorecido por la selección natural en todas las especies del género Homo.
La forma del cerebro de Homo sapiens es diferente a la de todas las demás especies de homininos. La notable esfericidad de nuestro cerebro es consecuencia de un cambio en la trayectoria de su crecimiento, que se produce durante el primer año de vida postnatal. Quizá ese cambio es el resultado de un cambio genético mínimo, pero que se expresa a una edad muy temprana. Es por ello que las consecuencias son muy llamativas en el adulto. El gran tamaño del cerebro de los neandertales y de los cráneos de Xuchang en relación al promedio de nuestra especie nos permite pensar que tanto Homo neanderthalensis como Homo erectus quizá se “pasaron de frenada” en su aumento del tamaño del cerebro. El gasto energético del cerebro del adulto de Homo sapiens representa la cuarta parte de nuestro metabolismo basal en condiciones de reposo (por ejemplo, durante el sueño). El desarrollo del cerebro de un niño de cuatro años puede representar más de 40% de la energía que consume. Así pues, la selección natural puede haber encontrado en nuestra especie un delicado equilibrio en lo que concierne al gasto energético que conlleva el crecimiento y desarrollo del cerebro y las enormes ventajas que supone ser unos primates tan inteligentes.
José María Bermúdez de Castro
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