Hace 130 años, el médico militar Eugène Dubois encontró un yacimiento de fósiles en una cueva de la isla de Sumatra. Buscaba el mítico “eslabón perdido” que, según sus convicciones, encontraría algo más tarde en la vecina isla de Java. En Sumatra, Dubois consiguió reclutar a varias decenas de trabajadores convictos y contó con la ayuda de dos ingenieros en aquella lejana y compleja región del sureste de Asia. Los resultados no fueron los deseados y la expedición, que duró tres años, fracasó en parte por el fallecimiento de uno de los ingenieros. Aun así, Dubois consiguió recuperar materiales del yacimiento de la cueva de Lida Ajer.
La colección de restos recuperados incluía dientes de orangután, junto con los de otros mamíferos difíciles de identificar, además de un incisivo y un molar superior humanos. Pero la posible antigüedad del yacimiento era demasiado reciente como para satisfacer la hipótesis de Dubois. Había que encontrar una forma humana de aspecto intermedio entre el de nuestra especie y el de los simios antropoideos. Los dientes humanos de Lida Ajer eran muy similares a los nuestros y no aportaban nada interesante para Dubois. Aquel hallazgo pasó inadvertido y se ha hablado muy poco de él en la literatura científica. Apenas se citan los restos fósiles de las especies encontradas en un par de artículos científicos, que sitúan el yacimiento en el Pleistoceno Tardío, sin más precisión.
Por fortuna, un equipo liderado por K.E. Westaway, de la universidad de Sidney, ha conseguido nueva información sobre la antigüedad de los diferentes niveles del yacimiento paleontológico de Lida Ajer, donde no se han encontrado herramientas u otras evidencias de actividad humana. Además de revisar la morfología de los fósiles, las investigaciones se han centrado en realizar dataciones fiables de la brecha fosilífera. Se utilizaron los métodos de las series de uranio para las neoformaciones calcáreas de la cueva (espeleotemas) y el ESR para el esmalte en el esmalte de los dientes. Los resultados han sido publicados en la revista Nature durante la tercera semana de agosto ¿Qué interés puede tener esta revista tan prestigiosa en publicar la antigüedad de un yacimiento excavado hace 130 años y con registro fósil muy pobre?
Como bien observó Dubois hace más de un siglo, los dos dientes humanos pertenecieron a individuos de nuestra propia especie. El segundo molar superior es pequeño y ya había reducido el tamaño de ciertas cúspides. El incisivo superior tiene la raíz muy corta y su morfología es muy similar a la de las poblaciones recientes del este de Eurasia. Pero la antigüedad obtenida sitúa estos dientes en el rango de 73.000 y 63.000 años. De nuevo, los datos confirman que nuestra especie partió de África mucho antes de lo que se suponía hace tan solo una década. El sureste de Asia fue ocupado por nuestra especie hace unos 100.000 años, según han mostrado yacimientos como los de Zhiren o Daoxian (China). Las fechas que se van obteniendo en las diferentes islas del archipiélago de Indonesia también “envejecen” la presencia de Homo sapiens en el sureste de Asia.
Además, se vuelve a constatar la enorme resistencia de los neandertales ante los intentos de salida de África de las poblaciones de nuestra especie por el Corredor Levantino. Hace al menos 120.000 años pudimos pasar hacia Eurasia por el estrecho de Bab el-Mandeb, en el llamado “cuerno de África”. Ocupamos sin aparente dificultad todo el sur de Asia, cruzando a continuación brazos de mar hacia el continente australiano en un relativamente breve lapso de tiempo. Sin embargo, el paso por el norte fue detenido en el Corredor Levantino a las puertas de Eurasia. Hace solo 40.000 años pudimos pisar por primera vez tierras europeas, tras haber coexistido e hibridado con los neandertales, que impidieron nuestro avance nada menos que durante 80.000 años.
Nos preguntamos si en el sur de Asia las poblaciones de Homo erectus fueron más permisivas y hospitalarias. Tal vez no estaban allí para impedir nuestro viaje, o quizá habían reducido su densidad demográfica. La posibilidad de mestizaje entre Homo sapiens y Homo erectus fue propuesta a raíz de la publicación de los restos del yacimiento de Zhiren, en el sur de China. Pero sin datos genéticos esa evidencia del registro fósil es poco consistente. Faltan yacimientos por explorar para responder al nuevo enigma que nos plantea el estudio de la evolución de nuestra especie.
José María Bermúdez de Castro
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