El yacimiento paleontológico de Untermassfeld se localiza a unos 150 kilómetros al norte de la ciudad alemana de Frankfurt-am Mein, en el pleno centro de Alemania y a una latitud de unos 52º norte. Consultando un mapa de Europa notaremos enseguida que ese yacimiento se localiza a una latitud similar a la de Londres y solo algo más baja que la de Kiev, Amsterdam o Varsovia. Su excavación comenzó a finales de los años 1970s y ha proporcionado una de las colecciones de vertebrados fósiles más importantes de toda Europa, con una cronología de entre 1.200.000 y 900.000 años. La colección de fósiles de micromamíferos es una de las referencias para la bioestratigrafía europea.
Hace un par de semanas, este yacimiento fue noticia en la revista Nature (Nature News, Ewen Callaway, 13 noviembre 2017), debido a la polémica que han suscitado un par de publicaciones científicas de 2016 y 2017 en revistas relevantes sobre evolución humana. Estas publicaciones sostienen que en Untermassfeld existen claras evidencias de presencia humana. Dos prestigiosos investigadores europeos, Wil Roebroeks (Universidad de Leiden, Países Bajos) y Ralf –Dietrich Kahlke (Instituto Senckenberg de Alemania), que conocen bien el yacimiento, han elevado su voz en una publicación científica reciente. En ella niegan de manera tajante tales conclusiones. Las supuestas herramientas no son sino piedras rotas de manera natural y no existen indicios de que los humanos fueran los causantes del depósito de restos en Untermassfeld. Es más, Roebroeks y Kahlke sostienen que los investigadores implicados en esas publicaciones nunca han excavado en Untermassfeld y que las evidencias que presentan muy probablemente no proceden de este lugar. Incluso se habla de robo de materiales de Untermassfeld, devueltos al Instituto Senckenberg de manera anónima ¿Nos encontramos ante otro caso más de manipulación de datos con la idea de publicar artículos científicos para conseguir notoriedad?
Dejaremos que todo se aclare antes de quemar a nadie en la hoguera. Sin embargo, este caso ha reabierto el debate sobre las primeras ocupaciones humanas de Europa. Aunque la sierra de Atapuerca y los yacimientos de Guadix Baza, en Granada, tienen claras evidencias de presencia humana hace más de un millón de años, todo apunta a que los homininos solo fueron capaces de colonizar las regiones mediterráneas de Europa durante el Pleistoceno Inferior. Algunos colegas siguen manteniendo que la presencia humana en el sur de Europa fue testimonial, esporádica e intermitente. Sin embargo, no está nada claro que esto fuera así. El sur de Europa tuvo recursos suficientes como para mantener una población estable durante milenios, a la que posiblemente se fueron sumando grupos llegados del Este. Es más, el yacimiento de Pakefield, en el Reino Unido, ha proporcionado una buena colección de herramientas de piedra datadas en 700.000 años. En épocas interglaciares, algo más cálidas que en la actualidad, los humanos de sur de Europa fueron capaces de subir hacia el norte y dejar su huella en la misma latitud que Untermassfeld.
Esto no significa que los datos sobre posible presencia humana en el yacimiento de Untermassfeld tengan alguna credibilidad, porque la cronología del yacimiento alemán coincide con una época muy fría del Cuaternario. Las gélidas regiones del norte de Europa tendrían que esperar casi medio millón de años hasta que fueron colonizadas por nuevas oleadas de población, que llegaron a Europa con la tecnología achelense una cultura distinta y seguramente el conocimiento y el dominio del fuego.
José María Bermúdez de
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