La primera colonización del continente americano ha despertado siempre la misma pasión que el debate sobre la fecha del primer poblamiento de Europa. Los escenarios los tiempos y los protagonistas de esos eventos son bien distintos; pero quienes trabajan en esos temas han rivalizado en entusiasmo, sin obviar debates enconados entre partidarios de hipótesis rivales.
El primer poblamiento de Europa nos lleva hasta épocas remotas del Pleistoceno, mientras que el primer poblamiento de América se discute por unos cuantos miles de años ya en la parte final del Pleistoceno. Los partidarios de una colonización reciente asumen que los primeros americanos llegaron por Beringia hace poco más de 15.000 años, si tenemos en cuenta que los datos más antiguos de América de sur se cifran en unos 14.500 años (yacimiento de Monte Verde, Chile). Otros paleoantropólogos han abogado por entradas en torno a los 25.000 años, seguramente en varias oleadas. Por supuesto, todos ellos dejan a un lado las fantasías de unos pocos, que proponen entradas a través del Pacífico. Algunas en épocas muy remotas.
Al menos, la gran mayoría nunca han abandonado la sensatez y sus propuestas apuntan siempre al puente de hielo que se estableció varias veces entre los extremos de Eurasia y de América del norte, formando el puente de Beringia. La extensión de Beringia fue de miles de kilómetros cuadrados, permitiendo el paso franco de las poblaciones de nuestra especie. Pero, ¿cuándo sucedió este hecho?
Hace pocos años se propuso una hipótesis alternativa, que trató de conciliar el debate de quienes proponían una cronología antigua y los que abogaban por una cronología reciente. El llamado “standstill model” asumía que los primeros colonizadores de tierras americanas entraron hace más de 20.000 años, pero fueron incapaces de progresar hacia el sur debido a la barrera de hielo formada durante el pico de máximo frío de la última glaciación. Un ejemplo de esa posibilidad se postuló con el estudio de los yacimientos de Bluefish, en la zona americana de Beringia. Estos yacimientos se han datado entre hace 24.000 y 12.000 años, mostrando que los primeros colonizadores llegaron hace mucho tiempo al territorio que hoy en día conocemos como Alaska. Pero no pudieron progresar hacia el sur hasta varios miles de años más tarde (ver post de 27 de abril de 2017 en este mismo blog).
En la misma vasta región de la actual Alaska se localiza el yacimiento de Upward Sun River, que ha proporcionado dos esqueletos de individuos infantiles datados en unos 11.500 años de antigüedad. Víctor Moreno-Mayar (Universidad de Copenhague), Ben Potter (Universidad de Alaska) y Lasse Vinner (Universidad de Massachussetts), junto a un nutrido grupo de colaboradores, acaban de publicar en la revista Nature sus resultados sobre el estudio genético del ADN mitocondrial obtenido de estos esqueletos. Esos resultados refuerzan el modelo de “standshill” y sientan las bases para conocer de una manera definitiva y detallada el escenario del primer poblamiento de América.
El esqueleto número 1 (USR1) ha proporcionado las claves para dibujar un escenario hipotético, que se podrá contrastar en estos próximos años. La posibilidad de extraer ADN de restos esqueléticos en estas latitudes de climas fríos es muy alta, por lo que podemos esperar más resultados en poco tiempo. Los datos apuntan a que los miembros de nuestra especie pudieron colonizar Siberia hace aproximadamente 36.000 años. Parece una hazaña que en tan pocas generaciones Homo sapiens pudiera adaptarse a climas tan extremos, teniendo un origen tropical. Pero así fue. Los nativos americanos parecen proceder de una única población madre, que se separó parcialmente en esa época de otras poblaciones eurasiáticas. Durante unos 10.000 años, la población madre siguió mezclándose de manera esporádica con sus vecinos de Siberia, hasta que hace unos 22.000 años se produjo la ruptura definitiva. Los autores de este trabajo cifran en unos 25.000 años la separación de los nativos americanos de la población actual de China. Hace unos 23.000 años se produjo la ruptura genética entre la población fundadora de la genealogía americana de las poblaciones siberianas, como la que actualmente vive en la península de Kamchatka (los koriakos). Todas estas fechas coinciden muy bien con los datos obtenidos en los yacimientos de Bluefish, que llegan hasta los 24.000 años.
Ya en la actual región de Alaska, los primeros americanos quedaron atrapados por el pico de máximo frío de la última glaciación del Pleistoceno. Pasaron al menos 5.000 años (unas 200 generaciones) hasta que esos primeros colonos pudieron progresar hacia el sur. Es entonces cuando la población original se dispersa por Norteamérica y Suramérica, produciendo la diversidad de grupos que se conocen por las excavaciones en numerosos yacimientos de América del norte y América del sur, así como la diversidad de la población autóctona actual. También parece definitivamente probado que la colonización de todo el continente fue muy rápida, una vez que la población madre y fundadora del linaje americano quedó liberada de la trampa de hielo de la última glaciación. Por cierto, los datos de Moreno-Mayar, Potter, Vinner y colaboradores también apuntan a que esa población fundadora fue reemplazada o absorbida por sus propias poblaciones hijas.
En definitiva, los investigadores que han defendido la hipótesis de una cronología antigua y los que han defendido una cronología más reciente tenían su parte de razón. La paleogenética ha dictado sentencia y promete muchos más datos. A partir de ahora, las múltiples piezas del puzzle del poblamiento de las Américas irán encajando una tras otra.
José María Bermúdez de Castro
Hay estudios sin embargo que apuntan a que la primera oleada de población, luego sustituida por las tribus procedentes de Siberia, tenía un origen más próximo a los negritos u otras poblaciones de Melanesia y del Pacífico, y esto podría tener un origen más remoto, si bien por lógica sería posterior a la colonización australiana. Supongo que el debate seguirá abierto a la espera de más datos.