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En no pocas ocasiones me preguntan sobre el momento en que sucedió un hecho cultural determinado de la prehistoria. La respuesta a esa pregunta aparece en los esquemas de muchas publicaciones divulgativas con una precisión asombrosa. Cada suceso relevante en el ámbito de la cultura del género Homo se presenta como un hito bien definido, casi con su fecha y su hora. Si alguien pregunta sobre el momento del descubrimiento de América por la expedición capitaneada por Cristobal Colón es fácil responder que la noche del 11 al 12 de octubre de 1492 fue un momento histórico de enorme trascendencia. Estamos habituados a esta forma de entender la vida, por lo que resulta harto difícil comprender que los acontecimientos culturales de la prehistoria no se pueden fechar.

Hogueras en la prehistoria. Fuente: José Emilio Toro.

 

En ciertos esquemas aparecen hechos trascendentales de la cultura, como el dominio del arte rupestre, asociados a un territorio determinado y a un momento muy concreto. Es de suponer que cientos, tal vez miles de innovaciones de la prehistoria nunca llegarán a conocerse, sencillamente porque representan singularidades desaparecidas para siempre antes de ser adoptadas de manera general por las sociedades de entonces. Las poblaciones del Pleistoceno no solo tenían un tamaño muy pequeño, sino que estaban fragmentadas por diferentes accidentes geográficos. Y cuando un río o una cadena de montañas impedían el contacto entre los grupos, la lucha por los recursos era un motivo más que suficiente para la discontinuidad demográfica de una población.

 

En estas circunstancias es posible explicar que un determinado salto técnico, como la estandarización de las herramientas (la denominada tecnología achelense) tardara más de un millón de años en extenderse por buena parte de Eurasia. Los primeros bifaces datan de hace 1,8 millones de años y se encontraron en África. Estas herramientas se conocen en Europa en yacimientos de hace tan solo medio millón de años. Este hecho nos habla de la enorme lentitud con la que se transmitían las innovaciones técnicas. Pero también nos llevan a otra reflexión ¿Podemos poner fecha al inicio de tales innovaciones?

 

Ciertamente no. El registro de los yacimientos arqueológico-paleontológicos del Pleistoceno conocido en todo el mundo solo representa una muestra muy pequeña de lo que realmente se ha conservado. Y si se diera la feliz circunstancia de tener noticia de todos y cada uno de los yacimientos del planeta aún nos faltaría una inmensidad de información en nuestro conocimiento del pasado. Es por ello que cuando el registro arqueológico nos revela la existencia de una determinada innovación es muy probable que ese adelanto cultural tenga ya un largo recorrido de muchos cientos sino miles de años. Solo cuando el uso generalizado de determinados conocimientos se extendía por una gran parte de la población podemos detectarlo en la excavación de un cierto yacimiento. Es sencillamente una cuestión probabilística.

Teléfonos móviles.

 

Otro ejemplo muy conocido es el dominio del fuego, el uso de hogares para calentarse y tal vez para procesar el alimento ¿Quiénes fueron los primeros en lograr esa innovación tan importante? En muchos esquemas de libros de divulgación aparece la fecha mágica de 400.000 años para la invención del fuego en Europa. En ese momento del Pleistoceno el uso de fuego se habría generalizado (socializado) entre la mayoría de las poblaciones europeas. Pero el descubrimiento de las propiedades del dominio del fuego pudo ser muy anterior. Me atrevo a predecir que en algún momento se encontrará algún yacimiento europeo con presencia de hogueras intencionadas fechado antes de esa cifra mágica. Si el uso de hogueras ya se había socializado en el Corredor Levantino hace 800.000 años (yacimiento de Geser Benot Ya´acov), las poblaciones que entraron en Europa en los inicios del Pleistoceno Medio posiblemente tenían conocimientos y capacidad para encender hogueras.

En la actualidad el conocimiento se socializa en cuestión de días. Cualquier innovación tecnológica tarda unas cuantas horas en ser conocida y pocos meses en ser utilizada por millones de personas. Resulta difícil imaginar un mundo en el que una idea innovadora tenía una probabilidad muy baja de extenderse entre los habitantes de un amplio territorio. Y cuando este hecho se producía, transcurrían miles de años hasta que su uso se socializaba y provocaba el progreso cultural correspondiente.

 

 

José María Bermúdez de Castro