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La semana pasada supimos que un grupo de investigadores, liderados por Huw S. Groucutt (Universidad de Oxford) y Michael D. Petraglia (Max Planck Institute, Alemania), habían hallado pruebas irrefutables de la presencia de nuestra especie en la península de Arabia hace unos 85.000 años Su trabajo se ha publicado en la revista Nature, ecology & evolution.

Falange humana del yacimiento de Al Wusta, (Arabia Saudi). Foto: Nature ecology & evolution.

 

Es sin duda una gran noticia, porque el hallazgo se ha producido en una región muy compleja, de enorme inestabilidad política y de la que aún tenemos mucho que aprender. En mi opinión, el suroeste de Asia ha sido clave para la evolución del género Homo en todas las épocas, pero a nadie se le escapa que investigar en la región más inestable del planeta es casi suicida. Así que lo primero es aplaudir a los componentes del equipo que trabaja en el yacimiento de Al Wusta, en el desierto de An Nafud.

 

Cada vez vamos sabiendo más sobre nuestra expansión fuera de África. Cuando la mayoría de expertos quedaron convencidos de que Homo sapiens se consolidó primero en África y se expandió a continuación por todo el planeta, se pensó en un suceso único ocurrido en un momento determinado de nuestra evolución. Todo parecía indicar que la salida de África sucedió por el Corredor Levantino. Se suponía que el primer intento fue fallido, quizá por cuestiones climáticas o tal vez por la oposición de los neandertales. El segundo intento habría ocurrido hace unos 50.000 años, también por el mismo lugar y esta vez sí. Los miembros de nuestra especie llegaron a Europa y poco a poco se extendieron por todo el planeta, eliminando la oposición de las demás especies de homininos.

 

Este escenario fue cambiando poco a poco. Supimos que el estrecho de Bab el-Mandeb, en el llamado “cuerno de África”, pudo ser la primera puerta de salida. Se comprobó que los babuinos (Papio hamadryas) que viven en la península de Arabia llegaron allí desde el este de África hace unos 130.000 años (ver post de 23 de diciembre de 2014 en este mismo blog). Puesto que solo pudieron pasar por tierra firme, cabe la posibilidad de que la estrecha franja de agua que separa África de la península de Arabia por Bab el-Mandeb fuera transitable con facilidad en aquella época. Y si pasaron los babuinos, también lo pudieron hacer los miembros de Homo sapiens. Se confirmaban así las dataciones de algunos yacimientos en el camino de un posible viaje muy temprano de nuestra especie hasta el continente australiano, pasando por la península de Arabia, el estrecho de Ormuz, India, China, Indonesia y finalmente, Australia.

 

Si nos fijamos en el paisaje donde se localiza el yacimiento de Al Wusta pensaríamos, no sin razón, que los humanos de hace 120.000 años jamás se hubieran detenido a vivir allí. El yacimiento se encuentra en un desierto de más de 100.000 kilómetros cuadrados. Pero el clima de la Tierra no es estático. Cambia de manera cíclica en pocos miles de años y donde ahora hay un desierto, antes hubo un lugar apto para la vida. Así ha sucedido con el desierto del Sahara, aunque nos parezca imposible. Hace entre 95.000 y 86.000 años se produjo un episodio de humedad, que facilitó la vida de muchas especies (incluida la nuestra) en pleno desierto de la península de Arabia. Este cambio, facilitado por el cambio de latitud de los frentes de lluvia, no implicó que aquellos desiertos se transformaran en bosques y praderas exuberantes, sino simplemente en regiones con agua y más vegetación. Unas condiciones suficientes para una especie, como la nuestra, con una enorme capacidad de adaptación, que poco a poco se ha adaptado a vivir en la mayor parte de las regiones del planeta. Por descontado, la inestimable ayuda de sus progresos culturales ha sido un factor clave en esa adaptación.

 

Este hallazgo no hace sino confirmar que nuestra especie pudo atravesar el estrecho de Bab el-Mandeb hace unos 120.000 años y ocupar poco a poco las regiones más septentrionales de Eurasia. En ese viaje pudo hibridar con las poblaciones residentes o eliminarlas. Pero lo que no pudo hacer es desplazar a los neandertales de su imperio. Ese imperio, como todos, terminó por derrumbarse; pero transcurrieron nada menos que 70.000 años antes de que los neandertales se debilitaran y dejaran paso franco a Homo sapiens.

 

Algún día el suroeste de Asia dejará de ser una región conflictiva. Estoy convencido de que los equipos de arqueólogos y paleontólogos de todo el mundo podrán contarnos historias apasionantes sobre nuestros orígenes en esa región del planeta.

 

José María Bermúdez de Castro