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Examinando las revistas científicas relacionadas con la antropología y la evolución humana te puedes encontrar con estudios curiosos e inesperados. Este ha sido el caso de un trabajo firmado por varios genetistas, encabezados por Maarten Larmseau, del Departamento de Ciencias Biomédicas Forenses y Arqueología Molecular de Leuven (Bélgica) y publicado en la revista American Journal of Physical Anthropology. Por cierto, en esta investigación también ha participado un genetista español, Francesc Calafell, de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona.

Tercios de Flandes. Fuente: 1785

 

En las breves líneas que siguen es imposible siquiera resumir los acontecimientos históricos acaecidos en el siglo XVI, cuando se produjo la rebelión de los Países Bajos contra el imperio de Felipe II. Los historiadores han investigado a fondo los aspectos económicos, religiosos y políticos de la revuelta, que llevó a Felipe II a enviar en 1566 un ejército de 10.000 soldados a los Países Bajos bajo el mando del duque de Alba, Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel. Las tensiones derivadas de estos acontecimientos dieron lugar a numerosos sucesos bélicos, que la historia cuenta bajo diferentes puntos de vista. Todo terminaría en 1648 con la firma del tratado de Münster, que ponía fin a la llamada guerra de los ochenta años y representaba la independencia de los Países Bajos del imperio español.

 

Por supuesto, los conflictos armados no terminan con el cese de las hostilidades, sino que el odio entre los contendientes puede durar varias generaciones. Como han explicado numerosos historiadores (varios de ellos citados en la investigación de Larmseau y sus colegas), la popular Leyenda Negra Española fue diseñada por la política como un método eficaz para crear un sentimiento nacionalista en los nuevos estados independientes. Es una obviedad que todos los conflictos originan atrocidades. Pero no es menos cierto que la propaganda es también un arma muy útil para elevar la moral de la población durante y tras el conflicto armado, y procurar la unidad ante el enemigo común. Así surge la Leyenda Negra que, entre otros muchos aspectos, habla de las atrocidades cometidas por las tropas enviadas a los Países Bajos bajo el mando del odiado y temido Duque de Alba. Aquellos soldados fueron tachados de asesinos, ladrones y violadores y calificados como “la Furia Española”. ¿Qué hay de verdad y de exageración en esta narrativa?

 

Los genetistas han dejado a un lado estas cuestiones difíciles de contrastar y se han centrado en los datos. Si durante aquellos ochenta años se produjeron agresiones sexuales continuadas (además de los matrimonios entre españoles/as y los/as habitantes de aquellas regiones), los marcadores genéticos habrían dejado su huella en la población actual de los Países Bajos. Han transcurrido muy pocas generaciones y esa huella podría detectarse con facilidad, especialmente en el cromosoma Y. En particular, los investigadores han trabajado con los marcadores genéticos Z195 y SRY2627 del cromosoma Y.

 

El número de individuos examinados asciende a 5.513, donantes anónimos, originarios de España, Francia, Gran Bretaña, Irlanda, Italia, Portugal y, por supuesto, de los Países Bajos. Los individuos de los Países Bajos fueron cuidadosamente seleccionados, bajo la premisa de que su genealogía era anterior a 1800 y relacionada con las regiones afectadas por aquella guerra de los siglos XVI y XVII. Aproximadamente, tres cuartas partes de la armada española enviada a Flandes tenían su origen en diferentes zonas de la península ibérica y en particular del País Vasco. La frecuencia de estos marcadores es muy similar en todas las regiones españolas, según los datos publicados en 2017 por un equipo español liderado por Neus Solé-Morata y Francesc Calafell. En cambio, las frecuencias disminuyen hacia el norte de Europa y apenas son testimoniales en los Países Bajos. No se observaron diferencias entre los individuos procedentes de las ciudades supuestamente saqueadas por los soldados al mando del duque de Alba y otras ciudades de los Países Bajos.

 

En definitiva, aunque aquella guerra fuera tan horrible como todos los conflictos armados y sucedieran acontecimientos deplorables en uno y otro bando, los datos científicos objetivos desmienten las exageraciones interesadas que alimentaron nuestra Leyenda Negra.

 

José María Bermúdez de Castro