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En 2015 publicamos (María Martinón Torres y quién escribe estas líneas) un artículo con nuestros colegas chinos Xing Song, Liu Wu y Wu Xiujie en la revista American Journal of Physical Anthropology acerca de los dientes de fósiles recuperados en la década de 1970 en el yacimiento chino de Xujiayao. Este yacimiento se localiza en la cuenca del río Nihewan, no lejos de Pekín. Cuando realizamos el estudio no se conocía con precisión la antigüedad de los fósiles, que se estimaba entre 340.000 y 90.000 años. Los fósiles habían cogido polvo en algún cajón durante 40 años y merecía la pena sacarlos de nuevo a la luz. Los primeros estudios habían concluido que los fósiles de Xujiayao pertenecían a una población de transición entre Homo erectus y Homo sapiens, siguiendo la tradición de la escuela de China de aquella época. Puesto que la industria lítica del yacimiento (unos 30.000 artefactos) tiene características posteriores al achelense y los restos fósiles de mamíferos (unos 5.000) apuntaban a una época de finales del Pleistoceno Medio, los expertos preferían apostar por incluir los restos humanos en nuestra especie. Ese era el escenario que encontramos cuando nuestros colegas de China pidieron nuestra opinión y colaboración en el estudio.

Original del maxilar humano del yacimiento de Xujiayao, que conserva el primer molar incluido en su alveolo. Foto del autor.

 

Nuestra investigación fue realizada a ciegas, sin ese dato temporal que muchas veces condiciona nuestras conclusiones. Hicimos notar que los dientes conservaban características de H. erectus, apuntando a una cierta antigüedad. Pero también detectamos cierta modernidad, puesto que los dientes de Xujiayao tienen algunos rasgos compartidos con los neandertales. En algún pasaje de nuestra discusión hablamos de los denisovanos y su posible relación con los fósiles de este yacimiento de China. Todo apuntaba a una evolución muy compleja en el norte de Eurasia, donde los neandertales pudieron expandir los dominios de su imperio, donde una población de origen muy antiguo (denisovanos) persistió hasta el Pleistoceno Tardío y donde la influencia de Homo erectus todavía estaba presente. Un lio tremendo.

 

Quizá inspirados en ese trabajo, el geocronólogo Hong Ao y varios colegas se decidieron a obtener dataciones en el yacimiento de Xujiayao. Estos autores han publicado sus resultados en la revista Journal of Human Evolution. Empleando el método del ESR (resonancia paramagnética electrónica) aplicado a granos de cuarzo del nivel donde aparecieron los restos fósiles, los geocronólogos han sido capaces de establecer un rango temporal más limitado, en una horquilla de entre 260.000 y 370.000 años. El estudio del paleomagnetismo de la secuencia estratigráfica está de acuerdo con fechar el yacimiento en el Pleistoceno Medio. Es una buena noticia que los yacimientos de China excavados durante el siglo XX puedan colocarse en el marco temporal del que carecían. Es la única manera de comprender un registro muy rico, pero mal conocido.

 

Los autores de este trabajo están de acuerdo con nuestras conclusiones de 2015 y sugieren la posibilidad de establecer una conexión entre los fósiles de Xujiayao y los denisovanos. Del mismo modo que la evolución humana de Europa se ha ido complicando con nuevos hallazgos, la historia evolutiva del resto de Eurasia parece mucho más compleja de lo que se imaginaron nuestros colegas hace tan solo unas pocas décadas. Los movimientos de grupos humanos, su posible mestizaje, pero también su aislamiento durante miles de años, nos dibujan un escenario difícil de comprender. Si tuviéramos una bola de cristal que nos permitiera echar un vistazo a todos los grupos humanos que poblaron Eurasia desde hace casi dos millones de años hasta la definitiva ocupación del planeta por nuestra especie seguramente nos quedaríamos atónitos. Podemos decir, que casi no sabemos nada de aquella época. Apenas algunas ventanas para asomarnos al pasado y sufrir el vértigo del vacío ante nuestros pies.

 

José María Bermúdez de Castro