Durante la última década del siglo XX fuimos testigos del escepticismo que despertaron los hallazgos en el yacimiento del Dmanisi. Su gran antigüedad no casaba bien con el paradigma de entonces. Con anterioridad a esos hallazgos la comunidad científica había construido una teoría aparentemente sólida sobre la primera expansión humana fuera de África, que habría sucedido hace un millón de años. Los restos fósiles humanos de Dmanisi tenía en torno a 1,8 millones de años y su aspecto era muy primitivo. Supimos entonces que no era necesario tener una buena estatura, piernas largas y un cerebro grande para abandonar el continente africano y aventurarse a la conquista de nuevos territorios. El castillo se derrumbó y hubo que reconstruirlo a toda prisa. También quedaron reivindicadas las propuestas de varios investigadores, que sostenían una antigüedad de más de un millón de años para varios fósiles humanos encontrados en China e Indonesia (Yuanmou, Gongwangling, Sangiran, Majuangou y Shangshazui). Las cosas se ponían en su sitio.
El 26 de julio de este año la revista Nature ha publicado un artículo liderado por Zhaoyu Zhu (Academia de Ciencias de China) y Robin Dennell (Universidad de Exeter, Reino Unido), en el que el equipo liderado por estos investigadores da una vuelta de tornillo a la antigüedad de la humanidad fuera de su cuna africana. Este equipo ha realizado el estudio de una secuencia sedimentaria de nada menos que 74 metros de espesor en la localidad de Shangchen, situada en el condado de Lantian, provincia de Shaanxi, donde se acumularon los sedimentos depositados por el viento (loess) a lo largo de miles de años en una superficie de ciento de miles de kilómetros cuadrados. Las excavaciones de este equipo se han desarrollado entre 2004 y 2017 y es previsible que continúen. La superficie que todavía se puede estudiar es inconmensurable.
Ante todo, es importante destacar que la primera expansión fuera de África no implicó necesariamente notables adaptaciones biológicas en los homininos. Todos los yacimientos mencionados en los párrafos anteriores se localizan por debajo del paralelo 34º, que coincide con el norte de África. A pesar de las oscilaciones climáticas ocurridas hace entre 2,0 y 1,5 millones de años, los cambios no fueron tan dramáticos como para impedir la proliferación de los homininos en todos los territorios tanto africanos como asiáticos situados por debajo de esa latitud. Puesto que la conexión entre África y Asia a través del Corredor Levantino es franca, a nadie le puede ya extrañar que los homininos pudieran expandir sus territorios hacia el este y alcanzaran muy pronto el extremo más oriental de Eurasia.
Los hallazgos en Shangchen no incluyen restos humanos. Pero la colección de herramientas, fabricadas según la tecnología más antigua que se conoce (Modo 1), es muy notable. Tampoco hay dataciones cuantitativas mediante alguno de los métodos tradicionales. Pero se ha llevado a cabo un estudio del magnetismo remanente de los sedimentos. Ya sabemos que la polaridad magnética del planeta ha experimentado cambios a lo largo del tiempo y que muchos de esos cambios están perfectamente fechados en las dorsales oceánicas. En la secuencia sedimentaria de Shangchen se han detectado cinco cambios de polaridad magnética, que se corresponderían con los eventos denominados: Matuyama/Brunhes (773.000 años), Jaramillo (990.000 -1.070.000 años), Cobb Mountain (aprox. 1.200.000 años), Olduvai (1.800.000 – 1.950.00 años) y Reunión (aprox. 2.100.000 años). Las herramientas más antiguas halladas en esta secuencia tienen una antigüedad de unos 1.120.000 años. Los investigadores han descartado que esos útiles fueran simples piedras rotas de manera natural (geofactos), algo que con frecuencia sucede en la naturaleza cuando las piedras se golpean unas contra las otras. Las herramientas de Shangchen no solo se encuentran in situ, sino que muestran retoques para avivar los filos cortantes y golpes dirigidos y planificados. La experiencia de los investigadores que publican este trabajo es una garantía de la robustez de sus conclusiones.
La última frase del artículo sugiere replantear el tiempo de la primera expansión fuera de África, aunque no se menciona (seguramente por prudencia) el tipo de hominino responsable de la fabricación de estos útiles a unos 8.000 kilómetros del continente africano. Sabiendo que las herramientas más antiguas encontradas en África pueden tener una antigüedad de tres millones de años no resulta extraño que esa primera expansión sucediera antes de la barrera de los dos millones de años. Hay tiempo de sobra para recorrer esa larga distancia, por territorios con un clima muy similar. Tampoco puede extrañar que esa expansión fuera realizada por un hominino de aspecto aún más primitivo que los hallados en Dmanisi. La especie H. habilis fabricó instrumentos y su anatomía es más arcaica que la de los homininos del yacimiento georgiano. Incluso, algunos investigadores prefieren hablar de Australopithecus habilis. Es por ello que las herramientas de Shangchen no tienen que asociarse necesariamente al género Homo. Futuros hallazgos dictarán sentencia sobre este asunto.
El trabajo de Zhu y Dennell es un buen toque de atención para seguir eliminando viejos conceptos e ideas apuntaladas en la historia de la evolución humana. Seguiremos abriendo la mente, para aceptar a trámite nuevas hipótesis y descartar lo que hace tan solo un par de décadas se daba por seguro.
José María Bermúdez de Castro
Buenas.
Simplemente señalar una pequeña errata, pero que es clave para entender la noticia.
Donde dice «tienen una antigüedad de unos 1.120.000 años», realmente quiere decir «2.120.000» años,
¡Muchas gracias por este fantástico blog!