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Los especialistas en fisiología pulmonar son capaces de obtener un gran número de variables en cualquiera de nosotros. Una sencilla espirometría puede detectar posibles patologías ¿Podemos preguntar a los fósiles sobre su fisiología? Pues, aunque parezca mentira, es posible medir algunas de las variables de la mecánica pulmonar. Para ello solo es necesario disponer de costillas fósiles. Y si se conserva la mayor parte de la caja torácica, aún mejor.

Reconstrucción de la caja torácica de los neandertales y su comparación con la forma de la caja torácica actual. Fuente: Communications Biology.

No existen demasiados especialistas en el estudio de la caja torácica de nuestros ancestros. El material de estudio es escaso y no da para ocupar el tiempo de muchos expertos. Las costillas se rompen durante el proceso de fosilización debido a la presión de los sedimentos. Cuando la conservación ha sido especialmente buena por alguna feliz circunstancia, todavía queda el trabajo de identificar y recomponer las costillas. Un trabajo nada sencillo, que requiere destreza y un conocimiento anatómico extraordinario. No creo que lleguen a media docena los especialistas en la investigación de la caja torácica de las especies humanas extinguidas. Tengo la suerte de conocer y mantener amistad con dos de ellos, que no dejan de asombrarme con sus investigaciones. Y los dos son españoles.

 

Daniel García Martínez (Dani, para los amigos) acaba de liderar un artículo en la revista Communications Biology (del grupo Nature), publicado durante el mes de agosto, que es fruto de sus largas investigaciones en la época predoctoral. La reconstrucción de la caja torácica de los neandertales ha sido factible gracias a las prácticas funerarias de estos humanos. Los enterramientos han posibilitado la conservación de las costillas en algunos casos. Aun así, por delante queda el trabajo primero de identificar cada costilla, para luego obtener imágenes digitales mediante tomografía computarizada. Ciertos programas informáticos permiten encontrar la curvatura original de las costillas deformadas (algo muy frecuente) y recomponer aquellas que se rompieron. Con infinita paciencia, Daniel García consiguió reconstruir la caja torácica de tres neandertales: Kebara 2 y Tabun C1 (Israel) y uno de los ejemplares del yacimiento asturiano de El Sidrón. Gracias a la conservación de algunos elementos anatómicos es posible estimar que los restos Kebara 2 pudieron pertenecer a un varón, mientras que los de Tabun C1 posiblemente fueron de una mujer. El sexo del individuo de El Sidrón no ha podido ser estimado.

 

Uno de los resultados más interesante de estas investigaciones es la forma de la caja torácica, cuya gran anchura de los diámetros transversal y sagital en su parte inferior está en consonancia con la forma de la pelvis. Según toda la información disponible, la forma de la pelvis y la caja torácica de Homo sapiens ha derivado con respecto a la forma primitiva de todas las demás especies de homininos. Los neandertales y sus ancestros del Pleistoceno Medio llegaron a tener una estatura media de 165 centímetros para los varones y de 155 centímetros para las mujeres. Su cerebro llegó a tener un mayor volumen que el de Homo sapiens (en particular por el desarrollo del área occipital) y una masa muscular superior al promedio de machos y hembras de nuestra especie. Ahora sabemos que su máxima capacidad pulmonar (máxima cantidad de aire que pueden contener el sistema respiratorio) también era superior al promedio de nuestra especie. El ejemplar Kebara 2 y el ejemplar de El Sidrón superaban ligeramente los nueve litros de aire, frente a los siete litros en promedio de un hombre actual. Los pulmones del ejemplar Tabun C1 pudieron contener cerca de seis litros, frente a los casi cinco litros de una mujer actual. Al comparar la capacidad pulmonar total de los neandertales frente a su estatura y su masa corporal salían ganando con respecto a un humano reciente promedio.

 

Por supuesto, ya sabemos que los deportistas actuales de élite tienen una capacidad pulmonar superior a la del resto de nosotros. Miguel Induráin llegó a tener hasta ocho litros en su mejor momento de forma. No olvidemos que su estatura (188 centímetros) y su peso ideal en competición (80 kilogramos) eran muy superiores a los de los neandertales. Así que, en términos relativos (comparación de la capacidad pulmonar total frente a la estatura y la masa corporal), los neandertales tenían parámetros superiores a los de Induráin ¿Podríamos considerar a los neandertales como posibles grandes deportistas? Por supuesto, aunque dada su corpulencia y forma corporal difícilmente podrían haber ganado una gran vuelta ciclista.

 

La selección natural era todavía implacable con especies como Homo neanderthalensis, que debían afrontar una vida muy compleja para conseguir sus presas y defenderse de sus predadores. Su rutina era la del entrenamiento obligado diario, con la imperiosa necesidad de mantener su gran cerebro y su impresionante masa muscular bien oxigenados. Se puede opinar (los expertos tienen la palabra) sobre aquellos deportes actuales en los que podrían haber destacado los neandertales (tanto ellos como ellas). Aunque no sea posible obtener todas aquellas variables que se le miden a los deportistas de élite para conocer su posible rendimiento, no me cabe duda de que los neandertales habrían pasado con éxito cualquier examen riguroso y habrían alcanzado registros impresionantes en muchas disciplinas olímpicas.

 

José María Bermúdez de Castro