El yacimiento de la cueva de Axlor (Dima, Vizcaya) se conoce desde 1932. Lo descubrió el prehistoriador José Miguel de Barandiarán, mientras trabajaba en otro yacimiento próximo. Pero no fue hasta 1967 que este investigador se decidió a excavar en la cueva de Axlor. Sus trabajos se extendieron hasta 1974. De su exploración nos han quedado varios dientes humanos, alguno de los cuales se perdió de manera accidental. El estudio de los restos arqueológicos y fósiles permitió asegurar que la cueva fue visitada de manera asidua por los neandertales seguramente hace más de 50.000 años. Varios de los niveles descritos por Barandiarán contenían herramientas musterienses, mientras que la morfología de los dientes es inconfundible; pertenecieron a humanos de la especie Homo neanderthalensis.
Al iniciarse el siglo XXI, el yacimiento fue nuevamente explorado bajo la dirección de Jesús González Urquijo, Juan José Ibáñez-Estévez y Joseba Ríos Garaizar. Sus trabajos certificaron la presencia de los neandertales en Axlor y añadieron una notable cantidad de información sobre la geología o el contexto arqueológico de este yacimiento.
En julio de este año la revista Scientific Reports publicó un artículo sobre el comportamiento cinegético y la gastronomía de los neandertales de Axlor, liderado por Asier Gómez Olivenza. Se sabe que los miembros de esta especie fueron capaces de adaptarse a la mayoría de los territorios de Eurasia. Este fue el verdadero imperio de los neandertales durante miles de años. Su inteligencia y sus habilidades culturales les permitieron conseguir una amplia gama de alimentos, incluyendo diferentes tipos de vegetales, y una larga lista de invertebrados y vertebrados terrestres y marinos. Podría decirse que su despensa estuvo llena de cualquier alimento imaginable disponible en su medio. Aunque ya se sabía que en la mesa de los neandertales no faltaban las aves y los carnívoros, el artículo de Scientific Reports nos presenta por primera vez un estudio del consumo de estos animales en yacimientos de la cornisa Cantábrica.
Los autores de este trabajo nos explican que el registro fósil de Axlor cuenta, entre otros restos fósiles manipulados por los neandertales para su consumo, con huesos de zorros, cuervos, cernícalos y águilas. En particular, los investigadores han identificado los restos de dos águilas reales (Aquila chrysaetos), que tienen las inconfundibles marcas de descarnado con utensilios de piedra.
Las águilas reales son predadores por excelencia. Cazan desde el aire conejos, liebres, zorros, serpientes e, incluso, ejemplares jóvenes de linces, jabalíes, corzos o rebecos, a los que habría que añadir los de las especies ya extinguidas en Europa. Todos sabemos la enorme velocidad que pueden alcanzar estas aves en caída libre para capturar una presa. La envergadura del águila real supera los dos metros y no son precisamente animales pacíficos a los que cualquiera pueda acercarse. Ni tan siquiera se pueden visitar sin peligro sus nidos, que sitúan en lugares poco o nada accesibles, como acantilados o árboles de gran altura.
Los neandertales, como otro homininos del Pleistoceno, fueron capaces de capturar bisontes, ciervos, jabalíes, etc. Para ello era necesario fuerza, velocidad y el diseño de estrategias de grupo. Ahora bien, no se me ocurre como un águila real pudo acabar en la “cazuela” de los neandertales de Axlor. La habilidad de estos humanos no dejará de sorprendernos.
Saludos José María. Me aventuro a formular una hipótesis. Ya que los neandertales no disponían de armas arrojadizas solamente cabe imaginar a un ejemplar de águila tratando de remontar el vuelo con una presa entre sus garras, presa demasiado pesada, cuando, por su espalda y sin percatarse de su presencia, un cazador neandertal atrapa al águila y la consigue inmovilizar y dar muerte, quedándose de paso también con la presa de ésta. El oportunismo cinegético ha sido empleado por todos los depredadores y en ocasiones el cazador se convierte en presa.
Y, ¿por qué no carroñeros?
Saludos querido profesor. Quisiera comentarle a Jose Manuel los Neandertales si disponían de armas arrojadizas. Sus lanzas podían ser mas pesadas pero las lanzaban, y además disponían de todas las piedras del mundo, hondas y demás artilugios.Eras fuertes pero inteligentes.
Gracias por todo. Pablo.
Saludos cordiales Pablo y saludos José María, espero que tu estancia en China sea muy fructífera y nos lo cuentes todo aquí con pelos y señales para disfrute de todos los amantes de la ciencia.
Sin ánimo de entrar en debates estériles, Pablo, yo sólo me remito a las conclusiones de destacados investigadores respecto a que las lanzas Neandertales eran más de empuje que para ser arrojadas, aunque esporádicamente pudiesen ser arrojadas a distancias cortas, asimismo no disponían, por lo que se sabe, de lanzadores o estilizadas jabalinas como los Sapiens. Lo de las hondas lo ignoro. Por otra parte, del estudio de los restos óseos neandertales se observan numerosas lesiones en la parte superior del cuerpo, derivadas del enfrentamiento cuerpo a cuerpo con los poderosos animales que cazaban. De ahí mi atrevida afirmación de que no disponían de armas arrojadizas, genéricamente hablando.
Lo que pasa es que he recogido el guante del interrogante que planteaba José María sobre el hecho de que un par de ejemplares de águila acabasen en la «cazuela» neandertal. Y lo que se me ocurre es que lo que perseguía el cazador no era el ave sino la presa de ésta, como por ejemplo una cría de carnero, acabando el plumífero de complemento, pues no era lógico despreciar cualquier bocado para unos humanos que podían llegar a comerse a sus congéneres si la ocasión lo requería. Oportunismo cinégetico.
En fin, la imaginación es libre…