Cuando pensamos en la península arábiga nos vienen a la mente grandes desiertos, pozos de petróleo y tal vez un AVE en construcción entre Medina y La Meca.
El paisaje de la península es ciertamente una continuación del desierto de Sahara, poco apta para la vida excepto en las altas montañas del sur y del este, que aprovechan la lluvia de los monzones. Pero el clima de esta península no siempre fue como lo conocemos en la actualidad.
La arqueología de ese territorio está poco desarrollada, pero se conocen algunos yacimientos del Pleistoceno. La revista PLOS ONE ha publicado recientemente el estudio de una región (Dawadmi) y de una localidad (Safaqah 206-76), en la que un equipo de investigadores liderados por Ceri Shipton (Universidad de Canberra, Australia) y Michael Petraglia (Instituto Max Planck, Alemania) ha dado a conocer un conjunto excepcional de herramientas achelenses.
La región de Dawadmi se encuentra justo a medio camino entre el mar Rojo y el golfo Pérsico, en una región donde abundan los viejos cauces de ríos y arroyos. Su trabajo ha consistido en la prospección de un área muy extensa y en la excavación de un lugar concreto de la misma, donde se han localizado varios estratos con herramientas achelenses. La colección recuperada hasta el momento es impresionante y ya reúne la escalofriante cifra de un millón de herramientas de piedra, fundamentalmente fabricadas a partir de rocas volcánicas (en particular andesita y riolita). Es evidente que los humanos de una especie no determinada ocuparon estas tierras en otro tiempo durante miles de años.
Durante diferentes momentos del Pleistoceno, y en particular hace aproximadamente un millón de años, el Corredor Levantino y la península arábiga tuvieron un clima húmedo, muy apto para la vida de un ecosistema floreciente. Varios yacimientos e investigaciones paleoclimáticas testimonian este hecho. Las poblaciones con industria achelense se expandieron entonces hacia la península arábiga aprovechando los cursos fluviales, entonces llenos de vida y soportes de una rica vegetación. Faltan dataciones que permitan tener una buena idea de la secuencia temporal de Dawadmi. Las estimaciones por medio de las series de uranio en calcitas adheridas a algunas de las herramientas ofrecen un dato de aproximadamente 200.000 años. Esta antigüedad puede suponer una larga estancia de los humanos que fabricaron estas herramientas en la península arábiga.
El lapso temporal de 800.000 años desde la primera ocupación de la península estuvo sometido a cambios climáticos importantes. Para muchos investigadores (pero no para todos/as) esos cambios están relacionados con la sucesión de épocas glaciares e interglaciares del hemisferio norte. Sea como sea, hubo cambios en la península arábiga, que se notaron en la mayor o menor humedad, alternando períodos húmedos con períodos más secos. Los humanos pudieron resistir todo ese tiempo, adaptándose a las condiciones cambiantes. Así como en el Corredor Levantino, África y Europa se observan cambios en la tecnología –tal vez por evolución o quizá por la llegada de diferentes grupos humanos–, en la región de Dawadmi la monotonía en la tecnología es llamativa. Abundan los bifaces, obtenidos de grandes lascas y otras herramientas bifaciales más pequeñas. No aparecen tantos hendedores como en otros conjuntos achelenses. Esta herramienta se ha asociado con la fabricación de instrumentos de madera (lanzas y otras armas arrojadizas). Posiblemente, la región de Dawadmi no tenía la frondosidad de otras regiones.
Esa monotonía en la fabricación de instrumentos puede estar relacionada con la incapacidad mental para la innovación. Aunque me inclino más por el aislamiento de aquellas poblaciones. Siempre he defendido que la capacidad innovadora sucede cuando los grupos humanos intercambian información. Es muy llamativa la diversidad tecnológica en el Corredor Levantino, verdadero cruce de caminos entre África y Eurasia. Mientras, el oeste de Europa no conoció el achelense hasta hace unos 600.000 años, alejado de las innovaciones que se producían en el este de África. La península arábiga pudo estar aislada durante las épocas más secas, sin recibir el aporte innovador de otras poblaciones. De hecho, no parece haber una transición hacia el Paleolítico Medio, como se observa en muchas otras regiones habitadas por las especies del género Homo.
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