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Tenemos la inmensa suerte de contar en nuestro país con yacimientos singulares del Cuaternario. Muchos de ellos se han encontrado en tiempos recientes, gracias a disponer de mejores medios y, sobre todo, de la formación de buenos científicos. El yacimiento de la cueva de El Sidrón, en Asturias, y el equipo que ha desarrollado un proyecto asociado es un buen ejemplo de ello. Comprendo que suene raro hablar de que a la ciencia española le va bien, pero en el ámbito de la arqueología y la evolución humana hemos tenido una “edad de oro”, de la que todavía seguimos obteniendo buenas rentas.

Hace un par de semanas, varios investigadores españoles, liderados por Luis Ríos y Antonio Rosas, publicaron un detallado estudio de las anomalías óseas que presentan los 1674 restos fósiles humanos obtenidos del yacimiento de El Sidrón. El trabajo se publicó el 8 de febrero en la revista ScientíficReports, y puede leerse libremente.

El yacimiento de El Sidrón, cuya antigüedad está bien fijada en unos 49.000 años antes del presente, no solo ha proporcionado una cantidad inusual de restos fósiles de la especie Homo neanderthalensis, sino que ha contribuido de manera decisiva en la determinación del genoma de los neandertales. Además, y de acuerdo con las observaciones que se han realizado en este trabajo de investigación, el yacimiento de El Sidrón presenta datos objetivos para apoyar una hipótesis cada vez más sólida sobre la extinción de los neandertales.

Excavación en la cueva de El Sidrón (Concejo de Piloña, Asturias). Fuente: fotografía del Equipo Investigador de El Sidrón.

Durante años, la desaparición de este grupo humano ha sido objeto de debate. Recuerdo más de media docena de hipótesis. Por descontado, la idea más extendida está relacionada con nuestra presunta superioridad. Nos vemos a nosotros mismos como una especie superior, capaz de competir con enorme ventaja. Los neandertales no hubieran supuesto ningún problema para nosotros. Pero esa hipótesis ha ido perdiendo fuerza a medida que se conocían las herramientas y el modo de vida de los primeros Homo sapiens. En particular, el hecho de que tardáramos unos 50.000 años (o quizá más) en superar la barrera de los neandertales en el Corredor Levantino antes de asentarnos definitivamente en Europa, es una prueba definitiva en contra de nuestra supuesta superioridad.Recientemente se postuló que los neandertales practicaron en exceso el canibalismo, hasta producir su propia extinción. Esa hipótesis no va por mal camino, pero hay que recordar que el canibalismo ha sido un comportamiento muy común a lo largo de toda la genealogía humana.Las evidencias más antiguas tienen casi un millón de años (Homo antecessor) y puede haberse producido de manera recurrente por todas las especies humanas, incluida la nuestra. En todo caso, habría que preguntarse si el canibalismo se practicó con mayor frecuencia en la población Neandertal y, de ser así, cuál fue la razón.

La genómica ha sido capaz de observar un hecho, quizá decisivo en este debate. La diversidad genética de los neandertales de ciertos yacimientos es muy pobre, denotando quizá la baja densidad demográfica de este grupo humano. En este punto, es importante recordar que desde que tenemos constancia de poblaciones directamente relacionadas por los neandertales, se han sucedido nada menos que cinco períodos glaciales, con un promedio de 50.000 años de intenso frío. Las poblaciones neandertales se movían hacia regiones mediterráneas, donde encontraban refugio. Durante las cuatro épocas cálidas (interglaciares) las poblaciones neandertales se expandieron y promovieron lo que yo siempre denomino “el Imperio de los neandertales”. Posiblemente, este grupo humano alcanzó el Pacífico, como siempre explica nuestro colega Robin Dennell. Pero la última glaciación fue intensa y devastadora. Comenzó hace unos 70.000 años, cuando nuestra especie ya estaba llamando a la puerta. Es posible que muchos grupos desaparecieran a causa del frío, mientras que otros quedaron atrapados en refugios del norte. Algunas poblaciones se protegieron del frío en las templadas áreas próximas al Mediterráneo. La dispersión jugó a favor de la endogamia y, por tanto, al debilitamiento genético de la especie.

Los 16 individuos identificados en el yacimiento de El Sidrón muestran un repertorio de hasta 16 anomalías congénitas, según nos muestran Luis Ríos y sus colegas. La lista de anomalías, bien conocidas en nuestra especie, incluyen detalles óseos en costillas, vértebras, huesos del pie y en el aparato dental. Es evidente que estos grupos experimentaron una fuerte endogamia debido a la baja densidad demográfica de la población. Cuando estos hechos estaban sucediendo, las poblaciones de Homo sapiens aún no habían desarrollado todo su potencial. Sus habilidades tecnológicas no eran superiores a las de los neandertales, pero sin el problema añadido de la endogamia, estuvieron en disposición de disputar los mejores territorios de aprovisionamiento de recursos. En unos pocos miles de años, nuestra especie se apoderó de toda Europa. El cambio fue tan veloz, que la arqueología no es capaz de afinar lo suficiente para detectar la transición. Los estudios genómicos irán revelando datos en estos próximos años. Estoy convencido de que la hipótesis de la auto-extinción de los neandertales por endogamia y debilitamiento genético se irá consolidando.

José María Bermúdez de Castro