Seleccionar página

Cada cierto tiempo me gusta recordar en este blog nuestra estrecha relación con los simios antropoideos y las dificultades de estos primates para ocupar un lugar digno en nuestro planeta. No es necesario recordar que compartimos una gran parte de nuestro genoma con chimpancés (99%), gorilas (98%) y orangutanes (97%), y que numerosos estudios científicos han demostrado similitudes increíbles con ellos en nuestro comportamiento. Los bonobos podrían enseñarnos a vivir de otra manera, en paz y armonía. Entre otras cosas, estos primates no conocen la violencia de género.

Desde hace años, Pedro Pozas Terrados está implicado de manera muy activa en la defensa de los simios antropoideos. Preside el proyecto Gran Simio, una iniciativa de carácter internacional, y no ceja en su empeño de conseguir leyes que defiendan los derechos elementales de estos primates. Sus experiencias desde hace años en el trato directo con chimpancés han transformado esa defensa en su plan de vida. En 2008, Pedro Pozas consiguió que la Comisión de Medio Ambiente del Congreso de los Diputados le hiciera caso. Se trataba de legislar en contra del trato vejatorio que reciben nuestros parientes vivos más próximos en muchas circunstancias. Su esfuerzo se quedó en papel mojado.  La documentación aportada estará cogiendo polvo, olvidada en algún cajón.

Fuente: Google

Así que otros países europeos ya se están adelantando. Aunque innovadores y punta de lanza en algunas cuestiones, en no pocos aspectos nos situamos a la cola de los países europeos. El tribunal constitucional de la ciudad de Basilea, en Suiza, acaba de emitir un dictamen favorable, con la idea de que se cree una legislación que favorezca los derechos básicos de los simios antropoideos. La convulsa política española está en otras cosas, que en apariencia son más importantes. El problema de la conservación de estas y otras muchas especies no forma parte de las cuestiones que preocupan a la sociedad. A las encuestas me remito. En consecuencia, tampoco forma parte de las preocupaciones de la clase política. Pienso que es un grave error. La conservación de las especies es una de las derivadas del mayor problema que nos afectará a todos sin excepción a medio plazo, como habitantes de un planeta cuya evolución natural hemos alterado quizá de manera irreversible.

En lo que concierne al cerebro, es evidente que Homo sapiens ha evolucionado hasta triplicar el volumen de este órgano con respecto a los simios antropoideos. El neocórtex cerebral, donde residen muchos de los supuestamente comportamientos “racionales”, se ha desarrollado de manera exponencial. Pero apuesto a que nuestro sistema límbico, donde se gestionan (entre otros muchos aspectos) las emociones y sentimientos, apenas ha variado en relación con el de los simios antropoideos.

Estoy convencido de que algún día se cumplirá el sueño de Pedro Pozas. El estudio del comportamiento de los simios antropoideos nos seguirá ayudando a conocernos a nosotros mismos. De nuestra genealogía ya solo quedamos nosotros. Por el camino se han quedado decenas de especies, de las que solo conocemos sus restos fósiles y, en algún caso, fragmentos de su genoma. Pero nos quedan especies vivas de otras genealogías próximas. Un tesoro que podemos perder por nuestra propia ignorancia.

José María Bermúdez de Castro