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El mentón es, en apariencia, un rasgo anatómico exclusivo de nuestra especie. Presumimos de esta circunstancia, aunque no existe consenso sobre las posibles ventajas adaptativas de tener un perfil tan particular. Solemos apoyar toda la mano o solamente los dedos índice y pulgar en la barbilla, adoptando una cierta expresión pensativa o intelectual. Puede ser una pose premeditada o lo hacemos de manera inconsciente, simplemente porque nuestra anatomía nos lo permite.
La morfología ósea del mentón suele ser más compleja en los hombres, y nuestra barbilla adopta un aspecto robusto en consonancia con una cara de rasgos más pronunciados. Por el contrario, el mentón de las mujeres suele tener una morfología más grácil. Como consecuencia, su barbilla y en general toda la cara muestra un aspecto más delicado. Por supuesto y como es bien conocido, existe una variabilidad muy amplia dentro del mismo sexo, de una misma población y entre las diferentes poblaciones del planeta.

En el canon de belleza del perfil de hombres y mujeres el mentón juega un papel muy importante. Un mentón poco desarrollado produce el acortamiento de la parte inferior de la mandíbula, que puede contrastar con el resto de la cara. Por el contrario, un mentón excesivamente prominente, puede afear una cara equilibrada en otras regiones anatómicas. La cirugía estética se utiliza con bastante frecuencia para corregir estos desequilibrios y, de paso, incrementar la autoestima de quienes los padecen.

mandibula

La mandíbula más antigua de Europa

Quizá sea menos conocido que el esbozo de mentón apareció en el género Homo hace unos dos millones de años. Las mandíbulas más antiguas de nuestro género ya presentan una cierta protuberancia, que se considera como el inicio del futuro mentón. Es el caso de la mandíbula más antigua de Europa, hallada en el yacimiento de la Sima del Elefante de la sierra de Atapuerca, cuya antigüedad se cifra en 1.200.000 años.

Entonces, ¿porqué siempre nos han contado que nuestros ancestros carecían totalmente de mentón? La explicación es sencilla. El hueso alveolar que da sustento a las raíces de incisivos y caninos está muy desarrollado en Homo erectus y en otras especies del género Homo, proyectando esta región de la mandíbula hacia adelante. Esta circunstancia esconde en cierto modo la existencia del esbozo de mentón, que ya tenían nuestros antepasados de hace miles de años. En Homo sapiens el hueso alveolar se retrajo, al mismo tiempo que la corona y la raíz de incisivos y caninos reducian su tamaño. El mentón, en cambio, se hizo cada vez más pronunciado hasta llegar a la situación actual.

Y como con ello no hacemos daño a nadie, si nuestro mentón está bien proporcionado, podemos presumir de un perfil bonito. Eso si, quizá los Homo erectus pensarían de otro modo y se espantarían si pudieran ver esa horrorosa prominencia que tenemos en la barbilla.