Una parte del territorio donde se localizan los yacimientos de la sierra de Atapuerca pertenece al Ejercito de Tierra. Este territorio tan solo tiene valor cinegético y ahora también arqueológico. Podemos considerar que este hecho ha sido providencial para la conservación de los yacimientos en los últimos años. La reciente especulación urbanística posiblemente hubiera terminado por ocupar una zona privilegiada desde todos los puntos de vista, incluyendo su proximidad a la ciudad de Burgos. Sus valores históricos y culturales se habrían perdido para siempre.
A comienzos de la década de los años 90 del siglo XX, sin embargo, los yacimientos de Atapuerca eran poco conocidos. La antigua trinchera del ferrocarril, donde se encuentran tres yacimientos muy importantes, se utilizaba con cierta frecuencia como lugar de pruebas para realizar explosiones controladas. Una de estas explosiones, si bien causó ciertos daños en el yacimiento de la cueva de la Gran Dolina, fue providencial para el hallazgo de uno de los niveles más antiguos de Atapuerca. La base de ese nivel (TD4) está datada en casi un millón de años antes del presente. Aquella explosión forzó una excavación de urgencia, en la que se hallaron herramientas de cuarcita de casi un millón de años de antigüedad junto a docenas de restos fósiles de rinocerontes, hipopótamos, ciervos y otros animales de la fauna de entonces.
Curiosamente, aquel hallazgo dio origen al objetivo de demostrar que la presencia humana en Europa era mucho más antigua del medio millón de años defendido hasta entonces. El objetivo se consiguió cuatro años más tarde con el hallazgo de los restos de la especie Homo antecesor en TD6.
En la campaña de 2013 excavaremos de nuevo el nivel TD4. Casi un cuarto de siglo más tarde volveremos a encontrarnos con los viejos recuerdos de un hallazgo inesperado.
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