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Pequeño denticulado del nivel TD6 de Gran Dolina, en la sierra de Atapuerca (930.000 años).

Si nos disponemos a saborear un buen solomillo o un chuletón preferiremos utilizar un cuchillo de filo aserrado, especialmente si la carne está algo cruda o al punto. Nos resultará más complicado trocear nuestro festín con la hoja afilada de pelar las patatas o la fruta, ni pensaremos en usar un cuchillo jamonero. Tampoco se nos ocurrirá cortar rebanadas de una barra de pan con un instrumento bien afilado. Para ese menester disponemos del cuchillo de sierra.

Como todos sabemos, las cuberterías modernas y sofisticadas son relativamente recientes. Nuestros antepasados de época medieval aún utilizaban las manos para mordisquear sus buenos asados. Pero, ¿es tan reciente el invento de los diferentes tipos de cuchillo?, ¿podemos siquiera llegar a plantearnos que el cuchillo de sierra se inventó hace más de dos millones de años? Parece una locura, pero así es.

Olive Branch

Utensilios de filo aserrado del Mesolítico del yacimiento de Olive Branch III, América del Norte (9.500 años).

Nuestros remotos antepasados eran más inteligentes y hábiles de lo que siempre hemos pensado. Aunque vivieron durante milenios en la llamada “Edad de Piedra”, aprendieron técnicas complejas para elaborar sus herramientas y hacerlas eficaces. El incremento en el consumo de carne y la fabricación sistemática de herramientas son sucesos bien correlacionados en la historia de la evolución humana. La mayoría de los instrumentos más antiguos (hasta 2,7 millones de años) son muy simples. Sin embargo, los homininos aprendieron muy pronto a golpear los bordes de sus instrumentos para extraer muescas de manera alternativa a un lado y otro del filo cortante. Así se conseguían herramientas de filo aserrado, capaces de cortar con gran eficacia la carne cruda de los animales consumidos.

Con independencia de las técnicas empleadas por nuestros ancestros, el filo de sierra se ha utilizado de manera universal desde que aprendimos a fabricar instrumentos de piedra. La perfección de este tipo de filos pudo alcanzarse hace unos 10.000 años, durante el Mesolítico. Una mirada al pasado siempre es fuente de sorpresas y de lecciones nunca bien aprendidas.