Los miembros de la genealogía humana hemos sido omnívoros y hemos comido de casi todo. Si en nuestros orígenes fuimos casi vegetarianos, poco a poco incorporamos a nuestra dieta proteínas y grasas de animales de gran talla. En un principio, todos los alimentos procedían de medios continentales, incluidos los conseguidos en lagos y ríos. La recolección de animales de agua dulce formaron parte de la dieta del género Homo, pero las evidencias de consumo de animales marinos son muy tardías y generalmente asociadas a las poblaciones de nuestra especie. Los neandertales también se asomaron al mar, como lo demuestran los restos arqueológicos de yacimientos de Gibraltar, que incluyen datos sobre el consumo de moluscos y focas hace unos 40.000 años. En cualquier caso, la dieta de origen marino es siempre relativamente reciente. Durante varios millones de años hemos sido primates continentales, en apariencia con poco interés (y tal vez aversión) por la inmensidad de los océanos.
Hace unos 250.000 años, nuestra especie se alimentó de moluscos en regiones costeras del norte de África. Evidencias similares se han encontrado en yacimientos de Sudáfrica próximos al mar, donde la cronología sugiere fechas en torno a los 150.000 años. La pesca organizada en alta mar aún tendría que esperar unos cuantos miles de años. Las poblaciones de Homo sapiens pudimos salvar distancias marinas de cientos de millas para colonizar islas alejadas de los continentes, incluida la colonización de Australia hace al menos unos 50.000 años. Para lograr esta hazaña no solo tuvimos que idear la forma de navegar, sino la manera de conseguir alimentos en las largas travesías.
En 2011, un equipo de científicos liderado por la investigadora Sue O´Connor, de la Universidad Nacional de Australia (Canberra), dieron a conocer en la revista Science el hallazgo de miles de restos esqueléticos de hasta 22 especies peces pelágicos, entre los que destacan los atunes. El hallazgo se produjo en la cueva de Jerimalai, localizado en la isla Timor al sur del archipiélago Malayo y a unas 400 millas marinas del norte de Australia y su antigüedad se ha estimado en 42.000 años. Además de las incontestables evidencias del consumo masivo de pescado, Sue O´Connor y sus colegas encontraron hallaron anzuelos algo más recientes (20.000 años) fabricados a partir de conchas de moluscos, posiblemente tan eficaces como los que podemos adquirir hoy en día en una tienda especializada. Hace unas 2.000 generaciones nuestros antepasados pudieran elaborar embarcaciones capaces de atravesar varios cientos de millas marinas y elaborar artes sofisticados para la pesca de altura.
Como conclusión podemos afirmar que hace miles de años, la dieta ya era casi tan diversa como en la actualidad. Pero aún nos quedaba la conquista del control de la producción sistemática de alimentos. Ya no faltaba mucho para la revolución del Neolítico.
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