Todos conocemos bien el final de la historia de la alimentación humana. De una dieta universal en épocas prehistóricas, similar para todas las tribus del Plioceno o del Pleistoceno, hemos llegado a la máxima sofisticación y variedad en la forma de preparar nuestros alimentos. Las diferentes culturas se esmeran en la innovación y los restaurantes y cocineros de una parte del mundo rivalizan por conseguir reconocimiento universal. La cocina se ha convertido en un verdadero arte. Hablamos de la “alta cocina” y lugares donde unos pocos privilegiados pueden contemplar y saborear esas obras de arte, en las que se han invertido horas de investigación científica y en las que se aplican conocimientos de física y química. Estamos ante la última gran revolución de la cocina. Pero no todos pueden disfrutar de esos placeres.
Unas imágenes valdrán más que mil palabras.
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