En 2005, el yacimiento sudafricano de la cueva de Makapansgat fue declarado por la UNESCO entre los bienes Patrimonio de la Humanidad. Los restos fosilizados de Australopithecus africanus hallados en este yacimiento superan los tres millones de años de antigüedad y dieron lugar a una de las historias más controvertidas e interesantes del siglo XX sobre la interpretación de nuestros orígenes.
El Valle de Makapansgat, situado a unos 300 kilómetros al norte de Johannesburgo, es famoso en Sudáfrica por la matanza en el siglo XIX de 3.000 indígenas liderados por Makapan, el jefe de su tribu, y sublevados contra el poder de la minoría blanca. La cueva fue testigo de la muerte de al menos un millar de guerreros negros. Aparte de esta terrible historia, en 1920 se conocieron los primeros datos de las posibilidades paleontológicas de la cueva; pero el yacimiento no se excavó de manera sistemática hasta 1947. Desde entonces y hasta 1962, el responsable de la excavaciones fue Raymond Dart, descubridor del primer fósil de Australopithecus africanus en la cueva de Taung.
Entre 1947 y 1962 el equipo del Dr. Raymond Dart extrajo del yacimiento de la cueva de Makapangast más de 200.000 restos fósiles de diferentes especies de mamíferos. Una buena parte de esta colección correspondía a cráneos de mandriles del Plioceno con su parte izquierda aplastada. Los cálculos estadísticos parecían apuntar a una tendencia alejada del puro azar.
Por ese motivo, Raymond Dart dio rienda suelta a su imaginación ¿Y si los mandriles hubieran sido presas de la apetencia predadora de los australopitecos? Hoy día sabemos que los australopitecos fueron homininos casi exclusivamente vegetarianos, con una dieta muy similar a la de los chimpancés. Pero en aquellos años faltaba mucha información y los australopitecos de Makapangast, con una edad promedio de tres millones de años, eran los homininos más antiguos conocidos hasta entonces. Los millares de huesos, dientes y astas de mamíferos fósiles acumulados en los niveles geológicos de Makapangast podrían haber sido, según Dart, las armas utilizadas por los australopitecos para matar a sus presas. El investigador sudafricano propuso y popularizó lo que el denominó “cultura osteo-donto-querática” de los australopitecos.
Corrían tiempos muy difíciles para la humanidad. El final de la segunda guerra mundial todavía estaba reciente, y las secuelas psicológicas en todos los habitantes del planeta eran terribles. Una guerra de aquellas proporciones debió crear un sentimiento de culpabilidad global y auto-rechazo en los pensadores de la época. El periodista norteamericano Robert Ardrey vio en la hipótesis de Raymond Dart la justificación perfecta del origen violento de la humanidad. Desde la aparición de los primeros homininos, la violencia salvaje habría sido un comportamiento recurrente en nuestro linaje evolutivo. Así quedó reflejado en la producción literaria de Ardrey, como en su libro “Génesis Africana”, publicado en 1961.
Años más tarde, la hipótesis de la cultura osteo-donto-querática fue rechazada por las evidencias. Aquellos fósiles habrían sido acumulados por ciertos predadores de la región.
En cualquier caso, comparto con Raymond Dart la idea de que ni siquiera los australopitecos, consumidores de frutos y otros vegetales, fueron seres angelicales. La violencia ha sido una constante en nuestra evolución y se ha incrementado en el género Homo con el cambio de dieta. Somos capaces de lo mejor, pero también de lo peor cuando se trata de defender el territorio y los recursos. Lo más dramático es que en nuestra especie ha surgido y se ha extendido la violencia gratuita y patológica. Me he preguntado muchas veces si tenemos remedio. La respuesta que me doy a mi mismo siempre es la misma y dejaré que sean los lectores los que opinen.
Estoy seguro de la violencia en nuestra especie, antes y ahora, con los matices que el tiempo transforma, aminorando o aumentando los detalles evolutivos que como homínidos arrastramos.
Llevo pensando un tiempo en lo necesaria que sería una publicación seria y contrastada sobre este asunto. Un saludo.
Sigo felicitándoles y les aliento a que continúen compartiendo conocimientos y vivencias;
En una reciente visita a un «Safari Park» , en la demostración de las aves rapaces, comentó el cetrero que entre las aves «gregarias» aunque sean gregarias solo para comer, tipo buitre, la más hambrienta, resulta que por encima de su hambre (si no es ya poco estímulo) está como poseída por una hormona que la vuelve más agresiva, de manera que come antes que otras, más fuertes o mejor alimentadas, para inmediatamente tras la ingesta, reducirse este nivel de hormona , y dejar paso a otras, de forma que la naturaleza se asegura la mayor superpervivencia de individuos posible; poseen colores y pautas de vuelo para informar de la existencia de comida, reproducirse, etc. Aparentemente comportamientos y caracteísticas físicas igualmente determinados por su genética; y a su vez ésta por su nicho trófico; pero incluso las menos gregarias, pueden modificar su comportamiento, y la prueba es que se pueden amaestrar, incluso las rapaces, todas ellas, extremadamente agresivas. He puesto este ejemplo, pero , en felinos, cánidos, incluso serpientes y cocodrilos, se puede modificar su «comportamiento natural» no son tan esclavos de sus genes como en general creemos, y en mayor o menor medida, «moldeables» que no es sino otra forma de decir «adaptables» lo que les ha permitido sobrevivir (si bien conviene saber quién es cada uno y dónde se está, ojo) otro dato es el diferente comportamiento de especies prácticamente similares como demostró Darwin con las iguanas terrestres y marinas.
Sin embargo, es probable que si a un perro (por poner un animal altamente socializado, educado y empático) le dejas sin comer, te ataque o incluso te devore, es decir busca una respuesta a su situación y vuelve al mecanismo menos evolucionado, creando un «monstruo».
A lo que voy; si bien es verdad que quizá seamos los más agresivos también somos los mas «adaptables» como ya comenté, en muchos casos según nuestro interés y nuestras posibilidades o circunstancias; Acertados sus comentarios, es la educación la que más rápida y profundamente puede modificar nuestro comportamiento, (por ejemplo vivimos en espacios más reducidos = conflictos) y nuestro sistema de vida, en nuestro caso particular avanzando en las ciencias que nos permitan canalizar esa agresividad hacia más altas metas; a estas alturas resulta claro (o debería) que si hemos llegado hasta aquí ha sido por cuidar unos de otros y compartir, y no por poder competir con «dientes de sable» ; puede haber individuos más agresivos (y no me refiero solamente a los violentos sino al antropomorphus opportunist que habilmente se cuela en todas clases, estadistas, banqueros, etc y es potencialmente más peligroso), que la sociedad promueve como «competitividad» en aras de un progreso, pero debemos educarlos / educarnos de manera que este progreso no se vuelva contra nosotros, de manera que se evite que nos volvamos unos contra otros y nos dañemos, como el caso del perro; Solidaridad y sensibilidad, ya lo dije, no podemos abandonar o ignorar a nuestros congéneres, (ya vimos que otros seres tiene sus mecanismos) .
Algunos dirán que es es el precio a pagar por el progreso, pero como también dije la solución a un problema de humanos no puede pasar por eliminar a los humanos. No creo que seamos tan poco inteligentes. Hemos llegado a la luna, así que no tenemos escusa, pongámonos manos a la obra; creo que en el futuro serán recordados los grandes líderes que impulsaron la paz y el bienestar mundial. Ya toca. Hemos dominado el mundo, tomemos el control de nuestro destino. Demos nuestro siguiente paso en la evolución.
Buena suerte y buenas noches.
El hombre de Piltdown.
Puse excusa con «s» y me faltan varias tildes, entre otras muchas faltas.
Lamentable.
No tengo excusa.
El hombre de Piltdown
Imaginemos un australopitecus de 1.50mts de altura, poco musculado y andando sobre 2 patas , lo que limitaría mucho su veelocidad.y su posibilidad de trepar a un arbol, desenvolviendose en una sabana llena de depredadores veloces, fuertes y a ágiles. Que probabilidad de subsistir tendría en esas circunstancias.? La respuesta es ninguna. Como entonces somos el animal mas extendido en el planeta? La agresividad , una enorme agresividad unida al uso de armas , primer rudimentarias y hoy en dia superdestructivas y no pensadas para defenderse de otros animales sino de otros humanos que a su vez son superagresivos, porque lo llevamos en los genes, esa genética que nos salvó del exterminio en la sabana nos pone en riesgo de exterminio actualmente, sólo otra mutación en nuestro cerebro nos libra otra vez del exterminio , la que nos dotó del pensamiento mágico-religioso que nos hace creer que algo superior nos dicta no hacernos daño unos a otros.