Seleccionar página

Desde hace varios años tengo el honor de pertenecer al patronato de la Fundación Aspanias de Burgos. Esta fundación acaba de cumplir medio siglo de existencia, dedicada a la defensa de la integración social de las personas con diferentes discapacidades intelectuales. La labor de esta Fundación resulta muy compleja, por la dificultad que entraña la gestión de centros especializados, búsqueda de ocupación y trabajo, etc. En definitiva, esta fundación trata de encontrar una mejor calidad de vida para personas que han resultado menos favorecidas en sus capacidades intelectuales.

Grupo de Aspanias durante la jornada denominada “Limpiemos la sierra”, celebrada el pasado 6 de mayo.

Como no podía ser de otra manera, hace ya más de diez años se produjo una aproximación de los responsables de la Fundación Aspanias al proyecto científico de Atapuerca. Este proyecto, con una trayectoria de más de 35 años, ha terminado por integrarse en muchos aspectos de la provincia y la ciudad de Burgos. La evolución humana representa ya una de las señas de identidad de esta ciudad castellana ¿Cómo podía establecerse una relación entre el proyecto de investigación en Atapuerca y la Fundación Aspanias?

Con imaginación se pensaron varias posibilidades, que se han ido haciendo realidad. La más importante consiste en la participación de diferentes personas en la identificación y separación de los restos fósiles más pequeños de los yacimientos de Atapuerca. Me explico. Durante la excavación de cualquier yacimiento de estas épocas tan antiguas es prácticamente imposible distinguir los restos fósiles de entre 1 y 5 milímetros, que se esconden entre las arcillas o los limos de los diferentes niveles arqueológicos. Estos micro-fósiles pertenecen a distintas especies de anfibios, aves, mamíferos, peces y reptiles y son especialmente importantes tanto para la datación relativa de un nivel estratigráfico como para conocer aspectos climáticos y ecológicos.

discapacitados2

Lavado de sedimentos de los yacimientos de Atapuerca en el río Arlanzón.

Las arcillas y los limos resultantes de la excavación se introducen en recipientes bien identificados y se dejan secar por algún tiempo. Mediante el proceso de secado, los minerales de las arcillas pierden su cohesión eléctrica y se pueden arrastrar mediante un fuerte chorro de agua. El proceso de lavado de los sedimentos se realiza en tamices de malla muy fina, que retienen las partículas superiores a un milímetro, o incluso menos. Si la suerte acompaña, el resultado es un conjunto de minerales de cuarzo, caliza, etc., junto a centenares o miles de dientes y restos esqueléticos de las especies de los vertebrados más pequeños. La mayoría de estos animales llegan a los yacimientos en el aparato digestivo de sus predadores, como ciertas aves rapaces y mamíferos de tamaño mediano que, después de capturarlos y digerirlos, expulsan por la boca la llamadas “egagrópilas”. Se trata de una especie de bolas que contienen todo lo que no es digerible (plumas, pelo, escamas, dientes, huesos, etc.). Las presas son capturadas en las cercanías de los yacimientos y sus restos son un fuente inestimable para conocer la antigüedad de los diferentes niveles donde se regurgitaron las egagrópilas. Las aves rapaces pueden construir sus nidos en las cercanías de las cuevas, por lo que en algunos yacimientos se acumulan miles y miles de restos contenidos en las egagrópilas.

discapacitados3

Mandíbula de Dolinasorex glyphodon, musaraña venenosa de unos 800.000 a 950.000 años de antigüedad, recuperada en el lavado de sedimentos de los niveles inferiores del yacimiento de Gran Dolina en la sierra de Atapuerca. La presencia de esta especie, endémica de la península Ibérica, indica un más clima algo más templado y húmedo que en la actualidad.

Los fósiles de todos estos animales delatan la posible presencia de cursos fluviales, lagunas o marismas en el entorno de los yacimientos, cuando éstos se estaban formando en épocas remotas. Las especies de anfibios y reptiles apenas han cambiado en el último millón y medio de años, resultando así relativamente sencillo estimar las condiciones climáticas del pasado. Estas especies viven en un estrecho rango de humedad y temperatura, por lo que se puede llegar a conocer con extraordinaria precisión la temperatura y la pluviosidad de una época y un lugar determinados. Por ejemplo, el entorno de los yacimientos de Atapuerca ha sufrido oscilaciones climáticas debido a las glaciaciones del Pleistoceno, pero sus efectos han sido mucho menos intensos que en las regiones del norte de Europa. En el último millón de años, la variación de la temperatura media apenas ha oscilado un par de grados arriba o abajo con respecto a la actualidad.

Se podrían redactar decenas de páginas sobre la información que ofrecen estos micro-fósiles, que se obtienen en una especie de segunda parte de la excavación en la mesa de un laboratorio, en ocasiones con la ayuda de lupas binoculares. Se requiere mucho conocimiento e infinita paciencia para ir separando los dientes y huesos de los minerales de la fracción resultante del lavado de los sedimentos, ubicando después cada fósil en su cuadrícula y nivel correspondientes. Los chicos y chicas de Aspanias realizan buena parte de este trabajo. Su capacidad de concentración en esta tarea hace muy difícil que se les escape nada.