Se cumplen 50 años del inicio de las excavaciones sistemáticas en la cueva de Arago, próxima a la pequeña localidad francesa de Tautavel. La cueva de Arago se encuentra en un valle perdido a los pies de los Pirineos. Nunca podré olvidar mi primera visita al valle donde se abre el gran portalón de la cueva de Arago. Era primavera y no tuve duda de que ese lugar fue un verdadero paraíso para nuestros ancestros durante cientos sino miles de años. Para llegar al valle hay que dejar la autopista principal que sube desde Cataluña hacia Monpellier bordeando la costa. A la altura de Perpignan se toma una carretera secundaria poco transitada hacia el interior. Después de atravesar un pequeño puerto de montaña de peligrosas curvas se penetra en el valle de Arago, en cuyo horizonte se recortan los picos nevados del macizo del Canigó.
Los directores de las excavaciones, profesores Henry y Marie Antoinette de Lumley (que comenzaron a trabajar en este lugar cuando habían cumplido treinta años), han organizado un congreso para celebrar medio siglo de espectaculares descubrimientos en la cueva de Arago. Durante la última semana de junio asistiremos a un coloquio, en el que tendremos ocasión de saludar a viejos colegas y escuchar y debatir ponencias de gran interés. La presencia de la cueva en el valle ha favorecido el turismo de calidad y la estancia en Tautavel es sumamente tranquila y placentera.
La cueva de Arago, con una cronología que cubre una parte importante del Pleistoceno Medio (200.000-600.000 años), representa uno de los yacimientos más importantes de Europa. Durante los últimos 50 años se han recuperado unos 250 restos fósiles humanos, una inmensa colección de utensilios líticos y miles de restos fósiles de diferentes especies de vertebrados. Durante los años 1970 y 1980 se consideraba que la especie humana hallada en la cueva de Arago representaba una subespecie de Homo erectus. Esta hipótesis se propuso sobre todo por el aspecto tan primitivo de los humanos que vivieron en el valle. Cuando finalmente los investigadores se convencieron de que Homo erectus nunca estuvo en Europa, incluyeron los fósiles humanos de la cueva de Arago en la especie Homo heidelbergensis.
Sea como fuere, los humanos que vivieron en este valle tienen sus propias particularidades, como sucede con cada uno de los fósiles humanos encontrados en Europa. Las condiciones climáticas del continente durante el Pleistoceno Medio favorecieron el aislamiento de muchas poblaciones, que se fueron diferenciando unas de otras hasta completar un escenario difícil de comprender. En cualquier caso, los fósiles del valle de Arago tienen algunas similitudes con los Neandertales, que nos hacen pensar en algún tipo de relación filogenética con estos humanos del Pleistoceno Superior.
Los importantes descubrimientos en la cueva de Arago, sin embargo, no han tenido la repercusión que se merecen en el ámbito científico. La política de sus descubridores es muy particular, que sigue una tradición centenaria de la ciencia francesa. Sólo después de 50 años comenzarán a publicarse en grandes volúmenes enciclopédicos el compendio de conocimientos que están proporcionando las excavaciones sistemáticas en la cueva de Arago. Aunque no han faltado publicaciones sobre los hallazgos en este lugar, es ahora cuando tendremos ocasión de debatir a fondo el papel de la población que vivió en este valle perdido del sur de Francia hace 450.000 años. Con motivo del 50 aniversario del inicio de las excavaciones se presentará el primer volumen de los 10 ó 12 que se irán publicando en los próximos meses.
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