Seleccionar página

Comparación a la misma escala entre la mandíbula ATD6-96 del nivel TD6 de la Gran Dolina (Homo antecessor) y la mandíbula Tighenif-3 del yacimiento de Tighenif (Homo erectus), a la que añadimos el nombre subespecífico de “mauritanicus”, para distinguirlas de otras poblaciones contemporáneas

A mediados del siglo XX el paleontólogo y geólogo francés Camille Arambourg (1885-1869) llevó a cabo importantes trabajos de arqueología en Argelia. Entre los años 1954 y 1955 Arambourg encontró un parietal, tres mandíbulas y varios dientes aislados en un yacimiento formado a orillas de un antiguo lago, que se conocía entonces por el nombre de Ternifine. En la actualidad se utiliza el nombre original de la localidad, Tighenif, que no está lejos de la ciudad de Mascara, a los pies de la montañas del Atlas del norte de Argelia.

Arambourg observó tanto en el parietal como en la mandíbulas rasgos arcaicos similares a los que presentan fósiles antiguos, como los hallados en el yacimiento chino de Zhoukoudian o en los yacimientos de Sangiran, en Indonesia. Puesto que en aquella época apenas se podían realizar estudios exhaustivos de comparación entre hallazgos de diversos lugares, Arambourg optó por bautizar a los fósiles de Tighenif con el nombre de Atlanthropus mauritanicus. Su antigüedad nunca se ha llegado a precisar, como sucede en otros muchos yacimientos, pero todos los datos apuntan a una cronología entre 650.000 y 700.000 años. Los restos de Tighenif seguramente pertenecieron a poblaciones aisladas en el norte de África, tras la enorme expansión del desierto del Sáhara entre el Atlántico y la península de Arabia. Aunque el desierto de Sáhara reverdecía durante la fases glaciales es poco probable que aquellas poblaciones mantuvieran un intenso contacto con otras poblaciones africanas. De ahí que el aspecto de los fósiles encontrados por Arambourg en Tighenif y por otros colegas en diversos yacimientos del norte de África tengan características peculiares.

En los años 1950 y 1960 las poblaciones humanas del Pleistoceno del norte de África fueron incluidas en la especie Homo erectus, cuando se eliminaron nombres genéricos como Sinanthropus (el hombre de China), Pithecanthropus (el hombre mono de Indonesia) o Telanthropus (el hombre de Sudáfrica). Todos los fósiles cabían perfectamente en la variabilidad del género Homo.

La combinación única de caracteres morfológicos observado en los fósiles humanos encontrados en el yacimiento de la cueva de la Gran Dolina de la Sierra de Atapuerca (850.000 años de antigüedad) nos llevó a proponer la especie Homo antecessor. Algunos colegas no quedaron satisfechos con la propuesta y buscaron posibles resquicios para invalidar el nombre de la especie. Homo antecessor tiene bastantes caracteres primitivos y otros muchos derivados. Algunos de los rasgos dentales primitivos coinciden con los que se observan en los dientes de Tighenif. De ahí que un colega francés (nacido en Argelia) aprovechara ese dato para proponer que los fósiles de Atapuerca deberían de juntarse en una misma especie con los fósiles de Tighenif en una nueva especie, que recibiría el nombre de Homo mauritanicus. Este colega olvidó que los caracteres primitivos no son útiles para cuestiones taxonómicas, pero hizo mucho ruido con su propuesta. Un simple estudio comparativo de las tres mandíbulas de Atapuerca con las tres mandíbulas de Tighenif echó por tierra esta hipótesis. Para muestra, un botón, que puede verse en la imagen que acompaña a este post. El mar Mediterráneo une los continentes europeo y africano, pero a la vez ha establecido diferencias muy notables entre sus poblaciones, especialmente durante la prehistoria y la protohistoria.