El pasado 10 de febrero tuve el honor de formar parte del tribunal, que juzgó la tesis doctoral de Dª Gloria Gutiérrez de Terán Moreno, dirigida por las Dras. Begoña Sanz y Fátima Ruíz en el Departamento de Fisiología de la Universidad de País Vasco (UPV). La tesis, magníficamente presentada y defendida por la nueva Doctora de la UPV, nos presentaba un estudio sobre los factores fisiológicos y sociales relacionados con el mayor o menor éxito de la lactancia materna, en base a una muestra de madres de la Comarca de Bilbao.
Al redactar estas líneas tengo dudas sobre que aspecto de la tesis me gustaría destacar como reflexión. Ante todo, resulta sorprendente que a estas alturas todavía sea necesario realizar tesis doctorales o cualquier otro documento para defender la lactancia materna en nuestra especie. Los mamíferos llevamos evolucionando en el planeta desde hace más de cien millones de años. La característica que nos define como grupo es precisamente la alimentación de la crías a través de un sistema muy complejo, que nos ha proporcionado un éxito evolutivo extraordinario. Tan solo en unos pocos cientos de años, nuestra especie ha ido perdiendo sus señas de identidad como mamífero del orden primates, para considerarse como un ser extraordinario y diferente a los demás seres vivos del planeta. Hemos perdido la memoria ancestral y desconfiamos del instinto que impulsa a las madres de manera natural hacia su maternidad plena. La falta de información sobre el hecho natural de la lactancia y de otros aspectos relacionados con la maternidad (el la crianza con apego y el colecho, por ejemplo) aparece como uno de los factores sociales más importantes y recurrentes en la tesis de Gloria Gutiérrez de Terán.
Gloria nos recuerda en su tesis que, entre otros muchos beneficios, la lactancia mejora el reflujo fisiológico, protege frente a infecciones gastrointestinales y respiratorias, reduce notablemente la posibilidad de que los bebés sufran otitis o infecciones urinarias, mejora las alteraciones cardiovasculares inducidas por el crecimiento intrauterino restringido, disminuye el riesgo de muerte súbita o de la leucemia infantil, incrementa las capacidades cognitivas de los niños, etc., etc., etc., Las madres también obtienen un enorme beneficio, al disminuir el riesgo de cáncer de cáncer y ovario, la posibilidad de diabetes de tipo 2, además de evitar la hemorragia posparto o la posibilidad de tener depresión tras el nacimiento de su bebé. Los beneficios de la lactancia se prolongan en la vida adulta, con el consiguiente ahorro en costes de sanidad de cualquier país. Por el contrario, la alimentación exclusiva con leche de fórmula está relacionada con la inmunodeficiencia adquirida, enteritis necrotizante, o con el riesgo de sepsis con respuesta grave a numerosos microorganismos que interesan a diversos órganos del cuerpo. Además, la ausencia total de lactancia incrementa el riesgo de mortalidad neonatal y la morbilidad infecciosa, etc., etc., etc. Y la peor noticia es la mayor predisposición a enfermedades de todo tipo, incluyendo las cardiovasculares, en los adultos que no han tenido la oportunidad de ser amamantados.
Se podría seguir con una larga lista de datos que apoyan la necesidad de una lactancia materna lo más prolongada posible. Pero esto es algo que tendremos que redescubrir. El cambio en el estilo de vida en los países desarrollados nos ha conducido en pocas décadas a una modificación drástica en el comportamiento. No podemos renunciar a lo que ahora tenemos, porque la cultura es el principal elemento del nicho ecológico humano. Sin embargo, como en otros muchos aspectos de la vida tenemos que conseguir la mayor compatibilidad entre lo natural y el nuevo estilo de vida.
Se supone que somos más inteligentes que las especies de primates vivas más próximas a nosotros; pero tenemos que demostrarlo con hechos. Está en juego la supervivencia de la especie. Me pregunto, por ejemplo, ¿qué formación sobre la maternidad (incluida la lactancia) tienen los responsables (hombre y mujeres) de la legislación sobre la conciliación familiar en la vida laboral? La experiencia me dice que esa formación es solo la justa, y creo que soy muy generoso en mi apreciación. La falta (o ausencia) de información de políticos y juristas en esta materia es muy preocupante. Por supuesto, no podemos desperdiciar un solo “gramo” del talento de hombres y mujeres en el desarrollo de nuestras civilizaciones. La “maternidad plena” y todo lo que ello conlleva no tendría que ser un obstáculo para ello. Al contrario, puesto que esa maternidad es la fuente más segura para mejorar la salud física y mental de todos nosotros. Compatibilizar la maternidad plena con el desarrollo de las sociedades avanzadas es una de nuestras asignaturas pendientes.
¿Se puede tener acceso a la tesis On Line?. Me encantaría leerla. Es un tema muy interesante y actual porque estamos en un momento en que la ciencia ya no duda de cual es la mejor alimentación para el bebé, pero los factores socioculturales siguen obstaculizando el definitivo retorno de la cultura de lactancia.
Totalmente de acuerdo menos en un pequeño detalle que hace tiempo que se viene señalando dentro del mundo de la lactancia. La lactancia materna no tiene beneficios, es lo normal para nuestra especie, es el estándar humano. Si acaso, tendríamos que hablar de «riesgos» de la lactancia artificial, sean estos leves o moderados o como sean. Y esto es así tanto para el bebé, como para las madres. No amamantar tiene riesgos, aunque sea políticamente incorrecto. Un abrazo.
Hola María,
Muchas gracias por tu comentario. Pienso que la tesis se podría leer on-line. Ahora ya es un documento público. Quizá podrías contactar con el Departamento de Fisiología de la UPV y preguntar por las directoras de la tesis, Begoña Sanz y Fátima Ruiz. Seguro que ellas te informan o te pueden enviar un PDF de la tesis. Está muy bien escrita y en la introducción hay epígrafes muy interesantes. Ya sabemos que en muchas ocasiones y por diversos motivos la lactancia no es posible. Pero falta mucha información y este tema podría mejorar muchísimo si volvemos, como bien dices, a la cultura de la lactancia.
Cuando veía a mi esposa dar el pecho a mis hijos pensaba: Esto tiene que ser bueno ahora y siempre, observando la cara de felicidad de ambos y como aumentaban los mofletes del bebé y sus manitas de asían al pecho apoderándose de él, sabiendo que era suyo.
A los pocos días los sanos bebés habían aumentado su peso y medían un poco mas, reían, pataleaban y movían sus manitas intentando tocar a sus padres.
Recuerdo como mi hermano, dos años menor, cogía un taburete de la cocina de mis padres y balbuceaba «teta mamá». Sano, práctico y muy bonito.
Somos MAMIFEROS, y nuestro éxito evolutivo proviene de nuestra alimentación.
El apego madre-hijo y los beneficios varios e inmunidades en la salud de ambos, es suficiente para apoyar ésta alimentación.
Que razón tiene Gloria cuando comenta que hemos, o estamos perdiendo el Instinto Maternal. Esto no es Evolución, porque en la evolución los cambios que benefician a la Especie se mantienen, y si perjudican desaparecen en sucesivas generaciones.
Felicidades y un fuerte abrazo.
Creo que el problema es algo deliberado. La lactancia materna es gratis y las empresas que se dedican a vender leche infantil luchan por difundir sus productos. A mi madre le dijeron por ejemplo que su leche no valía en la farmacia y a cuantas madres les habrán dicho lo mismo sin necesidad alguna salvo la de comprar los productos manufacturados. ¿Debemos volver a ser mamíferos? desde luego. Pero no creo que lo consigamos. Me parece que nuestro futuro siempre dependerá del marketing de productos y no de lo que necesitemos realmente. Todo esto en general. Siempre habrá gente con mayor educación y que valore lo más beneficioso pero la mayoría se dejará arrastrar por la comodidad del marketing consumista.
Muchas gracias Dr Bermúdez de Castro por su reconocimiento a nuestro trabajo, pero sobre todo por su compromiso para y con la lactancia materna. Este compromiso desde ámbitos científicos diferentes del sanitario es fundamental, ya que sin duda contribuye a la re-creación de esa cultura de la lactancia, que estoy convencida debemos elaborar de nuevo. No basta recuperarla, sino que tenemos que volver a construirla, con elementos antiguos consustanciales a nuestro ser mamífero y con elementos nuevos que tengan en cuenta el valor de la lactancia materna para los individuos y para la propia sociedad, en la que lleguemos a comprender la lactancia materna, no como un estilo de vida, sino como un derecho y una cuestión de justicia y equidad y que por lo tanto, nos compromete a todos, no sólo a las mujeres y que en ningún caso debe suponer un menoscabo en el desarrollo personal y profesional de las madres.