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José Antonio Lasheras. Imagen tomada del archivo de www.elimparcial.es

El triste fallecimiento de José Antonio Lasheras Corruchaga el pasado viernes 26 de febrero en accidente de tráfico ha dejado un vacío muy importante en la cultura española. Aunque el nombre de Altamira sea un referente a nivel internacional, estoy convencido de que pocos conocían el esfuerzo de José Antonio y el de las personas de su equipo para agigantar esa referencia. Su ánimo se ha prolongado durante nada menos que 25 años, cuando Jose Antonio accedió a la dirección del antiguo Museo. En ese tiempo se ha producido el resurgimiento con fuerza de un lugar tan emblemático para la prehistoria y para el patrimonio cultural de Cantabria, de España y de toda la humanidad. José Antonio siempre fue una persona muy discreta, que trabajó sin desmayo por levantar el actual Museo de Altamira y llevar adelante infinidad de proyectos relacionados con el conocimiento del Paleolítico Superior en toda Europa.

Sirvan estas pocas líneas como homenaje a la labor de José Antonio Lasheras. Su nombre quedará siempre unido a la historia de la cueva de Altamira, conocida con todo merecimiento como la Capilla Sixtina del arte rupestre y Patrimonio de la Humanidad desde 1985. José Antonio se ha marchado, pero su trabajo le rinde honores.