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A propósito del estudio de la cueva de Bruniquel (Francia) y de la posible construcción de un muro de estalagmitas por parte de los neandertales hace más de 170.000 años (ver la publicación original en Nature, 534, 2 de Junio de 2016 y el post en Quo publicado en esa misma fecha), Roberto Sáez (seguidor del blog y ya un verdadero experto en evolución humana) pregunta por el yacimiento de Terra Amata (Niza, Francia).

La pregunta de Roberto era obligada. Es fruto de sus vastos conocimientos y de sus lecturas acerca de lo que se ha publicado sobre este yacimiento, desde su descubrimiento en el mes de enero de 1966. El profesor Henry de Lumley, uno de los grande impulsores de la arqueología de Francia, descubrió este yacimiento situado al aire libre durante la construcción de una casa privada en la misma línea de costa. Tras enormes esfuerzos dialécticos Henry de Lumley consiguió el permiso del dueño de los terrenos para explorar el lugar durante seis meses. Su trabajo tuvo que ser, por fuerza, muy precipitado. Las herramientas de piedra de tecnología achelense eran testigos de la presencia humana en ese lugar durante el Pleistoceno Medio. Las trazas de fuego de Terra Amata eran las más antiguas conocidas en Europa. La cronología del yacimiento podía llegar hasta los 400.000 años. Quizá este hecho despertó la imaginación del Profesor de Lumley. Algunos hoyos de poca profundidad y de forma circular hicieron conjeturar a Henry de Lumley sobre la posibilidad de que aquellos ancestros de los neandertales hubieran construido cabañas. Las vigas de madera de las cabañas habrían sido clavadas en el terreno, dejando marcas similares a las observadas . Obviamente, se habría tratado de verdaderas construcciones, por supuesto mucho más antiguas que la de la cueva de Bruniquel.

Recreación de una posible cabaña en el yacimiento de Terra Amata (Niza, Francia). Fuente: espanolinternacional.blogspot.com.

Las presuntas hogueras habría ocupado el centro de cada una de las cabañas. Si así fue, nos encontraríamos con un tipo de comportamiento cultural de tipo moderno, similar al de los pueblos neolíticos del Holoceno. Sin duda, las conclusiones de Henry de Lumley eran revolucionarias. No tanto por la presencia de fuego, que ya se había localizado en otros lugares de Europa en la misma época, sino por las construcciones y la organización “moderna” del espacio. Cada cabaña habría estado cubierta por pieles de animales. Obviamente, la mayor parte de la historia del yacimiento surgió de la desbordante imaginación de nuestro querido Profesor de Lumley.

Sin embargo, las investigaciones en Terra Amata pudieron continuar años más tarde, gracias a los esfuerzos del propio Henry de Lumley, que consiguió promover la construcción de un pequeño museo en el yacimiento con el objetivo de preservar el hallazgo. Fue así como la investigadora Paola Villa demostró años más tarde que el lugar no estaba in-situ, sino que se había formado mediante la mezcla natural de varios niveles arqueológicos. Es lo que en arqueología se denomina “palimpsesto”. Con esos datos la interpretación de que Terra Amata fue una especie de campamento moderno en una playa del sur de Francia no podía sostenerse. Además, las nuevas dataciones no parecen sostener una cronología tan antigua, sino que nos llevarían casi a finales del Pleistoceno Medio.

Es evidente que tendríamos que viajar hasta los años 1960s y olvidar cuanto sabemos sobre evolución humana en 2106, para comprender las dificultades para entender el registro arqueológico desde el punto de vista de aquella época. Y todo ello considerando las prisas por excavar un yacimiento que, en condiciones normales, habría tardado varios años en ser intervenido.

Por todo ello, seguiremos pensando que la acumulación de fragmentos de estalagmitas en el interior de la cueva de Bruniquel pudo corresponder a la construcción más antigua realizada por los ancestros de los neandertales clásicos del Pleistoceno Superior. No obstante, estoy plenamente convencido de que nos esperan grandes acontecimientos. Las sorpresas de hallazgos que nos hablen sobre las capacidades cognitivas de los antepasados (director o indirectos) de los neandertales no han terminado todavía.

José María Bermúdez de Castro.Reflex.287