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El verano está llegando a su final y volvemos a los despachos con ilusiones renovadas. Es momento de hacer balance sobre los hallazgos más interesantes en los yacimientos del Pleistoceno de Europa y de volver a los laboratorios. No quiero olvidar que algunos sitios importantes siguen en marcha. Así sucede en el yacimiento de Pinilla de Valle (Madrid), que prácticamente interrumpirá su intensa actividad por el sexto Congreso Anual Europeo de Evolución Humana (ESHE). Este año el ESHE se celebra en el Museo Arqueológico Regional de la Comunidad de Madrid de Alcalá de Henares. Su director, Enrique Baquedano, es además uno de los co-directores del yacimiento de Pinilla de Valle. No sería de extrañar que durante la celebración del congreso, a mediados del mes de septiembre, se anunciara algún hallazgo interesante de este lugar. Estaremos atentos, porque el verano y los excavadores aún no han dicho su última palabra.

Todos los yacimientos vivos han sido pródigos en descubrimientos (herramientas de piedra, restos fósiles de vertebrados, etc.) y en ellos se ha desarrollado un intenso trabajo de campo. Algunos de los resultados se irán publicando durante 2017. Cualquier avance en la geología, geocronología, arqueología, o en el hallazgo de restos fósiles de fósiles de especies extintas es fundamental para la comprensión de un yacimiento y el avance de la evolución humana. Pero lo más llamativo siempre es el hallazgo de fósiles humanos. En ese sentido, todos somos fetichistas. Hemos de reconocerlo ¡Quién esté libre de culpa, que tire la primera piedra! Nos fascina encontrar un resto fósil de algunos de nuestros ancestros. Esta es la noticia esperada en cualquier excavación, que dará notoriedad al yacimiento y servirá de reclamo para el turismo cultural.

Así que solo resta presumir de que los únicos tres yacimientos del Pleistoceno de Europa donde se han encontrado restos fósiles humanos en el verano de 2016 se encuentran en la península Ibérica. En Atapuerca, el yacimiento de la Sima de los Huesos ya es un habitual de estas fechas. Seguirá dando alegrías durante muchos años. La Cueva del Fantasma, también en la sierra de Atapuerca, se ha estrenado con un parietal humano casi completo ¡Y tan solo se trataba de labores de limpieza, previos a la primera intervención! Un yacimiento que promete dar mucha guerra en los próximos años, a juzgar por la impresionante riqueza de los niveles que han aflorado tras retirar toneladas de escombro de una antigua cantera de la sierra.

El Dr. Jordi Rosell, co-director del yacimiento de la Cueva de Teixoneres, explica los hallazgos de 2016 ante los medios de comunicación. Se da la circunstancia, de que este arqueólogo es también responsable de la excavación del nivel TD6 del yacimiento de la cueva de la Gran Dolina, donde se han encontrado más de 170 restos de Homo antecessor. Foto IPHES.

El tercer yacimiento es la cueva de Teixoneres, situada en la localidad de Teixoneres de Moià, en Barcelona. Este yacimiento, co-dirigido por los arqueólogos Jordi Rosell, Ruth Blasco y Florent Rivals, tiene unos 50.000 años de antigüedad y se hablará mucho de él en los próximos años. El hallazgo de un canino de leche y de un fragmento de parietal apuntan al enterramiento de un individuo infantil neandertal. Ya sabemos que los neandertales enterraban a sus muertos. Es por ello que en el yacimiento neandertal por excelencia de la península Ibérica, el Abric Romaní (Capellades, Barcelona), nunca se ha encontrado ni un solo resto humano desde su apertura en 1909. Se trata de un lugar de ocupación, donde se acumularon las cenizas dejadas por más de 200 hogares durante nada menos que 35.000 años (75.000-40.000 BP). Millares de herramientas de sílex y hueso, así como la impronta de herramientas de madera nos hablan del Abric Romaní como un lugar fascinante y extraordinario para el estudio del comportamiento de los neandertales. El yacimiento de la cueva de Teixoneres es mucho más modesto, pero pudo ser un lugar de enterramiento y esto le confiere una importancia extraordinaria. Lo veremos en próximas campañas.

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Canino decíduo (de leche) de la cueva de Teixoneres. Foto tomada por el equipo de excavación de Teixoneres.

José María Bermúdez de Castro