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Hace un par de semanas comentaba en este mismo blog los efectos de las descargas hormonales en el cerebro de los adolescentes. A finales de 2016 el equipo liderado por Elseline Hoekzema (Universitat Autònoma de Barcelona) publicó sus conclusiones en la revista nature neuroscience sobre los cambios que desarrolla el cerebro de las mujeres durante el embarazo y la maternidad. Ya sabemos que las mujeres experimentan un cambio endocrino muy significativo en esta fase de su vida, debido a la descarga en el torrente circulatorio de hormonas esteroides, incluyendo un incremento de la progesterona hasta 15 veces de lo habitual o de un aumento importante de los estrógenos. Está bien demostrado que ese aumento tiene efectos en el patrón de la red sináptica entre las neuronas y en el número de éstas.

En particular, Hoekzema y sus colegas han encontrado cambios en la proporción de sustancia blanca y gris en determinadas zonas del neocórtex cerebral mediante la técnica de imagen de resonancia magnética (MRI, por sus siglas en inglés). Ya sabemos que la sustancia blanca debe su nombre al color blanquecino de la mielina, que protege a las fibras largas de la neuronas y multiplica por cien la velocidad de conducción de los impulsos nerviosos. Pues bien, parece que en la mujeres embarazadas y en las madres disminuye la cantidad de sustancia gris en favor de la sustancia blanca en una región del neocórtex cerebral que se extiende desde la región interna del córtex frontal hasta la corteza cingulada anterior y desde la región del precúneo y la parte posterior de la corteza cingulada. Esta última se localiza en regiones internas del neocórtex y forma una especie de collar que rodea el cuerpo calloso. Ya sabemos que el cuerpo calloso es un haz de más de 200 millones de fibras nerviosas que conecta los dos hemisferios cerebrales. Además de regular la presión sanguínea y el ritmo cardíaco, la corteza cingulada está implicada en funciones tales como la toma de decisiones, la empatía y las emociones.

Fuente: Huffington Post

También disminuye la sustancia gris en la corteza bilateral temporal y en el hipocampo. Los procesos implicados en esta disminución pueden ser los mismos que suceden durante la adolescencia, pero los científicos que firman esta investigación consideran que los cambios tienen una función diferente. Las regiones afectadas tienen un papel importante en las funciones sociales y están relacionadas con la denominada “teoría de la mente”. Esta última teoría define la capacidad que tenemos los seres humanos para atribuir pensamientos e intenciones a otros individuos. Según esta teoría tenemos la habilidad cognitiva de comprender, reflexionar e hipotetizar sobre nuestro estado mental y el de los demás.

Es muy posible de que los cambios en el cerebro de las mujeres embarazadas y de las que ya son madres estén relacionados con una madurez mental avanzada, que las prepara para la maternidad. Los bebés necesitan muchos cuidados y una atención especial, que precisa de lazos muy especiales entre ellos y su madre. Se convierten en el centro del mundo para la madre y el cerebro de las mujeres se prepara para ello. Cierto es que las madres experimentadas suelen dar consejos a la madres primerizas. Pero la naturaleza parece encargarse por sí misma de proporcionar a las madres la capacidad mental necesaria para afrontar su maternidad. Estos cambios, de acuerdo con Hoekzema y colaboradores, persisten durante los dos primeros años desde la madre dio a luz. Se sabe que las madres pueden tener ciertas lagunas en su memoria, relacionadas con las modificaciones en el hipocampo. Ya sabemos que esta parte del cerebro pertenece al denominado sistema límbico, y se localiza en la parte más interna del lóbulo temporal. También sabemos que la memoria se recupera muy pronto y con normalidad.

Como corolario a estos resultados tan importantes, tengo claro que las “máquinas inteligentes” desarrolladas por los seres humanos nunca podrán tener la plasticidad para adaptarse a diferentes situaciones, mediante hormonas u otras sustancias. Por ahora nadie sabe como las hormonas son capaces de afectar el impresionante entramado de millones de neuronas y de sus correspondientes conexiones, en patrones prácticamente imposibles de replicar. Siento no estar de acuerdo con quienes piensan que las máquinas fabricadas por nosotros mismos podrán ser “humanas” en el sentido que damos a este término.

José María Bermúdez de Castro