Seleccionar página

Después de más de veinte años, las excavaciones en el nivel TD10 del yacimiento de la Gran Dolina estaban llegando a su fin. Todo apuntaba a que los últimos 30 centímetros de espesor dejarían buenos resultados, pero no hallazgos relevantes. Nos equivocamos. Los planes previstos tuvieron que cambiarse el día que apareció un primer bifaz, al que pronto siguieron otros. Ya sabemos que los bifaces representan la herramienta por excelencia de la tecnología achelense. Imaginamos que estas herramientas tenían un gran valor entre las poblaciones del Pleistoceno, que aprendieron a tallar grandes lascas de piedra por las dos caras. Nosotros hemos dado un valor simbólico a los bifaces, quizá por su simetría y belleza.

El Equipo Investigador de Atapuerca tiene la suerte de contar con la experiencia y sabiduría de la doctora Marina Mosquera, que lleva muchos años dedicados al excavar y entender el yacimiento de la Gran Dolina. Entre sus hallazgos, quiero destacar la cara del “chico de la Gran Dolina”, obtenida en 1995 y atribuida a la especie Homo antecessor. Ese hallazgo fue decisivo para nombrar y diagnosticar esta especie en 1997 en la revista Science. Marina fue co-autora de ese trabajo, clave en las investigaciones de la sierra de Atapuerca.

En 2017, pocos días después de iniciada la campaña de excavación, ella misma encontró un bifaz en TD10. Su excitación y la de todos quienes estaban con ella fue en aumento, a medida que poco a poco fue extrayendo la pieza de su lecho de arcilla. Una de sus primeras expresiones fue: “este bifaz tiene todas las características africanas”. Pude obtener una foto del momento, que aparece en este post. Ese día acordé con Marina tener una conversación, para debatir sobre las hipótesis que genera el estudio de la tecnología en los yacimientos europeos. Hace muchos años se desterró la idea de asociar las características biológicas de las poblaciones humanas a una cultura determinada. Es por ello que resulta muy complicado entender la variabilidad biológica de las poblaciones del Pleistoceno de Europa con la variabilidad cultural de nuestro continente en este período.

Mi primera pregunta es muy directa. Marina, tu primera impresión al encontrar el bifaz en TD10 fue observar sus rasgos africanos”, ¿cuál es el alcance de estas primeras impresiones?

M: “Todo apunta a que la tecnología achelense encontrada en Europa no tiene un sello propio, sino que procede de la tradición africana. Recuerda que el achelense comenzó a producirse en África hace nada menos 1,8 millones de años”.

Cierto Marina. En Europa esta tecnología es mucho más reciente, M: “en efecto, pienso que hace unos 800.000 años entraron en Europa los primeros homininos que sabían producir herramientas achelenses. Sin embargo, esta primera migración de humanos no consiguió imponer sus habilidades a las viejas tradiciones culturales de Europa. Hace unos 500.000 pudo ocurrir un segundo intento, que tuvo más éxito. Se puede decir que entre hace 450.000 y 350.000 años tenemos en Europa lo que los arqueólogos denominamos Achelense Pleno. En esta época, Europa está llena de yacimientos con bifaces, hendedores, picos y otras herramientas características del achelense”.

Pero tengo entendido que este Achelense Pleno no se encuentra en toda Europa, M: “en efecto, existen una tecnología de grandes lascas como el llamado Clactoniense que carece de bifaces. Esta tecnología se definió en la localidad de Clacton-on-Sea (Essex, Inglaterra), y podría tratarse de una variante del achelense. Quizá perdió la tradición de fabricar bifaces. Además, otros yacimientos europeos del Pleistoceno Medio carecen de bifaces. No todo en arqueología es sencillo de explicar. Quizá hubo varias oleadas migratorias hacia Europa con variantes tecnológicas, pero los yacimientos con Achelense Pleno, como los de Atapuerca, tienen una homogeneidad propia muy característica”.

Marina, precisamente lo que me llama la atención es que en estos yacimientos del oeste de Europa nos encontramos con poblaciones humanas que comparten buena parte de su morfología, pero se pueden distinguir hasta tal punto que muchos paleoantropólogos hablan de al menos dos linajes europeos distintos, M: “es verdad, volvemos a constatar una vez más que no podemos asociar biología y cultura de una manera alegre. Quedan muchas preguntas por responder. Todo apunta a que la tecnología achelense llegó a Europa con una población distinta de la que habitaba Europa en el Pleistoceno Inferior; pero no podemos hablar solo de invasión biológica y cultural con extinción de los antiguos pobladores. La aculturación sin duda jugó un papel importante. Lo que si es cierto es que el Achelense Pleno no solo se define por sus herramientas, sino por el comportamiento de quienes lo practicaron. Ese comportamiento les llevó a controlar territorios muy bien organizados. La perfección que proyectaban de sus mentes en la confección de sus herramientas estandarizadas también se traducía en una organización del territorio. Esta es una faceta muy importante del achelense, quizá menos conocida”.

Muchas gracias Marina. Tus declaraciones nos ayudan mucho, aunque sabemos que aun hemos de responder a muchas preguntas sin respuesta. Espero que los yacimientos de Atapuerca ayuden a comprender tantos y tantos enigmas.

Al redactar estas líneas, Marina nos confirma que en esta campaña se han obtenido unas 200 herramientas líticas del nivel TD10, de las que diez son bifaces. La proporción de estos útiles es considerable, sin duda mayor que en otros yacimientos europeos. También nos confirma que la cronología de estos bifaces se cifra en unos 350.000 años, por lo que representaría casi el final del Achelense Pleno. La campaña de 2018 promete ser excitante en TD10.

José María Bermúdez de Castro