A la paleoantropóloga serbia Mirjana Rocsandic, que actualmente realiza investigaciones en la Universidad canadiense de Winnipeg, no le fue nada sencillo publicar el estudio de la mandíbula BH-1 encontrada en el yacimiento de Mala Balanica. Esta cueva y la de Velika Balanika, localizadas en el valle de Sicebo, en el suroeste de Serbia, contienen sendos yacimientos con restos arqueológicos y paleontológicos de las últimas poblaciones del Pleistoceno Medio de Europa. La descripción de la mandíbula pudo publicarse en 2011 en la revista Journal of Human Evolution, después de meses de debate con los revisores anónimos. Pocos daban crédito a este hallazgo, que se salía del guion establecido. La mandíbula tiene alrededor de 100.000 años y su morfología debería corresponderse con la de los neandertales. Pero no es así. Su aspecto es primitivo y no encaja en el modelo lineal aceptado por una amplia mayoría. Las poblaciones del Pleistoceno Medio de Europa habrían evolucionado de manera directa hacia una morfología típica de los neandertales mediante un proceso evolutivo tal vez complejo, pero casi predecible.
Desde hace algunos años, muchos venimos defendiendo que este modelo tan simple tiene muchos puntos débiles. La evolución humana de Europa durante el Pleistoceno pudo ser mucho más enrevesada de lo que teníamos por seguro hace un par de décadas. Es conveniente volver a revisar todo el registro fósil humano y plantear varias hipótesis de trabajo. Tampoco estaría de más revisar las evidencias arqueológicas. La mandíbula de Mala Balanica (BH-1) quizá refleja la existencia de dos o más linajes en Europa. O tal vez nos esté hablando de poblaciones aisladas, que evolucionaron a su ritmo, mientras que los neandertales triunfaban y se expandían por buena parte de Eurasia. Apuesto por la llegada de diferentes poblaciones a Europa en momentos distintos del Pleistoceno medio, quizá procedentes de la misma región y con un origen similar. Mirjana Rocsandic y sus colaboradores ni siquiera se atrevieron a incluir la mandíbula de Mala Balanica en una especie determinada. Optaron por dejarla sin nombre (Homo sp.). A mi juicio, una solución muy acertada, al menos hasta conocer mejor la población vivió en aquella región de los Balcanes a finales de Pleistoceno Medio.
Mirjana Rocsandic nos visitó a finales de 2017. Quedó encantada al conocer los fósiles humanos originales de la sierra de Atapuerca y de visitar los yacimientos. Nos explicó los nuevos hallazgos en los yacimientos del valle de Sicebo y hablamos de colaborar en futuros proyectos. Al fin y al cabo, el sur de Europa tiene las claves para entender la historia del Pleistoceno de Europa y muchos yacimientos de la península balcánica están por descubrir, explorar y excavar.
En la imagen que acompaña a este post, muestro una instantánea de la visita al yacimiento de Cueva Fantasma con la Dra. Rocsandic. Como puede verse en la imagen, el andamio ya está preparado para realizar un sondeo arqueológico en 2018 en esta nueva joya de la sierra de Atapuerca. En pocos años conoceremos el potencial del este lugar. Quizá encontremos un registro contemporáneo de la mandíbula de Mala Balanica, según revelan los restos de fauna y las herramientas aparecidas durante la limpieza del yacimiento. El parietal humano, hallado en 2016, espera paciente los resultados de las dataciones y el estudio estratigráfico preliminar. Prometimos a la Dra. Rocsandic viajar en 2018 a conocer los yacimientos del valle de Sicebo. El nuevo año empieza con nuevas ilusiones y buenas perspectivas para el estudio de nuestros orígenes en Europa.
José María Bermúdez de Castro
Comentarios recientes