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Fieles a nuestra cita anual, hemos realizado una breve estancia en China para estudiar y debatir con nuestros colegas de Pekín acerca de ciertos fósiles humanos de este país. Estos estudios son fuente de continuas sorpresas y un aprendizaje sobre la evolución humana de épocas remotas en lugares muy alejados de Europa. Lo que sucedió en nuestro continente o en África durante el Pleistoceno tiene poco que ver con lo que aconteció en las regiones del este de Eurasia (Far East). En esta ocasión hemos debatido sobre un yacimiento del centro de China (Tongzi), datado de finales del Pleistoceno Medio y una antigüedad de unos 200.000 años antes del presente.

En primer plano aparece el Dr. Xing Song, debatiendo con la Dra. María Martinón sobre los fósiles de Tongzi. Foto del autor

Tradicionalmente y desde la perspectiva occidental, se ha considerado que en el este de Eurasia vivió la especie Homo erectus hasta la llegada de nuestra especie. Aunque algunos especialistas han sido capaces de distinguir las poblaciones pleistocenas de Indonesia de las de China, siempre se ha considerado que esas diferencias son menores. Todos los fósiles del Pleistoceno Medio de China se han metido en el mismo cajón: Homo erectus. Así todo ha sido más sencillo. Pero también demasiado simple.

 

Cuando se estudian con detenimiento los fósiles más tardíos del Pleistoceno Medio de China (hace entre 250.000 y 100.000 años, aproximadamente) el escenario se complica. En los estudios clásicos del siglo XX, nuestros colegas de China interpretaron estas poblaciones como un paso intermedio entre Homo erectus y Homo sapiens; es decir, la especie Homo erectus habría evolucionado hacia Homo sapiens a través de poblaciones de morfología intermedia. Como es bien conocido, esta visión lineal del origen multiregional de nuestra especie dejó paso en la década de 1980 a la hipótesis del origen único y africano de Homo sapiens (teoría del Out of Africa o de la Eva Negra). Esta última hipótesis se ha mantenido, con la salvedad de que ahora sabemos que las poblaciones africanas de Homo sapiens hibridaron esporádicamente con las poblaciones autóctonas durante nuestra expansión por Eurasia y sus descendientes mestizos dejaron descendencia fértil. Las poblaciones actuales de Eurasia y las Américas llevamos en nuestro genoma un pequeño recuerdo de aquellas “aventuras amorosas” del Pleistoceno.

 

Volviendo a las poblaciones que vivieron en China a finales del Pleistoceno Medio entre la época de Homo erectus y la de Homo sapiens de China, y habiendo abandonado el modelo multiregional, tenemos que buscar hipótesis alternativas para interpretarlas. ¿Representan estas poblaciones una o más oleadas migratorias hacia el este de Eurasia, que llegaron a convivir o coexistir con Homo erectus?, ¿hibridaron con esta especie o la exterminaron? Son muchas las preguntas y pocas las respuestas, debido a que el registro fósil es muy limitado en esta época.

 

Un ejemplo de interés son los cráneos de Maba, Dali o Jinniushan, que en su día fueron tentativamente asignados a Homo heidelbergensis. Con independencia de este nombre, cuestionado por muchos/as, el caso es que en China existieron unos humanos muy parecidos a otros contemporáneos de África y Europa. Es una señal inequívoca de que a China llegaron poblaciones diferentes de Homo erectus y que precedieron a la llegada de Homo sapiens. Los denisovanos, un grupo hermano de los neandertales, son otro ejemplo. Dejaron su huella genética en China. Como dice siempre nuestro colega y buen amigo Robin Dennell, “es posible que los neandertales se bañaran en el Pacífico” ¿Por qué no?

 

En estos momentos tratamos de interpretar el registro fósil del yacimiento de Tongzi, cuyos restos se diferencian claramente de los de Homo erectus. No es poco llegar a esta conclusión. Pero su atribución a alguna otra especie no parece una tarea sencilla. Lo más interesante es saber que la evolución humana del Far East fue mucho más compleja de que se había interpretado hace tan solo un par de décadas.

José María Bermúdez de Castro