Seleccionar página

En el post anterior me preguntaba por la identidad de los denisovanos. No es menos interesante especular sobre su posible distribución geográfica. ¿Se limitaron a vivir en las regiones más favorables de Siberia, totalmente aislados durante milenios? Es posible; pero también cabe pensar en que este grupo humano se hubiera desplazado bordeando el norte del desierto del Gobi, en Mongolia, hasta llegar a las costas del Pacífico.

Cráneo de Jinniushan. Fuente: Institute of Vertebrate Paleontology and Paleoanthropology, Beijing.

En 1984 el profesor Lu Zune´e y su equipo encontraron parte del esqueleto de un hominino en una cueva (Jinniushan) cercana a la frontera de Corea del Norte, en la provincia de Liaoning, a 40º, 34´de latitud norte. La antigüedad de estos fósiles se estimó en unos 260.000 años mediante el método de las series de uranio. En 1994 nuevas dataciones rebajaron la cifra inicial a los 200.000 años. Las dos cifras son consistentes con las especies de mamíferos y de aves encontrados junto a los restos humanos, pero es preferible ser prudentes y quedarnos con la cronología más reciente.

El último estudio de estos fósiles fue publicado en 2006 por Karen Roserberg, Lu Zuné y Christopeher Ruff en la revista de la Academia de Estados Unidos (PNAS). Los restos fueron atribuidos a una hembra de 168 centímetros de estatura y unos 77 kilogramos de peso. Las estimaciones se hicieron gracias a la conservación del cúbito izquierdo y varios huesos de los pies. Los autores de este trabajo parecen convencidos de que se trata de los restos de una mujer, quizá la más robusta jamás encontrada en el registro fósil del Pleistoceno Medio. La capacidad del cráneo supera claramente los 1.350 centímetros cúbicos, lo que supone que aquel cráneo albergó un cerebro unos 1.200 centímetros cúbicos; es decir, cifras muy similares a las nuestras. Este tamaño cerebral no resulta sorprendente para un humano de aquella época.

Las primeras descripciones realizadas por investigadores del Instituto de Vertebrados de Paleoantropología y Paleontología (IVPP) de Pekín siguieron el esquema clásico de la Academia de China y atribuyeron el esqueleto de Jinniushan a una forma intermedia entre Homo erectus y Homo sapiens. Estos investigadores se guiaban siempre por un modelo lineal de evolución, abandonado desde hace tiempo. El fósil de Jinniushan y otros ejemplares chinos de una cronología similar fueron catalogados con el nombre de “archaic Homo sapiens”, un término ya en desuso. Las nuevas generaciones de científicos chinos aceptan escenarios más complejos, incluyendo la teoría hipótesis de la Eva Negra.

 

Pero, ¿entonces?, ¿en qué parte de nuestro árbol filogenético situamos al individuo de Jinniushan? La reconstrucción del cráneo de Jinniushan no debió ser sencilla, pero no cabe duda que su aspecto recuerda en parte al de los neandertales. Algunos genetistas, como David Reich, se han preguntado por las relaciones entre los denisovanos y los humanos de finales del Pleistoceno Medio de China. El hecho de que el ADN de los denisovanos se parezca más al de los neandertales que al nuestro refuerza la idea de que fósiles como los de Jinniushan pudieron estar emparentados con los humanos de las cuevas de Denísova.

Los investigadores tendrán que seguir buscando fósiles más completos en las cuevas de los montes Altai de Siberia para conocer qué aspecto tenían realmente los denisovanos. Pero es posible que cráneos como el de Jinniushan nos hayan dado ya una pista importante. Falta obtener ADN de estos y otros restos contemporáneos del norte de China. No creo que tardemos mucho en tener esa información.

José María Bermúdez de Castro