Queridos/as lectores/as, ha llegado el momento de la despedida.
Este es el último post del blog “reflexiones de un primate”. Todo está en permanente cambio y evolución y este blog ya no tendrá sitio en el nuevo formato de Quo. Han sido seis años de gran intensidad –el tiempo pasa volando– en los que he tenido la inmensa suerte de poder comunicarme con vosotros/as a través de textos breves y concisos, describiendo y reflexionando sobre todo lo que ha acontecido en este período sobre las investigaciones en el ámbito de la prehistoria y la evolución humana.
Este blog me ha exigido mucho. He leído y reflexionado sobre diferentes líneas de investigación, la mayoría ajenas a mi especialidad investigadora. Pero la experiencia ha sido muy grata. He aprendido sobre cuestiones sobre las que ni siquiera me hubiera planteado leer, de no ser por la necesidad de contar en el blog las investigaciones más relevantes sobre temas muy diversos. Puedo asegurar que esa riqueza me acompañará siempre.
Es también momento de agradecer la confianza de la dirección de Quo en mi trabajo de comunicación durante tanto tiempo. Por supuesto, quiero expresar mi más profundo agradecimiento a cuantos/as lectores/as han tenido la paciencia de leer el blog. Si he conseguido aportar conocimiento, informar y transmitir inquietud por determinados temas, mi misión habrá merecido la pena. Sé que algunos de los textos (528 en total) han despertado mucho interés, mientras que otros han pasado inadvertidos. Pero si el resultado final arroja un saldo positivo me sentiré más que satisfecho.
Creo poder asegurar que el futuro de la humanidad no consiste en conseguir que nuestros dispositivos electrónicos sean cada vez más capaces y potenteso que nos desplacemos a gran velocidad de un punto a otro del planeta. Todo eso resultaría accesorio en un futuro en el que sigamos ignorando nuestro pasado evolutivo. Ese pasado nos condiciona, porque somos esclavos de la química del ADN. Pero no por ello hemos de rendirnos ante lo que podría parecer inevitable. Ese mismo ADN nos ha procurado una capacidad intelectual nada desdeñable, que deberíamos aprovechar para entrenarnos en la convivencia y el respeto, así como de evitar la apetencia desmedida por los recursos, motivo de conflictos y desigualdades manifiestas. No menos importante sería reforzar la idea de lo que Eudald Carbonell denomina “la conciencia de especie” y procurar que el medio ambiente en el que hemos podido transformarnos siga siendo un lugar perfecto para proseguir nuestra evolución.
A todos/as, muchas gracias y hasta pronto.
José María Bermúdez de Castro
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