Cada año las excavaciones en la sierra de Atapuerca nos sorprenden con un sinfín de hallazgos de gran interés científico. La campaña de 2013 ha sido más corta que las anteriores. Los recortes obligan, pero no doblegan nuestra intención de seguir leyendo las páginas de nuestro pasado más remoto o de la prehistoria más reciente. De todo lo hallado durante esta campaña destaca sin duda la demostración de una humanidad europea cada vez más antigua. La herramienta de sílex encontrada en el nivel TE8 del yacimiento de la Sima del Elefante demuestra que los humanos de una especie todavía no bien conocida poblaron la península Ibérica hace al menos 1,4 millones de años. Sus vestigios son escasos, quizá porque la densidad de esta población era pequeña o simplemente porque aquellos humanos no eran visitantes asiduos de las cuevas.
Si lo más antiguo puede convertirse en un titular de los medios, lo más reciente puede resultar llamativo y espectacular. Pronto habrá resultados sobre el ADN mitocondrial de los restos humanos del Calcolítico (la llamada Edad del Bronce) encontrados en la cueva del Mirador. Su antigüedad no llega a los 5.000 años, una bagatela en comparación con las 60.000 generaciones que se sucedieron durante la prehistoria de Europa. Pero será ciertamente interesante comparar el ADN de los primeros agricultores y ganaderos de la sierra de Atapuerca con el de los habitantes de la región. Es probable que muchos descubran sus raíces en los yacimientos de la cuevas de la sierra.
Entre los restos hallados este años en la cueva del Mirador destaca el esqueleto de un varón joven de unos veinte años de edad, cuyo cráneo presenta una perforación en su parte posterior de aproximadamente algo más de un centímetro de diámetro. La perforación se encuentra entre los dos parietales, a cierta distancia del occipital. Este esqueleto se encontró in-situ (no fue exhumado antes de que lo hiciera el equipo investigador). No se observan signos de regeneración ósea, faltan algunas láminas de hueso en la zona afectada, la tabla externa está hundida y los parietales están agrietados. Se trata sin duda de una perforación del cráneo producida justo antes o justo después de la muerte (peri-mortem).
Aunque este caso requiere un estudio en detalle, incluida la realización de tomografía computerizada, se pueden aventurar varias hipótesis. Si la perforación fue realizada en vida, es evidente que este varón murió como consecuencia del trauma causado en el cerebro. Todos los indicios apuntan a un acto violento. No habría sido el primero, puesto que en el hueso frontal se observa la cicatriz de un gran golpe curado en vida. Si la perforación ocurrió justo después de la muerte, también se pueden proponer varias hipótesis, incluido algún tipo de ritual funerario. Los expertos tienen ahora la palabra.
Si se confirma que este hombre del Calcolítico murió como consecuencia de un acto violento, quizá nunca conozcamos las razones que le llevaron a la muerte (lucha, homicidio, ajusticiamiento….).
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