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No, no hablaré del canibalismo de Homo antecessor ni de los mamporros que se daban en la cabeza los homínidos encontrados en la Sima de los Huesos, sorprendentemente curados a pesar de que los impactos producían profundos hundimientos de la cortical del cráneo.

Parece que la sierra de Atapuerca ha sido escenario de disputas territoriales desde hace miles de años hasta tiempos recientes. Los vecinos de la villa de Atapuerca rememoran desde hace 18 años la batalla de Atapuerca, que tuvo lugar el primero de septiembre de 1054. Dos hermanos, hijos de Sancho III el Mayor, libraron una dura batalla al frente de sus respectivos ejércitos: Fernando I, rey de León y conde Castilla, y García Sánchez III, rey de Navarra. Sus consecuencias fueron cruciales para la delimitación de las fronteras entre los reinos cristianos. En un par de años, la conmemoración de esta batalla será declarada Bien de Interés Turístico Regional, por su magnífica puesta en escena y por la pasión que ha despertado en miles de personas, que cada año acuden al evento.

Pocos años antes, García de Navarra había apoyado a su hermano Fernando en sus luchas internas contra Bermudo III, entonces rey de León. Tras la victoria de Fernando I y su dominio del gran territorio de todo el noroeste de la península Ibérica, y como compensación por el apoyo de su hermano, las fronteras del reino de Navarra fueron desplazadas hasta las mismas puertas de la ciudad de Burgos. Curiosamente, la sierra de Atapuerca marcaba entonces el límite entre Castilla y Navarra. Sin embargo, y según cuentan las crónicas de la época (y en particular las conservadas en Santo Domingo de Silos) las relaciones entre los dos hermanos se fueron enturbiando, sin duda alentadas por cuestiones territoriales. Las conspiraciones, intrigas y traiciones fueron la tónica de las relaciones entre los dos hermanos, hasta que sucedió lo inevitable. Fernando I entró en el reino de Navarra, y se enfrentó a los ejércitos de su hermano en la planicie situada en la cara norte de la sierra de Atapuerca.

El rey García murió en la batalla y el ejército navarro se retiró con su cadáver hasta Nájera, donde recibió sepultura. Fernando I recuperó los territorios cedidos a su hermano. No obstante, muchas de la localidades próximas a Burgos en los montes de Oca, la Bureba, etc. conservan hoy en día los topónimos con las que fueron bautizados por los pobladores llegados del norte de la península Ibérica, como por ejemplo Ibeas, Urquiza, Urrez, Villaváscones, Zalduendo, etc.