En fecha reciente expertos de la Universidad de Leicester han dado a conocer sus conclusiones sobre la muerte en el campo de batalla del rey Ricardo III (1452-1485). El último monarca de la dinastía de la casa de York falleció a causa de múltiples heridas en el cráneo y en otras partes de su cuerpo. La imagen que se muestra en este post señala la violencia del golpe mortal que recibió en la base del cráneo con un arma afilada y contundente, que seccionó parte de la base del cráneo, seguramente cuando ya había caído de su caballo y se encontraba arrodillado a merced de sus adversarios.
Esta noticia seguro que nos ha llevado a muchos a leer algo más sobre la historia de Inglaterra, sobre las complejas circunstancias de la vida de Ricardo III y sobre las leyendas que se escribieron sobre su persona. La supuesta patología de su columna vertebral, que definía el personaje de un rey malvado y jorobado en la obra de William Shakespeare “The Life and Death of King Richard III” fue desmentida por los análisis del esqueleto del monarca, que apenas sufría una leve escoliosis.
La imagen de la base del cráneo también llama la atención por el estado y rasgos de su dentadura superior. Ricardo III falleció con 32 años, pero sus dientes muestran un desgaste muy superior al que podríamos ver en una persona de su edad en la época actual. No es sino el reflejo de una dieta más abrasiva y una masticación prolongada, característica de las poblaciones de aquella época. También resulta llamativa la pérdida antes de la muerte del primer superior molar permanente del lado izquierdo, seguramente por una caries severa. Apenas quedan la raíces de este diente. No cabe duda de que la lesión causó un grave dolor en el paciente.
Pero lo más sobresaliente de la dentadura es el tamaño de los terceros molares, reducidos a su mínima expresión, así como la posible ausencia congénita (agenesia) del cuarto premolar derecho. La agenesia más frecuente en las poblaciones humanas actuales corresponde precisamente a la “muela del juicio”. La prevalencia de esta anomalía tiene un rango muy extraño, que se mueve en la horquilla del 0% al 100%. En las poblaciones europeas la prevalencia suele estar entre el 20 y el 40%. Las falta de formación de estos dientes se asocia a ciertas alteraciones genéticas, que en estudios recientes se asocian con mutaciones de los genes MSX1 y PAX9. Es por ello que la agenesia de los terceros molares puede seguirse en individuos de una misma familia. Los casos de agenesia por problemas durante el desarrollo (infecciones, traumatismos, etc.) son menos frecuentes.
La agenesia de cuarto premolar superior o inferior tiene una prevalencia mucho menor, que no suele superar el 10% y generalmente no es mayor del 3%. La ausencia de estos dientes y del incisivo lateral (también con baja prevalencia en las poblaciones humanas) suelen aparecer asociados en individuos que tienen este tipo de alteraciones numéricas en sus dentaduras.
Aunque la creencia popular sugiere que la pérdida de dientes tiene un componente evolutivo y filogenético, debido a la reducción del aparato masticador, lo cierto es que no se observa una tendencia clara y es difícil establecer un componente selectivo. El hecho de que en muchas poblaciones la prevalencia sea mínima o nula apoya la hipótesis de la estabilidad en el número de dientes en nuestra especie.
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