Maxime Aubert y otros colegas de la Universidad de Queensland, en Australia, acaban de publicar en la revista Nature la descripción de pinturas próximas a los 40.000 años de antigüedad en las paredes de una de la cuevas del sistema cárstico de Maros, de la isla de Sulawesi.
Antes de nada, es importante situar este lugar en el mapa. La isla de Sulawesi pertenece a las islas Célebes, y a su vez forma parte de las 25.000 islas del archipiélago malayo. En este archipiélago están representados en la actualidad hasta siete estados diferentes, incluyendo Indonesia, Filipinas y Malasia. La isla de Sulawesi está separada de la isla de Borneo por el estrecho de Macasar. La distancia entre las dos islas no es considerable, pero si la profundidad. De hecho, en la zona norte del estrecho se encuentra la fosa submarina de Wallace, cuya profundidad alcanza hasta 10.000 metros por su proximidad a las placas tectónicas de Australasia y Eurasia.
Es interesante recordar que la mayor parte de las islas de Indonesia quedaban unidas entre sí durante las épocas glaciales del Pleistoceno. La profundidad del mar entre las islas no supera los 120 metros. El descenso del nivel marino por acumulación de hielo y nieve en el hemisferio norte permitía descensos tan importantes del nivel del mar, que posibilitaban la unión de todo el conjunto en la llamada región de Sunda, que a su vez quedaba unida al continente eurasiático. Sin embargo, algunas de las islas de Indonesia (como la conocida isla de Flores) y las islas Célebes quedaban siempre separadas de la región de Sunda debido a la profundidad del mar.
Esta circunstancia conllevó que la fauna y la flora se diferenciasen de manera significativa entre Sunda y las islas situadas al oeste de una línea imaginaria, bautizada como “Línea de Wallace”. El nombre quiere honrar la memoria del naturalista británico Alfred Rusell Wallace, co-autor de la teoría de la evolución junto a Charles Darwin. Es evidente que los miembros de Homo sapiens de la antigüedad tuvieron que conocer alguna forma la navegación para llegar primero a las islas Célebes y poco más tarde a las demás islas del archipiélago Malayo y al continente australiano. Las hipotéticas aventuras marítimas al azar de nuestros antepasados nunca me han convencido. El problema es que el registro arqueológico todavía no ha encontrado evidencias del arte de navegar de épocas tan remotas. Es cuestión de tiempo.
La datación de las pinturas rupestres no es sencilla. Desde hace poco tiempo se utiliza el método de las series de uranio para datar las finas concreciones calcáreas que acaban por cubrir las pinturas con el paso del tiempo. Los datos obtenidos son siempre algo más jóvenes que las propias pinturas, pero el método es muy fiable. Por cierto, el método se ha empleado desde 2012 con éxito en varias cuevas del norte de España, incluyendo el trabajo del científico español Marcos García Díez en la cueva de Altamira.
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